Haciendo una paráfrasis de las ideas del profesor de universidad Tiberio Feliz Murias, Facultad de Educación de la UNED, podemos decir que la opción de la homogeneización de los grupos parte de la necesidad de enseñar a grupos de personas y de agruparlas según algún rasgo determinante para su educación. Hay muchos criterios para homogeneizar los grupos. Todos/as hemos estado a lo largo de nuestra formación en clases o grupos de alumnos/as agrupados/as por la edad. La edad parece un criterio institucional, social e internacionalmente aceptado a lo largo de la educación obligatoria y/o básica.
El mantener agrupamientos, cada día más hetereogéneos -la diversidad es además la norma, afortunadamente, en nuestra sociedad. Lo cierto es que no hay dos personas iguales-, requiere del dominio de estrategias y recursos de atención a la diversidad.
Los dos pilares básicos de esta orientación son la promoción o progresos continuos y la autonomía en el aprendizaje. Por un lado, conviene evitar las rupturas y saltos en el aprendizaje; por otra, debe abandonarse el protagonismo del docente o educador, que expone una explicación general para todo el grupo, y hacer descansar el protagonismo del aprendizaje en los alumnos, estudiantes y participantes.
Desde esta perspectiva, es necesario distinguir entre el autoaprendizaje y la necesidad de previsión universal de todos los posibles itinerarios y opciones que puede elegir el formado. Podemos apreciar estos matices con experiencias que ya se han experimentado a lo largo de la historia.
Podemos hacer mención de dos experiencias de apoyo o enseñanza mutua:
Andrew Bell (1753-1832) trabajó en el Instituto Madrás (India) de la Compañía de las Indias Orientales con los huérfanos de militares ingleses. El alto número de estudiantes y la escasez de recursos humanos le llevó a diseñar un sistema organizativo en el que unos alumnos se consideran monitores y enseñan a otros.
Joseph Lancaster (1778-1838) trabajó en los barrios pobres de Londres. Los alumnos monitores enseñaban a los demás estudiantes, colocados en semicírculos en las aulas, mediante actividades progresivas previamente programadas.
Para llevar a la práctica estos principios orientativos, debemos tener en cuenta:
La capacidad de autonomía de los participantes que está en relación directa con su experiencia en el aprendizaje, su madurez psicosocial, su independencia de criterio (independencia de campo) y, en general, con su hábito de tomar decisiones por sí mismo.
La flexibilización que debe entenderse como una forma o estilo de interacción del educador con los participantes, preguntando posibilidades, recogiendo sugerencias, pidiendo ejemplos personales, haciendo referencias a las experiencias de los participantes, utilizando la ayuda mutua, alargando los tiempos de los más lentos, dialogando con los más diligentes, aprovechando momentos muertos para dar consejos personalizados, etcétera.
Los materiales que previamente hemos preparado (libros, manuales, fichas, etc.), los medios comunitarios o de aula (la tecnología en general y la informática en particular, las bibliotecas, los museos, etc.) y, fundamentalmente, los recursos elaborados por los propios participantes; pues suponen buenas soluciones que ayudan a diversificar el aprendizaje.
La combinación de agrupamientos también enriquece las formas de aprendizaje y flexibiliza los ritmos, los focos de interés, los tipos de tareas, etc.
En general, el docente o educador debe alternar papeles de dirección, observación, derivación y orientación, despolarizando el centro de la acción de sí mismo hacia el grupo y sus integrantes.
El mantener agrupamientos, cada día más hetereogéneos -la diversidad es además la norma, afortunadamente, en nuestra sociedad. Lo cierto es que no hay dos personas iguales-, requiere del dominio de estrategias y recursos de atención a la diversidad.
Los dos pilares básicos de esta orientación son la promoción o progresos continuos y la autonomía en el aprendizaje. Por un lado, conviene evitar las rupturas y saltos en el aprendizaje; por otra, debe abandonarse el protagonismo del docente o educador, que expone una explicación general para todo el grupo, y hacer descansar el protagonismo del aprendizaje en los alumnos, estudiantes y participantes.
Desde esta perspectiva, es necesario distinguir entre el autoaprendizaje y la necesidad de previsión universal de todos los posibles itinerarios y opciones que puede elegir el formado. Podemos apreciar estos matices con experiencias que ya se han experimentado a lo largo de la historia.
Podemos hacer mención de dos experiencias de apoyo o enseñanza mutua:
Andrew Bell (1753-1832) trabajó en el Instituto Madrás (India) de la Compañía de las Indias Orientales con los huérfanos de militares ingleses. El alto número de estudiantes y la escasez de recursos humanos le llevó a diseñar un sistema organizativo en el que unos alumnos se consideran monitores y enseñan a otros.
Joseph Lancaster (1778-1838) trabajó en los barrios pobres de Londres. Los alumnos monitores enseñaban a los demás estudiantes, colocados en semicírculos en las aulas, mediante actividades progresivas previamente programadas.
Para llevar a la práctica estos principios orientativos, debemos tener en cuenta:
La capacidad de autonomía de los participantes que está en relación directa con su experiencia en el aprendizaje, su madurez psicosocial, su independencia de criterio (independencia de campo) y, en general, con su hábito de tomar decisiones por sí mismo.
La flexibilización que debe entenderse como una forma o estilo de interacción del educador con los participantes, preguntando posibilidades, recogiendo sugerencias, pidiendo ejemplos personales, haciendo referencias a las experiencias de los participantes, utilizando la ayuda mutua, alargando los tiempos de los más lentos, dialogando con los más diligentes, aprovechando momentos muertos para dar consejos personalizados, etcétera.
Los materiales que previamente hemos preparado (libros, manuales, fichas, etc.), los medios comunitarios o de aula (la tecnología en general y la informática en particular, las bibliotecas, los museos, etc.) y, fundamentalmente, los recursos elaborados por los propios participantes; pues suponen buenas soluciones que ayudan a diversificar el aprendizaje.
La combinación de agrupamientos también enriquece las formas de aprendizaje y flexibiliza los ritmos, los focos de interés, los tipos de tareas, etc.
En general, el docente o educador debe alternar papeles de dirección, observación, derivación y orientación, despolarizando el centro de la acción de sí mismo hacia el grupo y sus integrantes.
Muy interesante tu blog , volveré , un saludo desde esta isleña mañana
ResponderEliminarHola amiga Verónica:
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog y comentar en el mismo. Me pasaré por el tuyo para compartir reflexiones y pensamientos.
Recibe un abrazote amiga.
Hola Nieves, hola Malo Malísimo, hola Chuly, hola Estela:
ResponderEliminarOs respondo aquí a vuestros comentarios al post anterior.
- Nieves, comparto tu opinión: Buena gestión de los recursos humanos y ética, honestidad, transparencia y claridad; Y por supuesto luchar por sonseguir su meta sin atacar a nadie o arrollar a nadie.
- Malo Malísimo, a más me introduzco en el ámbito de la enseñanza más me doy cuenta de lo poco que sabemos. Uno se queda maravillado con los fabulosos resultados que se consiguen simplemente cambiando de metodología didáctica. Hasta ahora hemos intervenido en grupos homogéneos en conocimientos, el que no valía era excluido del grupo. En ese tipo de intervención sí valía el método tradicional. En la actualidad se trabaja con grupos hetereogéneos, en los que hay que desplazar el centro de la acción del docente hacia el grupo y sus integrantes. Los resultados son increibles, te dicen esto tanto autores relevantes como docentes que están llevando a cabo este tipo de experiencias en sus centros. La opción es la autodisciplina por apasionamiento.
- Chuly, tienes razón nos sobran tantos recursos como complejos. En cuanto abandonemos nuestros complejos esos recursos se multiplicarán y centuplicarán.
- Estela, vuelvo a probar a pasarme por tu blog; a ver si ahora no se bloquea mi ordenador. Gracias por compartir el optimismo por la vida.
Recibid un muy fuerte abrazote amig@s.
Si algún docente no encuentra alternativas y métodos varios para ayudar a sus alumnos, Javier es que no ha encontrado tu blog.
ResponderEliminarHabrá que darle publicidad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Abrazos. Nieves.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarINTRUSIMO POR DEFECTO: LA DESPROFESIONALIZACION EN EDUCACIÓN
ResponderEliminarNo sé si corresponde ni si el momento, pero suelto mi reflexión de hoy. Tiene que ver con el intrusismo por decreto en educación ¿A qué me refiero? De entrada decir que me voy a centrar en Extremadura, por ser aquí donde trabajo.
Si yo quiero entrar en una lista de interinos, se me exige una serie de requisitos (aprobar el primer el examen o el total de la oposición y tener una titulación adecuada a la especialidad. Todas ellas recogidas en el decreto correspondiente). Si no cumples estos requisitos, no trabajas por la especialidad. Es decir, un excelente matemático no podría da clases de matemáticas sacando un cuatro en la oposción, al igual que un virtuoso músico no podría impartir la materia con menos de un cinco en el examen. Hasta aquí de acuerdo, hay un artículado en un decreto que marca estas limitaciones, y si quieres jugar, esas son las reglas del juego.
Pero sin embargo la administración se toma a guasa este decreto creado por ellos, y no dudan en asignar asignaturas dispares a profesionales que no tienen nada que ver con ellas. Los equipos directivos, atendiendo a los chanchullos de su cortijo piden plazas imposibles, y la inspección de turno asiente, sin saber muy bien le porqué. ¿Casos particulares y que ilustren esta reflexión? Muchisimos, pero empiezo por el mío. Soy profesor de francés desde el curso 2000/2001, y para rellenar horario he impartido en diferentes asignaturas, como Lengua, historia... que hasta cierto punto son asumibles.
Pero a lo largo de estos años he vivido dos asignaciones ridículas. La primera hace dos cursos, donde era tutor de un grupo al que no impartía clases ¿cómo es posible conocer y atender las necesidades de alumnos a lo que ves una hora por semana y a los que no les das clase? Y la otra asignación sin sentido ha sido este año, donde el 50% de mi horario lectivo lo dedico a mi asignatura, el francés, pero el otro 50% imparto música, que ni sé ni me gusta ¿cómo voy a transmitir a mis alumnos gusto por una materia que no me agrada y que NO DOMINO? ¿Es así como la administarción va a reducir el fracaso escolar y va a mejorar el índice de aprobados? Es evidente que Un licenciado en francés no tiene porque saber música, al igual que un musicólogo no tiene que saber francés ¿Quien has sido capaz de establecer una premisa tan falta de sentido? ¿y quién ha sido capaz de autorizarla?
Sin duda esta actuación de los responsables de la administración educativa es una burla hacia los padres, los alumnos y el profesorado ¿Qué dirían si van al hospital con una fractura en vez de atenderles un traumatólogo les atendiera un otorrino? Si, los dos son médicos, de acuerdo, pero cada uno domina su campo, y no se mete en otros. En educación esto no funciona así, y la lógica desaparece ante una serie de decisiones que no atendera a otros criterios que los suyos propios.
Hola Javier.
ResponderEliminarAunque hace tiempo que no dejo ningún comentario en tu blog, te voy siguiendo cuando mi tiempo me lo permite, bueno…y si no también, que un ratillo siempre se saca.
El no comentar se debe en parte a la ignorancia acerca de determinados temas que abordas (otra es la falta de tiempo, que no de ganas e interés), novedosos para mí en cuanto a la metodología que podría ser más propicia para lograr resultados más óptimos (como en el tema de la educación, del que sólo tengo referencias en primera persona, como sujeto pasivo del mismo), habida cuenta de que desconozco los resultados empíricos que podrían acontecer de llevarse a cabo dichos cambios, aunque tú nos refieres diversos autores que rompieron los esquemas establecidos y lograron resultados más que óptimos. Imagino que el no haber seguido por ese camino se debe más a la falta de medios que de interés por cambiar el devenir de la inercia en que la vida nos sume.
De todos modos agradezco nos instruyas en las posibilidades existentes para lograr mejorar las cosas en esta parcela (la educación), así como en otras,
Besos,
María.
Hola Nieves, hola Alfonso, hola María:
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.
- Nieves, la verdad es que a más me introduzco en temas de didáctica más se queda uno hipnotizado por la enorme cantidad de recursos con los que se encuentra y que posibilitaría, de aplicarse, acabar con el fracaso académico de una forma total.
- Alfonso, es muy positivo que se hable de estas experiencias que expones y que es el pan nuestro de cada día. La comunidad educativa debe de hablar más sobre aquellas actuaciones que no son coherentes y que sufren nuestros alumnos. No obstante si se adoptaran metodologías participativas muchos obstáculos serían superados con facilidad. Mi apuesta es el docente como facilitador de posibilidades. Por ejemplo la asignatura de música que propones, si adoptamos la metodología de comunidad educativa, sería posible aprovechar los conocimientos de aquellos alumnos que cuenten con conocimientos de la materia; muchas veces en la clase hay alumnos que cursan estudios en el conservatorio de la ciudad. Ellos serían los encargados de trasladar los conocimientos al resto. Eso los capacitaría además, a estos alumnos, para ir tomando soltura en otras habilidades y roles a las comunes establecidas para los alumnos. Otros alumnos también podrían trasladar conocimientos específicos al conjunto de la clase, así su imagen personal, su autovaloración y estima crece, y la retroalimentación los refuerza.
- María, un docente no tiene que justificar el no intervenir educativamente por falta de medios, la falta de medios es una posibilidad; a menos medios más imaginación y creatividad hay que poner en el proceso educativo, eso no es negativo sino todo lo contrario. El gran problema es cambiar de metodología, ver posibilidades donde antes encontrábamos dificultades insalvables. Como suelo decir, poner una guía y orientar a un arbolito joven es fácil, intentar orientar y guiar a un árbol maduro o viejo es imposible. Creo que la solución está en establecer nuevos sistema de selección del profesorado para que los nuevos contratados no se encuentren contaminados por prácticas verbalistas de memorización mecánica que el método tradicional de clase magistral impone.
Recibid un muy fuerte abrazote amig@s.