jueves, 20 de septiembre de 2007

Izquierdismo e ignorancia supina

Dado el elevado número de epítetos zahirientes que recibo consecuencia del reflejo de mis consideraciones y juicios en la prensa regional, es obligado pensar en cómo les gustaría a algunos que no dejara constancia de mis opiniones y criterios, que felices serían si nadie los obligara a pensar, que a gusto estarían asentados en su supina ignorancia, que dichosos de compartir aquella frase que instituyó Fernando VII que dice "lejos de nosotros señor la funesta manía de pensar". Amigos, eso es algo imposible; va contra la propia naturaleza del ser humano. Para estimular el aprendizaje de aquellos que me menosprecian, agravian y escarnecen, los dejo con unas líneas básicas de Economía Política que recomiendo reflexionen:

¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres. ¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella forma social? Nada de eso. A un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de los hombres, corresponde una determinada forma de comercio y de consumo. A determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio y del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado régimen político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil.

Y como complemento de lo anterior traslado aquello que decía un gran economista político, un gran filósofo de la praxis, una gran persona, esto es, Don Carlos Marx; persona, por cierto, cuyo pensamiento ha sido tergiversado a conciencia. Carlos Marx opinaba que los fenómenos económicos constituyen la potencia decisiva de la historia. No hay, por tanto, contradicción que no sea disuelta por el desarrollo de las fuerzas productivas.

En Manchester, nos dice Federico Engels, me había dado yo de bruces contra el hecho de que los fenómenos económicos, que hasta ahora no desempeñaban ningún papel o solamente un papel desdeñable en la historiografía, constituyen una potencia histórica decisiva... Marx no solo había llegado a la misma concepción, sino que ya entonces, en 1844, la había generalizado en el sentido de que, en términos generales, no es el Estado el que condiciona y regula la sociedad civil, sino ésta la que condiciona y regula el Estado; de que, por tanto, la política y su historia deben explicarse partiendo de las relaciones económicas y de su desarrollo, y no a la inversa.
Esta es la idea fundamental de que está penetrado todo el "Manifiesto", a saber: que la producción económica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada época histórica constituyen la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época.

Agradecido por la atención que me prestan, incluso aquellos que tanto me cuestionan, reciban un cordial saludo.

Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

1 comentario:

  1. Maestrillo de la retórica de ego descomunal, suerte con tu cruzada. De buen rollo.

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