viernes, 18 de noviembre de 2011

Cuando América influyó en la formación de Europa y la Atlántida en los Andes

A continuación os ofrezco dos interesantes reflexiones. La primera realizada por el periodista, y director de la agencia IPS, Tito Drago, se titula "Cuando América influyó en la formación de Europa"; La segunda, en formato de vídeo, es un documental de investigación realizado por Discovery Channel, titulado “La Atlántida en los Andes”. Lo común de ambas está en esa lógica andina de oposición complementaria, o lógica trivalente, o paradigma trialéctico, o perspectiva cibernética-social.

Señala Heinz Von Foerster que esta cibernética social, debiera ser una cibernética de segundo orden, una cibernética de la cibernética, de modo tal que, el observador que entra en el sistema pueda estipular su propio propósito: él es autónomo. En su presentación "Cybernetics of Cybernetics" apunta al respecto: "Si no lo hacemos así, algún otro determinará un propósito para nosotros. Más aún, si no lo hacemos así, les daríamos excusas a aquellos que quieren transferir la responsabilidad de sus propias acciones a algún otro".

Sin más preámbulos, a continuación os dejo estas dos interesantes reflexiones.-

Cuando América influyó en la formación de Europa
Por Tito Drago, director de Inter Press Service España (IPS)

América influyó en la formación de Europa miles de años antes de que Cristóbal Colón realizara su primer viaje trasatlántico, afirmó el periodista e historiador peruano Ricardo Ñique Cornelio, en una reunión celebrada en el centenario Ateneo de la capital española.

Sobre las relaciones entre ambas regiones, Ñique Cornelio coincide con unas palabras del ensayista, historiador, diplomático y político colombiano Germán Arciniegas (1900-1999), quien afirmó que "se habla mucho de la influencia de Europa en la formación de América y muy poco de la influencia de América en la formación de Europa".

Añadió que Arciniegas siempre precisaba que no se podía imaginar una comida en Europa sin patatas, tomates, maíz o alubias, todos productos de plantas originarias de América.

Antes de que existiera el Imperio Incaico, agregó el periodista, había plantas, como el maíz, que "era una gramínea que florecía, pero no daba grano". Fueron "los genetistas preincas quienes lograron que produjera el choclo o el elote, la mazorca y las distintas variedades de maíz, en el Valle de la Convención", en el departamento peruano de Cuzco. Por eso dijo coincidir con el profesor italiano Antonio Melis, de la Universidad de Siena, quien señaló que hay mucho que aprender de los Incas, de su sistema comunitario, del respeto al ambiente, "un Imperio que contaba con expertos biólogos, ingenieros, agricultores que cultivaron la tierra hasta los 5.000 metros de altura y que combatían a las plagas con métodos naturales".

Sobre este tema, relativo a la influencia de América en Europa, fueron importantes las investigaciones realizadas a partir de 1976 por el matemático boliviano Iván Guzmán de Rojas, que las llevó a conocer la lengua indígena aymara, que se hablaba a orillas del lago Titicaca, en lo que hoy es Bolivia y Perú, hace más de 4.000 años y que en la actualidad hablan dos millones de personas en esos dos países y en las zonas norteñas de Chile y Argentina.

Ese idioma tiene una estructura matemática, es bisilábico, o sea que todas sus palabras son cortas, de dos sílabas, y tiene una lógica trivalente. En el español y otras lenguas la lógica es bivalente, o sea que indica que algo es verdadero o falso. El aymara indica tres: verdadero, falso o incierto.

Lo más importante es que su sintaxis es aplicable para desarrollar matrices de algoritmos sintácticos, ese lenguaje que entienden los ordenadores. En los traductores informáticos que se utilizan a partir de otras lenguas solo se pasa de un idioma a otro, pero con el atamiri se pueden simultanear varios idiomas. De esta manera se reduce 10 veces el tiempo de la traducción y de su coste.

Guzmán de Rojas documentó con datos fidedignos que el atamiri fue precursor de las lenguas europeas, asiáticas y africanas, rompiendo además la versión histórica de que fue Colón quien hizo los primeros viajes de un lado al otro del océano Atlántico.

Ñique Cornelius recordó dos citas que en sus obras incluyó Guzmán de Rojas, una del historiador Augustus Le Plongeon (1825-1908) y otra del profesor inglés James Churchward (1851-1908).

Le Plongeon, escribió el libro "Los misterios sagrados entre los Mayas y los Quicés" y documentó que los mayas difundieron en el mundo su civilización hace más de 11.500 años.
Churchward afirmó que Jesús al ser crucificado habría hablado en la cruz en Aymara. Eso aclararía las palabras que pronunció en sus últimos momentos y están en San Mateo XXVII, versículo 46: "Eli!, ¿Eli!, Lamma sabachtani...!", lo que traducido con el Atamiri queda como "Dios mío, Dios mío, ¡Cómo me has glorificado!" y no lo que se usa habitualmente: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".

Otro boliviano, Emeterio Villamil de Rada, a mediados del siglo XIX dedicó cuatro tomos al "Sistema de la Primitividad Americana", en uno de los cuales documentó vocabularios del aymará irradiados a lenguas como la griega, la latina, la inglesa, la hebrea y la tecnología científica.

También sustentó que el paraíso bíblico estaba en Bolivia y que el idioma primigenio de la humanidad es el aymara, que la civilización más antigua de América y del mundo fue ésa y que de allí emigraron los seres humanos hacia el resto del planeta.

Su trabajo fue confirmado en gran parte al descubrirse en 2000 "La Piedra Rosetta de las Américas", un tazón con escritura cuneiforme y protosumeria escrita 3.500 años antes de Cristo, conocido también como "Fuente Magna". Con esto se habría probado la relación de los sumerios con América del Sur y además la existencia de escritura en esta región en tiempos muy antiguos.

Casi inmediatamente después del hallazgo de Villamil de Rada se descubrió en las cercanías del lago Titicaca, a unos 75 kilómetros de La Paz, el "Monolito de Pokotia", encontrándose allí también escrituras similares a la "Fuente Magna".

Recientemente en la ciudad peruana de Caral se descubrieron pirámides del año 2.600 antes de Cristo, por lo tanto anteriores a las egipcias, y en Chile momias de 10.000 años de antigüedad, o sea también mucho más viejas que las egipcias.

Asimismo el filósofo, sociólogo y antropólogo francés Jacques de Mahieu, documentó a mediados del siglo XX que América del Sur fue el escenario del Antiguo Testamento, y como ejemplo puso que importantes detalles arquitectónicos de las catedrales góticas tienen origen en la arquitectura precolombina de esa región.

Otro investigador, el arzobispo Gene Savoy, doctor honoris causa de la Universidad de Yale (fallecido en 2007), descubrió en Perú el complejo arqueológico El Gran Pajaten, donde encontró lanzones de piedra con escritura jeroglífica de data presemítica y demostró que Perú es el Ophir, el lugar donde el rey Fenicio, Salomón, obtuvo el oro para construir el Arca de la Alianza, en la que se guardaron las tablas con los 10 mandamientos.
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LA ATLANTIDA EN LOS ANDES

En 1960, en Bolivia, una excavación arqueológica descubrió un cuenco muy particular. Dicho objeto fue guardado en un museo, hasta que en el año 2000, un equipo de Discovery Channel arribó en Bolivia para filmar un documental llamado "La Atlántida en los Andes"; Y entonces fue cuando se descubrió, con asombro, que dicho cuenco estaba grabado con escritura cuneiforme, la misma que utilizaban los antiguos sumerios, considerada las más antigua de la civilización en la historia…





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