jueves, 18 de agosto de 2011

Entrevista onírica (del griego "sueño" y "doctrina") a un personaje dialéctico. Diálogos controvérsicos entre Herminio y Javier

Pregunta.- ¿Cómo es posible que a unas frases (ideas o pensamientos) que no son tuyas, es decir, que son el efecto de otra realidad extraña sobre una mente ajena, puedas darle el valor de alguna entidad real y cómo pueden servirte de o como conclusión de nada ni de apoyo mínimamente válido para buscar, encontrar o demostrar tu verdad?

Respuesta.- Ninguna frase, ninguna palabra es en realidad nuestra; todas las hemos aprendido, es una falsa ilusión creerse autor de algo, más si pensamos que son las condiciones materiales las que determinan la conciencia; es el ambiente natural y el ambiente social, por sus consecuencias, quién está detrás de nuestros comportamientos, pensamientos y actos. La conducta verbal se conforma de idéntica manera que cualquier otro tipo de conducta. Lo mismo que la ética que no es otra cosa que la memoria de las consecuencias sociales si uno no actúa de determinada manera. Es por ello que no creo en los derechos de autor. Un distinguido pensador expresaba certeramente que, a diferencia de los tiempos actuales, donde todo se mercantiliza, en la antigüedad clásica los autores no sólo se copiaban entre ellos, sino que consideraban un honor que otras personas tomaran prestadas sus ideas, reflexiones y expresiones. El “derecho de autor” era inimaginable.
Algunas contingencias debo de compartir con quienes cito para que los repertorios de conducta que considero certeros los pueda expresar con sus mismas palabras.

Pregunta.- Vayamos a otro tema. El artículo de Miguel me parece claro, muy claro. Se podría decir con menos palabras, pero no con mayor claridad. El único problema es de entendimiento. ¿Por qué?

Respuesta.- Del artículo que escribe Miguel Seguin para Kaosenlared y titulado "Lucha de frases o lucha de clases" me han llamado la atención dos cuestiones. La primera de forma positiva, es la relativa a la ideología como instrumento de dominación. Esto es claro y obvio, por eso Marx y Engels no se cansaban de repetir que la clase obrera no tiene ideología que realizar: "el socialismo no es un estado que debe implantarse, o un ideal al que haya de sujetarse la realidad; nosotros llamamos socialismo al movimiento real que anula y supera cualquier estado de cosas existente". La segunda, de forma negativa, es la relativa a ese sentimiento plañidero por carecer de vanguardia política entendiendo por esto un partido. No terminamos de entender que Marx y Engels se referían a clase, no a partido. Llamaban a los proletarios a tomar conciencia, a transformarse en clase dominante. Por ello decían que "la emancipación de la clase obrera debe de ser obra de ella misma, de no ser así no será".
En este tema hay un punto de debate: el partido está para clarificar o para dirigir.
Yo apuesto por lo primero, pues lo segundo alienaría al proletariado. El partido sería algo así como la teoría de la que Marx decía que "puede abreviar y mitigar los dolores del parto". La función es transferir el control del partido al proletariado. De no ser así nunca se emancipará, pues esto ha de ser obra del proletariado mismo y no de vanguardias redentoras.

Pregunta.- Cuando dices, "la segunda, de forma negativa, es la relativa a ese sentimiento plañidero por carecer de vanguardia política entendiendo por esto un partido", ¿te refieres a esto otro, del autor?: "El proletariado llamado a la revolución, carece de vanguardia política ya que sobre sus organizaciones parasita una costra podrida de izquierda cuyo compromiso con el capital es aislar a la clase obrera de su rol revolucionario".

Respuesta.- Si en realidad existiera una vanguardia política estaría educando a la clase obrera para que se emancipara por sí misma, hasta ahora a lo largo de la historia y hasta nuestros tiempos no ha habido más que dirigentes que han aislado, con su intervencionismo, a la clase obrera de su rol revolucionario; y para afirmar esto a los hechos me remito. Todos los procesos revolucionarios han terminado en fracaso, burocratizados y resultando un pesado lastre para las aspiraciones de emancipación. Además han denigrado y emponzoñado incluso el lenguaje y las palabras. En el siglo XIX decir socialismo y comunismo era hablar de prácticas liberadoras, en el siglo XXI decir socialismo y comunismo es sinónimo de dictadura burocrática, corrupción y opresión del pueblo.

Pregunta.- Pero para llegar a ser clase dominante o lo consiguen organizadamente (y esto es organizados en un partido) o nunca lo conseguirán. Otra cosa es mantenerse. Y en cualquier organización, por fuerza lógica y natural, siempre existirán dirigentes.

Respuesta.- Una cosa es un partido clarificador y organizador y otra muy distinta e incluso antagónica, un partido dirigista de dirigentes. Yo recelo de los dirigentes dirigistas y de los dirigismos de los dirigentes en relación con los partidos. Representan modelos piramidales y jerárquicos superados por el tiempo. Aversivos. No necesariamente hay que organizarse en un partido, hay que estar organizados como clase social con conciencia de qué conductas son eficaces para conseguir un fin y cuales no lo son, hay que ser conscientes de qué contingencias y consecuencias funcionan y cuales no. Incluso si los partidos fueran necesarios hay que dirigirlos desde fuera por parte de la sociedad, de la clase social mayoritaria de esa sociedad que es la de los/as desposeídos/as de los medios de producción, que es la de los que se ganan el pan con el sudor de su trabajo y no viven de la plusvalía ajena. Aquí si creo y apuesto por esa labor de dirigir, es el pueblo soberano el único que debe de dirigir, es la clase social la que debe de dirigir tanto a las partitocracias como a los gestores de burocracias partidistas si consideramos que estas son útiles para algún fin. Las partitocracias o partidos son una herramienta más como la propia administración y han de gestionarse de la misma manera por parte del pueblo soberano. Por mi parte ni siquiera le doy el título de representante a un miembro de una partitocracia, su estatus es el de simples mandatados del pueblo soberano, empleados del mismo, sus servidores. En el último siglo hemos visto qué ocurre cuando un partitócrata asume el estatus de representante, termina traicionando a la clase social que lo eligió; y esto ha ocurrido tanto en las democracias burguesas como en los antiguos países del bloque soviético que terminaron aplicando una especie de capitalismo de estado para acabar sucumbiendo al neoliberalismo capitalista. Las partitocracias, las patronalescracia e incluso las sindicatocracias, son una superestructura más que siempre terminan trabando el desarrollo de las fuerzas productivas, superestructuras de las cuales nos hemos de liberar.

Pregunta.- Javier: ¿Es esta la conclusión a la que has llegado después de nuestro intenso debate a dos?

Respuesta.- El debate, esta controversia dialéctica mantenida contigo, me ha servido para clarificar ideas; pues toda observación es autoreferencial, dice más del observador que de lo observado.
Me reafirmo, por tanto, en ellas.-
Lo nuestro es ser un movimiento real que anule y supere cualquier estado de cosas existente, ninguna complacencia pues con superestructuras de cualquier tipo, ideológicas, organizativas, etc... Un movimiento real que someta todo a crítica implacable. Un movimiento real que crea que la emancipación de los seres humanos es obra de ellos mismos. Un movimiento real que sepa que las ideas, para que tengan fuerza material, han de arraigar en el conjunto de la sociedad. Un movimiento real que sepa que son las condiciones materiales de existencia las que determinan la producción de las ideas y representaciones de la conciencia. Un movimiento real que desconfíe de todo tipo de partitocracia que no se ponga a su servicio (incluso los gestores de burocracias pueden ser útiles siempre y cuando sepan que es el pueblo soberano el que manda).
Así que a asumir nuevos retos. A subvertir todo al estilo de Shiva, el destructor o transformador de toda la creación.

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