Entre las orientaciones metodológicas que las leyes educativas establecen para favorecer el proceso de enseñanza-aprendizaje, se encuentran las siguientes:
a) Crear un ambiente afectivo, cálido y seguro entre el educador y el educando.
b) Propiciar una estructura que facilite y posibilite la relación y la participación entre educadores, padres y alumnos.
c) Valorar desde el centro lo que se realiza en casa y convertir a los padres en agentes educativos.
Algo se podría mejorar en el sistema educativo para cumplir y hacer cumplir estos principios, más cuando la realidad constatable en los centros educativos es aquella en la que la relación entre profesor-alumno es fría, distante, de extrañeza e ignorancia mutua; cuando los índices de participación e interacción entre educadores, padres y educandos son escasos cuando no nulos; y cuando no existen ni se dan desde el ámbito de la enseñanza instrucciones claras y formación precisa para hacer de los padres de alumnos unos verdaderos y competentes agentes educativos conocedores de los objetivos que para sus hijos se propone el sistema, de las capacidades que se van a requerir de ellos, de los contenidos que se van a trabajar y de la metodología y criterios de evaluación que se emplearán para que la intervención educativa, la práctica docente, garantice unos resultados óptimos y superadores de los índices de fracaso escolar que padecemos.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
a) Crear un ambiente afectivo, cálido y seguro entre el educador y el educando.
b) Propiciar una estructura que facilite y posibilite la relación y la participación entre educadores, padres y alumnos.
c) Valorar desde el centro lo que se realiza en casa y convertir a los padres en agentes educativos.
Algo se podría mejorar en el sistema educativo para cumplir y hacer cumplir estos principios, más cuando la realidad constatable en los centros educativos es aquella en la que la relación entre profesor-alumno es fría, distante, de extrañeza e ignorancia mutua; cuando los índices de participación e interacción entre educadores, padres y educandos son escasos cuando no nulos; y cuando no existen ni se dan desde el ámbito de la enseñanza instrucciones claras y formación precisa para hacer de los padres de alumnos unos verdaderos y competentes agentes educativos conocedores de los objetivos que para sus hijos se propone el sistema, de las capacidades que se van a requerir de ellos, de los contenidos que se van a trabajar y de la metodología y criterios de evaluación que se emplearán para que la intervención educativa, la práctica docente, garantice unos resultados óptimos y superadores de los índices de fracaso escolar que padecemos.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
¡Hola a todos!
ResponderEliminarSolo escribo para haceros una recomendación: si gusta leer os informo que ha salido el nuevo libro de Lucia Etxebarria:
“Lo que los hombres no saben” una recopilación de relatos eróticos. He leído algunos fragmentos y tiene buena pinta.
¡Promete!