Determinismo tecnológico y ecología. Reflexión sobre las preguntas implícitas formuladas por Rafael Pla en su artículo de igual nombre.
Javier Caso Iglesias (Ateneo Valeriano Orobón Fernández) [18.05.2006 09:01] - 477 lecturas - 2 comentarios Artículo/noticia publicado/a en Kaosenlared.net en el apartado de Libre Publicación NO seleccionada por el Kolectivo Editorial
Determinismo tecnológico y ecología. Reflexión sobre las preguntas implícitas formuladas por Rafael Pla en su artículo de igual nombre.
De vez en cuando uno se pone a ordenar esos documentos y papeles que suele ir recopilando a lo largo del tiempo por parecernos significativos en un momento dado de nuestra evolución personal.
Ayer me topé, en el proceso de esta labor descrita, con un documento que en su momento, al igual que ahora, me resultó muy estimado por el valor de su contenido.
El documento en cuestión era un texto del compañero Rafael Pla titulado "Determinismo tecnológico y ecología".
Al tener de nuevo entre mis manos el texto, recordé que mi intención en el momento en que me lo bajé de internet y lo imprimí, hace de esto algo más de un año, era el de comentarlo, al objeto de dar mi opinión personal sobre el interesante tema que en el texto, de este compañero de la Universidad de Valencia, se aborda; así como remitir al mismo Rafael y a aquellas personas de mi confianza, que sé que estas cuestiones les interesan, el citado comentario.
Las circunstancias han querido que esa labor que debía haber realizado hace más de un año proceda a realizarla ahora, pues sigo estando igual de interesado en opinar sobre el texto de Rafael Pla por entender que es un texto que merece nuestra atenta consideración.
Lo que más me ha llamado la atención del artículo de Rafael Pla, es el énfasis, que por otra parte comparto, en los factores subjetivos en cualquier proceso de cambio; y en concreto en los agentes humanos para que el cambio social se haga realidad. Lenin fue uno de los mejores y mayores maestros en estos menesteres de aprovechar los factores subjetivos para impulsar el desarrollo de las capacidades y fuerzas productivas en su totalidad dialéctica (objetiva-subjetiva y cuantitativa-cualitativa). La lástima que cabezas de esa altura de miras como la de Lenin no hayan -hayamos- tenido muchos de sus continuadores.
Por otra parte, vista la experiencia del desarrollo de las fuerzas productivas, del avance de la ciencia y de las tecnologías en la actualidad, hay que reconocer que Marx tenía razón y que, a pesar de que los factores subjetivos, a pesar de que el agente humano haya podido con su irracionalidad y falta de madurez, ralentizar en algunos casos y escindir en otros el desarrollo dialéctico de las fuerzas y capacidades productivas en sus vertientes objetiva-subjetiva/cuantitativa-cualitativa, este sigue inexorablemente su tendencia al desarrollo en pos del fin que le es propio a su naturaleza.
Esta es una evidencia que continuará en el futuro y además con una estación de paso cierta que, en lo relativo a la estación, será aquella en la que sepultemos los restos del sistema capitalista; pues recordemos a Marx cuando nos decía que el capitalismo y los capitalistas son simplemente una fase en el desarrollo histórico de las fuerzas y capacidades productivas, no más; y por tanto con fecha cierta de caducidad.
Seguro que no ha pasado inadvertida la expresión relativa a la fecha de caducidad. Esto es algo que sólo dependerá de nosotros. La fecha cierta será cuando el sujeto histórico, el agente humano, el factor subjetivo madure y determine cuales son sus condiciones de posibilidad aquí y ahora, o sea, el que hacer y el como hacerlo en las sociedades del siglo XXI en las que vivimos y que tienen hechos diferenciales sustanciales (tanto objetivos-subjetivos como cuantitativos-cualitativos) con respecto a las sociedades del siglo pasado; y en primerísimo lugar a las formas aversivas en su totalidad, a las que tendemos, por nuestra naturaleza, a su rechazo.
También es cierto que, si el factor subjetivo sigue en la indeterminación que hasta ahora, será la propia e inherente tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas la que nos lleve a esa estación y mucho más allá, aunque por un camino más tortuoso y largo. No hay que olvidar que las fuerzas productivas en su totalidad, tanto objetiva como subjetiva, están conformadas por materia -como todo lo que existe en el universo según la definición académica- y que la materia tiene una tendencia innata al desarrollo que sigue invariablemente hasta alcanzar la naturaleza que le es propia. Hay que poner atención en la potencialidad de esa tendencia, la cual, y sin intervención ajena ninguna, ha sido capaz -sumando agregados de moléculas y átomos- de crear seres tan complejos como los que existen sobre la faz de la tierra: plantas, animales, seres humanos; logrando para estos últimos, incluso, la capacidad propia de pensar.
Decía Francis Bacon que la naturaleza, para transformarla, hay primero que obedecerla. Y este es uno de nuestros principales problemas como agentes humanos, como factor subjetivo, que no nos hemos preocupado de conocer sus leyes, sus tendencias y sus posibilidades; o al menos no en demasía. Pasamos con nuestros paradigmas, como los llamaría Kuhn en cuanto a conceptos, de sobreexplotarla a virginizarla, de un extremo a otro como se puede ver, sin ser capaces de atender lo que nos pide, sin ser capaces de obedecerla en su naturaleza y en su clamor que, desde los tiempos de Aristóteles, debería ser claro ya para la especie humana.
Por qué nos resulta tan difícil, como humanos, situarnos en un término medio y obtener de ella su máxima potencialidad de una forma sostenible. Reitero: Máxima potencialidad de una forma sostenible. O sea, integrando dialécticamente en una síntesis superadora los dos extremos que ciertos grupos sociales sustentan como antagónicos en la realidad empírica actual.
En consecuencia con lo dicho y respondiendo en cierta medida a las preguntas que nos plantea el artículo de Rafael Pla, no creo posible una hecatombe ecológica, pues seremos capaces, como siempre lo hemos sido a lo largo de nuestra historia, de cambiar de rumbo y corregir, a pesar de los alarmistas y desconfiados en la naturaleza de la sustancia que nos constituye, el problema del cambio climático, el de las fuentes de energía, el de los residuos, el de la seguridad alimentaria, el del agotamiento de las materias primas, etc...
Seremos capaces, también, y tengo la confianza en ello que, bien por lo subjetivo o por lo objetivo, pasaremos de un desarrollo cuantitativo a otro cualitativo; así como que seremos capaces de construir un sistema cada vez más abierto, interaccionador con su entorno y expulsador de entropía al mismo; y receptor, en la misma medida, de neguentropía que innove y construya un futuro que, a pesar de no estar escrito, dialécticamente podemos percibir.
Javier Caso Iglesias (Ateneo Valeriano Orobón Fernández) [18.05.2006 09:01] - 477 lecturas - 2 comentarios Artículo/noticia publicado/a en Kaosenlared.net en el apartado de Libre Publicación NO seleccionada por el Kolectivo Editorial
Determinismo tecnológico y ecología. Reflexión sobre las preguntas implícitas formuladas por Rafael Pla en su artículo de igual nombre.
De vez en cuando uno se pone a ordenar esos documentos y papeles que suele ir recopilando a lo largo del tiempo por parecernos significativos en un momento dado de nuestra evolución personal.
Ayer me topé, en el proceso de esta labor descrita, con un documento que en su momento, al igual que ahora, me resultó muy estimado por el valor de su contenido.
El documento en cuestión era un texto del compañero Rafael Pla titulado "Determinismo tecnológico y ecología".
Al tener de nuevo entre mis manos el texto, recordé que mi intención en el momento en que me lo bajé de internet y lo imprimí, hace de esto algo más de un año, era el de comentarlo, al objeto de dar mi opinión personal sobre el interesante tema que en el texto, de este compañero de la Universidad de Valencia, se aborda; así como remitir al mismo Rafael y a aquellas personas de mi confianza, que sé que estas cuestiones les interesan, el citado comentario.
Las circunstancias han querido que esa labor que debía haber realizado hace más de un año proceda a realizarla ahora, pues sigo estando igual de interesado en opinar sobre el texto de Rafael Pla por entender que es un texto que merece nuestra atenta consideración.
Lo que más me ha llamado la atención del artículo de Rafael Pla, es el énfasis, que por otra parte comparto, en los factores subjetivos en cualquier proceso de cambio; y en concreto en los agentes humanos para que el cambio social se haga realidad. Lenin fue uno de los mejores y mayores maestros en estos menesteres de aprovechar los factores subjetivos para impulsar el desarrollo de las capacidades y fuerzas productivas en su totalidad dialéctica (objetiva-subjetiva y cuantitativa-cualitativa). La lástima que cabezas de esa altura de miras como la de Lenin no hayan -hayamos- tenido muchos de sus continuadores.
Por otra parte, vista la experiencia del desarrollo de las fuerzas productivas, del avance de la ciencia y de las tecnologías en la actualidad, hay que reconocer que Marx tenía razón y que, a pesar de que los factores subjetivos, a pesar de que el agente humano haya podido con su irracionalidad y falta de madurez, ralentizar en algunos casos y escindir en otros el desarrollo dialéctico de las fuerzas y capacidades productivas en sus vertientes objetiva-subjetiva/cuantitativa-cualitativa, este sigue inexorablemente su tendencia al desarrollo en pos del fin que le es propio a su naturaleza.
Esta es una evidencia que continuará en el futuro y además con una estación de paso cierta que, en lo relativo a la estación, será aquella en la que sepultemos los restos del sistema capitalista; pues recordemos a Marx cuando nos decía que el capitalismo y los capitalistas son simplemente una fase en el desarrollo histórico de las fuerzas y capacidades productivas, no más; y por tanto con fecha cierta de caducidad.
Seguro que no ha pasado inadvertida la expresión relativa a la fecha de caducidad. Esto es algo que sólo dependerá de nosotros. La fecha cierta será cuando el sujeto histórico, el agente humano, el factor subjetivo madure y determine cuales son sus condiciones de posibilidad aquí y ahora, o sea, el que hacer y el como hacerlo en las sociedades del siglo XXI en las que vivimos y que tienen hechos diferenciales sustanciales (tanto objetivos-subjetivos como cuantitativos-cualitativos) con respecto a las sociedades del siglo pasado; y en primerísimo lugar a las formas aversivas en su totalidad, a las que tendemos, por nuestra naturaleza, a su rechazo.
También es cierto que, si el factor subjetivo sigue en la indeterminación que hasta ahora, será la propia e inherente tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas la que nos lleve a esa estación y mucho más allá, aunque por un camino más tortuoso y largo. No hay que olvidar que las fuerzas productivas en su totalidad, tanto objetiva como subjetiva, están conformadas por materia -como todo lo que existe en el universo según la definición académica- y que la materia tiene una tendencia innata al desarrollo que sigue invariablemente hasta alcanzar la naturaleza que le es propia. Hay que poner atención en la potencialidad de esa tendencia, la cual, y sin intervención ajena ninguna, ha sido capaz -sumando agregados de moléculas y átomos- de crear seres tan complejos como los que existen sobre la faz de la tierra: plantas, animales, seres humanos; logrando para estos últimos, incluso, la capacidad propia de pensar.
Decía Francis Bacon que la naturaleza, para transformarla, hay primero que obedecerla. Y este es uno de nuestros principales problemas como agentes humanos, como factor subjetivo, que no nos hemos preocupado de conocer sus leyes, sus tendencias y sus posibilidades; o al menos no en demasía. Pasamos con nuestros paradigmas, como los llamaría Kuhn en cuanto a conceptos, de sobreexplotarla a virginizarla, de un extremo a otro como se puede ver, sin ser capaces de atender lo que nos pide, sin ser capaces de obedecerla en su naturaleza y en su clamor que, desde los tiempos de Aristóteles, debería ser claro ya para la especie humana.
Por qué nos resulta tan difícil, como humanos, situarnos en un término medio y obtener de ella su máxima potencialidad de una forma sostenible. Reitero: Máxima potencialidad de una forma sostenible. O sea, integrando dialécticamente en una síntesis superadora los dos extremos que ciertos grupos sociales sustentan como antagónicos en la realidad empírica actual.
En consecuencia con lo dicho y respondiendo en cierta medida a las preguntas que nos plantea el artículo de Rafael Pla, no creo posible una hecatombe ecológica, pues seremos capaces, como siempre lo hemos sido a lo largo de nuestra historia, de cambiar de rumbo y corregir, a pesar de los alarmistas y desconfiados en la naturaleza de la sustancia que nos constituye, el problema del cambio climático, el de las fuentes de energía, el de los residuos, el de la seguridad alimentaria, el del agotamiento de las materias primas, etc...
Seremos capaces, también, y tengo la confianza en ello que, bien por lo subjetivo o por lo objetivo, pasaremos de un desarrollo cuantitativo a otro cualitativo; así como que seremos capaces de construir un sistema cada vez más abierto, interaccionador con su entorno y expulsador de entropía al mismo; y receptor, en la misma medida, de neguentropía que innove y construya un futuro que, a pesar de no estar escrito, dialécticamente podemos percibir.
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