4ª entrega de esta sección que hemos denominado "Tirando de Hemeroteca" y en la cual venimos publicando los artículos más relevantes de Paco Puche. Son textos de hace poco tiempo que rescatamos y ponemos de nuevo en actualidad por el hecho de esclarecer cuestiones plenamente vigentes, así como por el renovado interés que el tema está suscitando. En esta ocasión el texto que esta sección os recomienda es el siguiente:
Botín
Paco Puche, 12/12/2011. Texto publicado en Rebelión
Este término polisémico es percibido de distinta manera según personas y circunstancias.
Así, para unos será meramente un tipo de calzado; para otros, los más, querrá decir aquello de lo que se apoderan un grupo de ciudadanos que va, roba un banco y se reparten la “cosecha”; y para otros, cada vez más, será lo contrario de lo anterior, aquello que un banco se apodera de sus ciudadanos cuando van a pedir sus servicios y luego se reparte los beneficios.
Curiosamente este término, visto desde sus orígenes, sabemos que proviene del francés butin y ésta, a su vez del alemán medieval bûte. Casualidades de la vida.
Lo que sí podemos sospechar que la última acepción es la que se está imponiendo en el imaginario colectivo. Y no es que crean en la teoría de la conspiración o en otras cosas raras, es que todo el mundo sabe ya que han sido los bancos los que han recibido todos los dineros públicos (de los ciudadanos) para su rescate; ellos, que han sido los que han provocado el desastre. Por ejemplo, se calcula en más de 7.7 billones de dólares [1] lo que la Reserva Federal de EEUU ha aportado en el salvataje de los bancos (más de la mitad de su PIB), y que la banca europea ha recibido en los dos últimos años ayudas por valor de 1.6 billones de euros, frente a la economía real que solo las ha recibido por valor de 11.700 millones de euros, cien veces menos.
Mientras, las gentes pierden sus casas porque no puede pagar sus hipotecas y no reciben ni la menor ayuda, ni siquiera se legisla la modesta proposición de “dación en pago” para no tener que, a la vez que pierden su casa, ser perseguidos por el banco de por vida. La sacrosanta Constitución se puede cambiar en un rato, pero hacerla cumplir resulta imposible. Los artículos de derechos que reconocen el del trabajo y el de la vivienda provocan una carcajada siniestra, son papel mojado.
Por esto, el significado inverso, la acepción que define a “botín” como aquel atropello que perpetran los bancos sobre los ciudadanos de forma institucional, es la que merece ocupar el lugar de honor en los diccionarios, que es la que va ocupando en la mente del pueblo. La lengua es el habla democrática no la norma impuesta.
Resulta sorprendente que hasta la OCDE, entidad que agrupa a los 34 países más ricos del mundo y que tiene un carácter consultivo, denuncie en el día de hoy que la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado y ha alcanzado la mayor de las diferencias de los últimos 30 años, eso en 2008. O sea que la crisis ha beneficiado a los ricos. Por eso el 15 M dice con toda razón: “no es una crisis es una estafa”. Y Warren Buffet, unos de los magnates mayores del mundo, afirma que “claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando”.
Pero, ¿puede haber ricos buenos? No, porque su riqueza es a costa de la pobreza, explotación, saqueo, hambre y miseria de los muchos. Si no hubiese maquilas no existiría Zara. Si no se hubiese sometido durante cien años a los trabajadores al genocidio del amianto no habría Holcim, ni el magnate Schmidheiny, ni AVINA. Y sí, puede haber ricos buenos, porque no pueden evitar que el sistema capitalista los impulse inexorablemente a la explotación y miseria de los más. O sea, que muchos de los beneficios que les reporta el sistema no los pueden evitar. Por ello, para ser buenos de verdad han de dejar de ser ricos, resarciendo a sus damnificados.
El sistema, es, pues, mucho peor que la avaricia de los ricos, tipo Madoff, o que sus justificaciones calvinistas. La moralina (o la responsabilidad social corporativa) no puede arreglar el desaguisado a que nos ha abocado el capitalismo. Éste es intrínsecamente crísico y desigualitario. La crisis es culpa de un sistema que de forma inexorable está regido por leyes y mecanismos que lo llevan a un crecimiento exponencial que choca con la finitud del planeta, y a una sobreproducción en el mercado, también exponencial, que hace que abunden los alimentos, por ejemplo, en medio del hambre atroz. La desigualdad depende del estado de la lucha de clases, como bien saben los ricos.
Para seguir leyendo este interesante artículo pulsa sobre el siguiente enlace:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=141136
Botín
Paco Puche, 12/12/2011. Texto publicado en Rebelión
Este término polisémico es percibido de distinta manera según personas y circunstancias.
Así, para unos será meramente un tipo de calzado; para otros, los más, querrá decir aquello de lo que se apoderan un grupo de ciudadanos que va, roba un banco y se reparten la “cosecha”; y para otros, cada vez más, será lo contrario de lo anterior, aquello que un banco se apodera de sus ciudadanos cuando van a pedir sus servicios y luego se reparte los beneficios.
Curiosamente este término, visto desde sus orígenes, sabemos que proviene del francés butin y ésta, a su vez del alemán medieval bûte. Casualidades de la vida.
Lo que sí podemos sospechar que la última acepción es la que se está imponiendo en el imaginario colectivo. Y no es que crean en la teoría de la conspiración o en otras cosas raras, es que todo el mundo sabe ya que han sido los bancos los que han recibido todos los dineros públicos (de los ciudadanos) para su rescate; ellos, que han sido los que han provocado el desastre. Por ejemplo, se calcula en más de 7.7 billones de dólares [1] lo que la Reserva Federal de EEUU ha aportado en el salvataje de los bancos (más de la mitad de su PIB), y que la banca europea ha recibido en los dos últimos años ayudas por valor de 1.6 billones de euros, frente a la economía real que solo las ha recibido por valor de 11.700 millones de euros, cien veces menos.
Mientras, las gentes pierden sus casas porque no puede pagar sus hipotecas y no reciben ni la menor ayuda, ni siquiera se legisla la modesta proposición de “dación en pago” para no tener que, a la vez que pierden su casa, ser perseguidos por el banco de por vida. La sacrosanta Constitución se puede cambiar en un rato, pero hacerla cumplir resulta imposible. Los artículos de derechos que reconocen el del trabajo y el de la vivienda provocan una carcajada siniestra, son papel mojado.
Por esto, el significado inverso, la acepción que define a “botín” como aquel atropello que perpetran los bancos sobre los ciudadanos de forma institucional, es la que merece ocupar el lugar de honor en los diccionarios, que es la que va ocupando en la mente del pueblo. La lengua es el habla democrática no la norma impuesta.
Resulta sorprendente que hasta la OCDE, entidad que agrupa a los 34 países más ricos del mundo y que tiene un carácter consultivo, denuncie en el día de hoy que la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado y ha alcanzado la mayor de las diferencias de los últimos 30 años, eso en 2008. O sea que la crisis ha beneficiado a los ricos. Por eso el 15 M dice con toda razón: “no es una crisis es una estafa”. Y Warren Buffet, unos de los magnates mayores del mundo, afirma que “claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando”.
Pero, ¿puede haber ricos buenos? No, porque su riqueza es a costa de la pobreza, explotación, saqueo, hambre y miseria de los muchos. Si no hubiese maquilas no existiría Zara. Si no se hubiese sometido durante cien años a los trabajadores al genocidio del amianto no habría Holcim, ni el magnate Schmidheiny, ni AVINA. Y sí, puede haber ricos buenos, porque no pueden evitar que el sistema capitalista los impulse inexorablemente a la explotación y miseria de los más. O sea, que muchos de los beneficios que les reporta el sistema no los pueden evitar. Por ello, para ser buenos de verdad han de dejar de ser ricos, resarciendo a sus damnificados.
El sistema, es, pues, mucho peor que la avaricia de los ricos, tipo Madoff, o que sus justificaciones calvinistas. La moralina (o la responsabilidad social corporativa) no puede arreglar el desaguisado a que nos ha abocado el capitalismo. Éste es intrínsecamente crísico y desigualitario. La crisis es culpa de un sistema que de forma inexorable está regido por leyes y mecanismos que lo llevan a un crecimiento exponencial que choca con la finitud del planeta, y a una sobreproducción en el mercado, también exponencial, que hace que abunden los alimentos, por ejemplo, en medio del hambre atroz. La desigualdad depende del estado de la lucha de clases, como bien saben los ricos.
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http://www.rebelion.org/noticia.php?id=141136
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