He de confesar que me encanta comentar tus artículos amigo Paco. Tienen unas posibilidades impresionantes. En el que nos remites hoy dices algo muy interesante, en concreto "me molesta que me digan cuando lo hago bien, prefiero que me digan lo que hago mal".
Hoy te voy a trasladar un secreto, que como diría Nietzsche está por encima del bien y del mal.
Ya sabes de mi pasión por la ciencia. Creo firmemente en aquello de que el ser humano no tiene ideología que realizar. Lo nuestro es desplegar conductas habilidosas que posibiliten, al tiempo que nuestra subsistencia como especie, el desarrollo integral de todas nuestras capacidades cognitivas, emocionales y sociales.
El ser humano viene dotado genéticamente por naturaleza con todas sus potencialidades listas para ser desplegadas de forma adecuada (o alguien puede decir que un recién nacido es o va a ser un delincuente en potencia), lo que hace que una persona desarrolle una conducta poco habilidosa no son los genes, sino el contexto de socialización con el que interactúa.
Pongamos un ejemplo para entenderlo: Si un recién nacido en Andalucía lo adoptara una familia del entorno independentista radical vasco y fuera educado en un contexto social cuyos valores fuerza fueran el odio visceral a los demás, no sería nada extraño que ese niño, cuando cumpla los 18 años, esté implicado en la kale borroka.
Por lo tanto amigo Paco ni yo ni nadie te podemos decir lo que haces bien o haces mal, simplemente podemos interactuar entre nosotros para acordar, entre ambos, lo que sería deseable para ti y para mi como conducta socialmente habilidosa que nos permita, también a ambos, desplegar todas nuestras posibilidades y potencialidades que, como seres humanos, tenemos.
Esta es la primera cuestión a tener en cuenta, la segunda y más difícil es educar nuestras conductas hacia lo socialmente habilidoso. Extinguir un hábito es muy, muy difícil (aunque no imposible), fijaos en todos aquellos que desean dejar de fumar y no pueden; es por ello que la comprensión es más que necesaria (acuerdate de Jesús con su perdónalos porque no saben lo que hacen). Lo más efectivo es garantizar contextos de socialización adecuados a los seres humanos desde que nacen, pero dado lo dificultoso de esta tarea no queda otra que pensar y pensar como optimizar nuestras intervenciones.
Esto es simplemente un punto de vista sujeto al principio adleriano de que puede ser así como todo lo contrario.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
Hoy te voy a trasladar un secreto, que como diría Nietzsche está por encima del bien y del mal.
Ya sabes de mi pasión por la ciencia. Creo firmemente en aquello de que el ser humano no tiene ideología que realizar. Lo nuestro es desplegar conductas habilidosas que posibiliten, al tiempo que nuestra subsistencia como especie, el desarrollo integral de todas nuestras capacidades cognitivas, emocionales y sociales.
El ser humano viene dotado genéticamente por naturaleza con todas sus potencialidades listas para ser desplegadas de forma adecuada (o alguien puede decir que un recién nacido es o va a ser un delincuente en potencia), lo que hace que una persona desarrolle una conducta poco habilidosa no son los genes, sino el contexto de socialización con el que interactúa.
Pongamos un ejemplo para entenderlo: Si un recién nacido en Andalucía lo adoptara una familia del entorno independentista radical vasco y fuera educado en un contexto social cuyos valores fuerza fueran el odio visceral a los demás, no sería nada extraño que ese niño, cuando cumpla los 18 años, esté implicado en la kale borroka.
Por lo tanto amigo Paco ni yo ni nadie te podemos decir lo que haces bien o haces mal, simplemente podemos interactuar entre nosotros para acordar, entre ambos, lo que sería deseable para ti y para mi como conducta socialmente habilidosa que nos permita, también a ambos, desplegar todas nuestras posibilidades y potencialidades que, como seres humanos, tenemos.
Esta es la primera cuestión a tener en cuenta, la segunda y más difícil es educar nuestras conductas hacia lo socialmente habilidoso. Extinguir un hábito es muy, muy difícil (aunque no imposible), fijaos en todos aquellos que desean dejar de fumar y no pueden; es por ello que la comprensión es más que necesaria (acuerdate de Jesús con su perdónalos porque no saben lo que hacen). Lo más efectivo es garantizar contextos de socialización adecuados a los seres humanos desde que nacen, pero dado lo dificultoso de esta tarea no queda otra que pensar y pensar como optimizar nuestras intervenciones.
Esto es simplemente un punto de vista sujeto al principio adleriano de que puede ser así como todo lo contrario.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
No hay comentarios:
Publicar un comentario