jueves, 20 de abril de 2017

Actúa, un espacio de reflexión, debate y acción abierto a las fuerzas progresistas y de cambio

Por Javier Caso Iglesias | Analista Político y Activista Social
 

Ayer se nos informaba a través de los medios de comunicación de una interesante noticia relativa a la creación de Actúa, como espacio de reflexión, debate y acción abierto a las fuerzas progresistas y de cambio.

Es muy positivo conocer que miembros de diversos partidos progresistas se han unido a representantes de otros colectivos e intelectuales para impulsar Actúa, una plataforma política "con el objetivo de promover futuras alianzas y propuestas electorales" para expulsar al PP del Gobierno, algo que las fuerzas de izquierdas conocidas y las de más reciente aparición no han logrado por intereses partidistas, según se señala en su manifiesto.

Es una iniciativa, como se ha afirmado en su presentación, que contribuirá a "unir lo ya existente". Esta es la tarea que en este momento histórico demanda la ciudadanía.

Las ideas solo surgen cuando ya se dan las condiciones materiales objetivas para su realización y creo que estas ya se dan. Y se dan por haber entendido qué es lo que nos separa.

Nos podríamos preguntar: ¿Y qué es lo que nos ha separado hasta ahora?

Pues lo que nos ha separado hasta ahora es lo de siempre, esto es:

Lo que nos ha separado hasta ahora es haber empleado para sumar y multiplicar metodologías que solo lograban restar y dividir, metodologías competitivas en vez de cooperativas; metodologías poliárquicas (http://goo.gl/aAXKYx) en vez de democráticas.

Lo que nos ha separado hasta ahora es haber estado aferrarnos a fetichismos nominalistas, fetichismos hacia personas, banderas, símbolos o siglas.

Lo que nos ha separado hasta ahora es haber confundido los principios con las formas. Se ha sido lo contrario de lo que se debería de haber sido; se ha sido, hasta ahora, muy firmes en las formas y muy pusilánimes en la defensa de los principios; muy firmes en el aferramiento a esas formas, a esos fetichismos nominalistas, a esos fetichismos hacia personas, banderas, símbolos o siglas y pusilánimes en llevar a la práctica lo contenido en los programas; pusilánimes en aplicar metodologías que nos emancipen como seres humanos; pusilánimes en escuchar y facilitar la participación real de la gente; pusilánimes en entender que lo divergente es necesario y hay que incluirlo y no marginarlo.

Como digo, al final se va entendiendo la conveniencia de la necesidad práctica de llevar a cabo confluencias reales. Es conveniente empezar ya a hablar de estos temas que nos han distanciado y de la diferencia entre procesos poliárquicos y democráticos (http://goo.gl/aAXKYx), pues todas las iniciativas y confluencias llevadas a cabo hasta ahora han quedado estancadas y sin poder desarrollar todo su potencial por una mala aplicación de la metodología organizativa que les es propia.

A ver si ahora comienza a avanzar bien el proceso y se termina de entender que la poliarquía, a la que llaman democracia, no lo es. La democracia no tiene nada que ver con la poliarquía excluyente aplicada por la minoría con más discípulos. Poliarquía es competir, pero no cooperar como la democracia defiende.

El ejemplo claro lo tenemos en el Gobierno Rajoy. La opción más votada, esa minoría con más discípulos, o más hooligans que de todo hemos visto a lo largo de la historia (http://goo.gl/aAXKYx), impone sus políticas económicas y laborales. Eso no es democracia, eso es despotismo de la minoría más numerosa sobre el resto de minorías que son excluidas y cercenadas.




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