Nos brinda Luis Martínez un artículo muy esclarecedor sobre la verdadera causa de la actual crisis económica, centra su examen en algo que, a la mayoría de los analistas, les había pasado desapercibido o, al menos, a l@s ciudadan@s no nos lo habían trasladado; esto es, la nociva actuación que, para la buena salud de la economía, están provocando los especuladores financieros.
Sobre ellos carga las tintas y a ellos responsabiliza de esta situación, pues con la inversión en estos bienes -explica Luis Martínez-, los bienes básicos empiezan a comportarse como activos financieros. Entran a formar parte de la carrera especulativa y son susceptibles de crear nuevas burbujas, debido al calentamiento de su precio por parte de la inversión financiera mundial.
Dice también Luis Martínez, entre otras cosas, que "Si en 1993 los especuladores provocaron la crisis con sus ataques a monedas europeas, hoy atacan bienes básicos en todo el mundo, como los alimentos, la energía y la vivienda", "Así, gran parte de la fortuna de personajes como Georges Soros proviene de la especulación con monedas europeas en aquella época. En particular, Soros compró y vendió libras esterlinas, hasta multiplicar su fortuna. Pero los ataques no se restringieron a la moneda británica. Afectaron a otras monedas, como la lira italiana y la peseta española. El acoso de los especuladores alcanzó tal intensidad que doblegó la capacidad de defensa del tipo de cambio de los gobiernos en Europa"; para terminar afirmando que "La crisis financiera internacional y los ataques especulativos sobre productos básicos determinarán en buena parte el alcance y duración de la crisis española. La dependencia exterior en sectores básicos, como la energía y la financiación -por efecto de su desequilibrio comercial- pesan hoy, igual que hace quince años, como una losa. Una debilidad estructural que se convertirá en pérdida de empleo, según todos los expertos."
Mano dura por tanto, desde las políticas del gobierno, con los especuladores financieros; esos que hoy invierten sus capitales en el petróleo y lo encarecen abusivamente; esos que ayer invirtieron en bienes inmuebles y también pusieron sus precios por las nubes; esos que anteayer pusieron sus ojos en las divisas haciendo que con los euros, que tanto cuesta ganarlos, no se pueda adquirir ni la mitad de lo que por correspondencia antes se podía comprar con las pesetas.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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A continuación os traslado, por su relevancia e interés, el artículo completo de Luis Martínez, publicado en Nueva Tribuna hoy 28 de julio de 2008
1993-2008: Dos crisis paralelas y distintas
La economía española se enfrenta a la primera crisis del mundo globalizado en una situación muy diferente a la de 1993. En aquella ocasión, los especuladores atacaron el sistema cambiario europeo. Hoy atacan bienes básicos, como el petróleo, la vivienda y los alimentos.
Luis Martínez
Nada tienen en común las dos últimas grandes crisis de la economía española. Sin embargo, sus efectos se dejan sentir hoy como entonces: más paro, mayor inflación y menos dinero en el bolsillo. Si 1993 trajo consigo el fin de determinada política monetaria, la actual crisis no sabemos cuándo ni cómo acabará, pero dejará, eso sí, un reguero de despidos y suspensiones de pagos por el camino. Si en 1993 los especuladores provocaron la crisis con sus ataques a monedas europeas, hoy atacan bienes básicos en todo el mundo, como los alimentos, la energía y la vivienda. Hoy la crisis no se restringe a Europa sino que asistimos a la primera crisis del mundo globalizado. Una crisis financiera que ha restringido el crédito en todo el mundo y que puede dar al traste con más de una década de crecimiento español ininterrumpido.
Remontarse a 1993 es remontarse a la época en que España dejaba de ser “el país donde más fácil era hacerse rico”, según afirmaba el entonces ministro de Economía español, Carlos Solchaga, que fue relevado ese mismo año y sustituido por Pedro Solbes. Por aquel entonces, la economía española destruía un millar de empleos al día y sufría una tasa de inflación próxima al 5 por ciento, igual que hoy, más o menos. Hasta aquí las semejanzas puesto que, entonces, las cuentas públicas arrastraban un déficit que, en 1993, alcanzó el 6,7 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto), mientras que hoy, en general, las cuentas públicas están saneadas. Sin embargo, Solbes ya ha anunciado que este año el Estado gastará más de lo que ingrese, incurriendo por tanto en un déficit que será “de décimas”.
Tanto entonces como ahora, la inflación se ha situado en torno al 5 por ciento, muy lejos de sus niveles óptimos. Hoy, sin embargo, Solbes no puede acudir a la devaluación de la moneda, una medida a la que se recurrió en aquella crisis hasta en cuatro ocasiones, si bien es verdad que la crisis de 1993 fue precisamente una crisis del sistema cambiario europeo, muy vulnerable a los ataques de los especuladores. Así, gran parte de la fortuna de personajes como Georges Soros proviene de la especulación con monedas europeas en aquella época. En particular, Soros compró y vendió libras esterlinas, hasta multiplicar su fortuna. Pero los ataques no se restringieron a la moneda británica. Afectaron a otras monedas, como la lira italiana y la peseta española. El acoso de los especuladores alcanzó tal intensidad que doblegó la capacidad de defensa del tipo de cambio de los gobiernos en Europa.
Hoy, los especuladores atacan otros bienes, como la energía, los alimentos y la vivienda, siempre básicos. Y no sólo en Europa, como en 1993, sino en todo el mundo. La libertad de movimiento de capitales ha provocado que activos reales terminen comportándose como activos financieros. Sin embargo, para llegar a este punto, los especuladores financieros han dejado por el camino un reguero de pérdidas, que se inicia en los años 90, cuando el dinero se concentró en las llamadas “punto.com”, las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías de la información, cuyo valor en Bolsas fue “recalentado” hasta el punto de formar una burbuja, que terminó explotando, con pérdidas millonarias. Más tarde, los especuladores financieros concentraron su atención en la vivienda. Al invertir en inmuebles, se inauguraba el fenómeno de la “financiarización” de activos reales. Con la inversión en estos bienes, los bienes básicos empiezan a comportarse como activos financieros. Entran a formar parte de la carrera especulativa y son susceptibles de crear nuevas burbujas, debido al calentamiento de su precio por parte de la inversión financiera mundial. La vivienda inauguró la “financiariación” de activos reales y ha terminado por explotar, al menos en parte. El pasado verano, la burbuja se pinchó, bajo el nombre de crisis de las hipotecas ‘subprime’ americanas. Las pérdidas millonarias -no sólo privadas, como hemos visto- afectan a todo el mundo, y están en la raíz de la desconfianza en el sistema financiero que ha terminado “secando” el crédito a empresas y particulares de todo el mundo.
A España, la crisis del crédito le ha pillado en pleno aterrizaje de su particular “burbuja” inmobiliaria. La destrucción de empleo en uno de los principales sectores productivos españoles no ha hecho más que empezar. Según las estimaciones del propio sector, un millón de trabajadores engrosarán las listas del desempleo a lo largo del próximo año.
Además, en cuestión de precios, la mencionada actividad de los especuladores se ha extendido a otros sectores básicos, como la energía y los alimentos, con los correspondientes efectos inflacionistas sobre la economía, no sólo española.
Ante esta situación, el Banco Central Europeo ha optado por subir los tipos de interés, ahora en el 4,25 por ciento. Esta es otra de las diferencias con la crisis del 93. Aunque entonces los tipos duplicaban a los actuales, el Gobierno español tenía en su mano el control de los tipos, una capacidad que ahora se ha perdido, tras la entrada en la moneda única.
Aunque tenga menor margen de maniobra, el Gobierno español se enfrenta a la primera crisis del mundo globalizado -“la más compleja de cuantas he vivido”, ha dicho Solbes- en una situación muy diferente. En los quince años transcurridos desde la última gran crisis española, las empresas españolas han ganado tamaño y se han internacionalizado. La población activa alcanza los 20 millones de personas, un 80 por ciento más que entonces. Las cuentas públicas están saneadas y la crisis financiera apenas ha rozado a los bancos y cajas españoles, de momento.
La crisis financiera internacional y los ataques especulativos sobre productos básicos determinarán en buena parte el alcance y duración de la crisis española. La dependencia exterior en sectores básicos, como la energía y la financiación -por efecto de su desequilibrio comercial- pesan hoy, igual que hace quince años, como una losa. Una debilidad estructural que se convertirá en pérdida de empleo, según todos los expertos.
Sin embargo, pese a ciertas declaraciones esperanzadoras, especialmente relacionadas con el final de la crisis de las hipotecas ‘subprime’ y por tanto relativas a la restricción del crédito, y también con el respiro que se han dado en los últimos días los precios del crudo, es, sin duda, muy pronto para ver, por fin, la ansiada luz, al final del túnel.
Sobre ellos carga las tintas y a ellos responsabiliza de esta situación, pues con la inversión en estos bienes -explica Luis Martínez-, los bienes básicos empiezan a comportarse como activos financieros. Entran a formar parte de la carrera especulativa y son susceptibles de crear nuevas burbujas, debido al calentamiento de su precio por parte de la inversión financiera mundial.
Dice también Luis Martínez, entre otras cosas, que "Si en 1993 los especuladores provocaron la crisis con sus ataques a monedas europeas, hoy atacan bienes básicos en todo el mundo, como los alimentos, la energía y la vivienda", "Así, gran parte de la fortuna de personajes como Georges Soros proviene de la especulación con monedas europeas en aquella época. En particular, Soros compró y vendió libras esterlinas, hasta multiplicar su fortuna. Pero los ataques no se restringieron a la moneda británica. Afectaron a otras monedas, como la lira italiana y la peseta española. El acoso de los especuladores alcanzó tal intensidad que doblegó la capacidad de defensa del tipo de cambio de los gobiernos en Europa"; para terminar afirmando que "La crisis financiera internacional y los ataques especulativos sobre productos básicos determinarán en buena parte el alcance y duración de la crisis española. La dependencia exterior en sectores básicos, como la energía y la financiación -por efecto de su desequilibrio comercial- pesan hoy, igual que hace quince años, como una losa. Una debilidad estructural que se convertirá en pérdida de empleo, según todos los expertos."
Mano dura por tanto, desde las políticas del gobierno, con los especuladores financieros; esos que hoy invierten sus capitales en el petróleo y lo encarecen abusivamente; esos que ayer invirtieron en bienes inmuebles y también pusieron sus precios por las nubes; esos que anteayer pusieron sus ojos en las divisas haciendo que con los euros, que tanto cuesta ganarlos, no se pueda adquirir ni la mitad de lo que por correspondencia antes se podía comprar con las pesetas.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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A continuación os traslado, por su relevancia e interés, el artículo completo de Luis Martínez, publicado en Nueva Tribuna hoy 28 de julio de 2008
1993-2008: Dos crisis paralelas y distintas
La economía española se enfrenta a la primera crisis del mundo globalizado en una situación muy diferente a la de 1993. En aquella ocasión, los especuladores atacaron el sistema cambiario europeo. Hoy atacan bienes básicos, como el petróleo, la vivienda y los alimentos.
Luis Martínez
Nada tienen en común las dos últimas grandes crisis de la economía española. Sin embargo, sus efectos se dejan sentir hoy como entonces: más paro, mayor inflación y menos dinero en el bolsillo. Si 1993 trajo consigo el fin de determinada política monetaria, la actual crisis no sabemos cuándo ni cómo acabará, pero dejará, eso sí, un reguero de despidos y suspensiones de pagos por el camino. Si en 1993 los especuladores provocaron la crisis con sus ataques a monedas europeas, hoy atacan bienes básicos en todo el mundo, como los alimentos, la energía y la vivienda. Hoy la crisis no se restringe a Europa sino que asistimos a la primera crisis del mundo globalizado. Una crisis financiera que ha restringido el crédito en todo el mundo y que puede dar al traste con más de una década de crecimiento español ininterrumpido.
Remontarse a 1993 es remontarse a la época en que España dejaba de ser “el país donde más fácil era hacerse rico”, según afirmaba el entonces ministro de Economía español, Carlos Solchaga, que fue relevado ese mismo año y sustituido por Pedro Solbes. Por aquel entonces, la economía española destruía un millar de empleos al día y sufría una tasa de inflación próxima al 5 por ciento, igual que hoy, más o menos. Hasta aquí las semejanzas puesto que, entonces, las cuentas públicas arrastraban un déficit que, en 1993, alcanzó el 6,7 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto), mientras que hoy, en general, las cuentas públicas están saneadas. Sin embargo, Solbes ya ha anunciado que este año el Estado gastará más de lo que ingrese, incurriendo por tanto en un déficit que será “de décimas”.
Tanto entonces como ahora, la inflación se ha situado en torno al 5 por ciento, muy lejos de sus niveles óptimos. Hoy, sin embargo, Solbes no puede acudir a la devaluación de la moneda, una medida a la que se recurrió en aquella crisis hasta en cuatro ocasiones, si bien es verdad que la crisis de 1993 fue precisamente una crisis del sistema cambiario europeo, muy vulnerable a los ataques de los especuladores. Así, gran parte de la fortuna de personajes como Georges Soros proviene de la especulación con monedas europeas en aquella época. En particular, Soros compró y vendió libras esterlinas, hasta multiplicar su fortuna. Pero los ataques no se restringieron a la moneda británica. Afectaron a otras monedas, como la lira italiana y la peseta española. El acoso de los especuladores alcanzó tal intensidad que doblegó la capacidad de defensa del tipo de cambio de los gobiernos en Europa.
Hoy, los especuladores atacan otros bienes, como la energía, los alimentos y la vivienda, siempre básicos. Y no sólo en Europa, como en 1993, sino en todo el mundo. La libertad de movimiento de capitales ha provocado que activos reales terminen comportándose como activos financieros. Sin embargo, para llegar a este punto, los especuladores financieros han dejado por el camino un reguero de pérdidas, que se inicia en los años 90, cuando el dinero se concentró en las llamadas “punto.com”, las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías de la información, cuyo valor en Bolsas fue “recalentado” hasta el punto de formar una burbuja, que terminó explotando, con pérdidas millonarias. Más tarde, los especuladores financieros concentraron su atención en la vivienda. Al invertir en inmuebles, se inauguraba el fenómeno de la “financiarización” de activos reales. Con la inversión en estos bienes, los bienes básicos empiezan a comportarse como activos financieros. Entran a formar parte de la carrera especulativa y son susceptibles de crear nuevas burbujas, debido al calentamiento de su precio por parte de la inversión financiera mundial. La vivienda inauguró la “financiariación” de activos reales y ha terminado por explotar, al menos en parte. El pasado verano, la burbuja se pinchó, bajo el nombre de crisis de las hipotecas ‘subprime’ americanas. Las pérdidas millonarias -no sólo privadas, como hemos visto- afectan a todo el mundo, y están en la raíz de la desconfianza en el sistema financiero que ha terminado “secando” el crédito a empresas y particulares de todo el mundo.
A España, la crisis del crédito le ha pillado en pleno aterrizaje de su particular “burbuja” inmobiliaria. La destrucción de empleo en uno de los principales sectores productivos españoles no ha hecho más que empezar. Según las estimaciones del propio sector, un millón de trabajadores engrosarán las listas del desempleo a lo largo del próximo año.
Además, en cuestión de precios, la mencionada actividad de los especuladores se ha extendido a otros sectores básicos, como la energía y los alimentos, con los correspondientes efectos inflacionistas sobre la economía, no sólo española.
Ante esta situación, el Banco Central Europeo ha optado por subir los tipos de interés, ahora en el 4,25 por ciento. Esta es otra de las diferencias con la crisis del 93. Aunque entonces los tipos duplicaban a los actuales, el Gobierno español tenía en su mano el control de los tipos, una capacidad que ahora se ha perdido, tras la entrada en la moneda única.
Aunque tenga menor margen de maniobra, el Gobierno español se enfrenta a la primera crisis del mundo globalizado -“la más compleja de cuantas he vivido”, ha dicho Solbes- en una situación muy diferente. En los quince años transcurridos desde la última gran crisis española, las empresas españolas han ganado tamaño y se han internacionalizado. La población activa alcanza los 20 millones de personas, un 80 por ciento más que entonces. Las cuentas públicas están saneadas y la crisis financiera apenas ha rozado a los bancos y cajas españoles, de momento.
La crisis financiera internacional y los ataques especulativos sobre productos básicos determinarán en buena parte el alcance y duración de la crisis española. La dependencia exterior en sectores básicos, como la energía y la financiación -por efecto de su desequilibrio comercial- pesan hoy, igual que hace quince años, como una losa. Una debilidad estructural que se convertirá en pérdida de empleo, según todos los expertos.
Sin embargo, pese a ciertas declaraciones esperanzadoras, especialmente relacionadas con el final de la crisis de las hipotecas ‘subprime’ y por tanto relativas a la restricción del crédito, y también con el respiro que se han dado en los últimos días los precios del crudo, es, sin duda, muy pronto para ver, por fin, la ansiada luz, al final del túnel.
La realidad como dices es que las energías que consumimos no se generan en España y por lo tanto nos tienen cogidos. Si bien este es un hecho sabido por todos, durante estos últimos años muchos economistas vislumbraron la crisis que se nos ha venido encima. Lo curioso es que no hayamos puesto en práctica la "maquinaria" para generar energías alternativas y subsanar las consecuencias. Es igual que el cambio climático; muchos creen que tiene solución, pero la realidad es que no hay ya vuelta atrás por muchas medidas que tomemos a partir de ahora, el calentamiento global es y será una realidad. Es el momento de preveer las consecuencias y socorrer los daños que vendrán tarde o temprano.
ResponderEliminarAhora ya estamos sumergidos en la crisis y de nuevo es tarde para volver atrás. Las consecuencias son catastróficas para todos los sectores: alimentación, empleo, vivienda... pero lo que es peor: salud. Porque la crisis repercute en nuestro propio bienestar, preocupaciones constantes, depresiones, estrés,... todo ello generado por la pérdida de empleo, congelación de sueldos, subidas de hipotecas, peor alimentación, etc. Una crisis puede generar en consecuencias aún mayores; sólo hay que recordar periodos de nuestra historia como la crisis del 29, o más reciente aún, la crisis en Argentina, país hermano al que tarde o temprano querremos regresar como un día hicieron nuestros abuelos y la pregunta es ¿nos merecemos ser recibidos con los brazos abiertos? preguntémonos también, para realizar un verdadero análisis: ¿qué hemos hecho mal?
Soros pudo "atacar" a las monedas europeas porque había intervención estatal. Los bancos centrales se empeñaban en sostener tipos de cambio elevados en contra del mercado.
ResponderEliminarNo veo por ningún lado el parecido con el aumento del precio de los alimentos.
Gracias Xhandra y gracias Anónimo por vuestros comentarios.
ResponderEliminarXhandra: Análisis muy acertado y la verdad llegamos otra vez tarde. No se han potenciado las energías alternativas que hubieran evitado este encarecimiento especulativo. Ahora mismo, si China e India incrementan sus necesidades de petróleo consecuencia de su activo desarrollo económico y empresarial, si las reservas se agotan antes de lo previsto ¿qué hacer? Nadie ni siquiera nos informa de cuales son las alternativas. El biodiesel de segunda generación o el hidrógeno para automóviles y la energía solar y eólica para las industrias; pero es que nos pasa como con el petróleo, nuestro nivel de producción de estas energías aún no es suficiente para dejar de depender del exterior.
Anónimo, si tienes una mayor información que nos ilustre sobre las diferencias entre la especulación financiera en el sector monetario y la que se está produciendo en el sector del petróleo me gustaría que nos la hicieras llegar. Cómo digo en mi artículo la información a este respecto es muy escasa. Por no decir nula.
Recibid un muy fuerte abrazo de vuestro amigo Javier Caso Iglesias.
Curiosamente, la pasada noche dejé una reflexión en mi blog acerca de la situación, no tan experta como la que comentas por aquí, pero si que creo que coincidimos en el fondo de la cuestión.
ResponderEliminarUn saludo.
Estimado amigo, l@s administradores de SOCIALISTAS CERCA DE TI agradecemos tu siempre honesta y comprometida participación en el que ha sido el ESPACIO DE LA ASAMBLEA LIBRE Y ABIERTA que creamos para el DEBATE INTERNO de la gente PROGRESISTA.
ResponderEliminarNos preocupa mucho la situación mundial y la falta de solidaridad de los hombres y los pueblos. No es suficiente con las ayudas que llegan desde occidente, ni con la labor de las Organizaciones no Gubernamentales, que además, los bienes de primera necesidad empezarán a ser inalcanzables para muchos. Pero lo peor de todo es que continuamente aparecen nuevos problemas y siempre recaen sobre los mismos.
Nos vamos de vacaciones y cerramos el blog hasta primeros de septiembre, pero no queremos dejar de desearte un feliz verano.
Un abrazo de tod@s l@s que hacemos SCT.
HASTA LA VISTA
Hola Javier, te he contestado en mi blog, discrepo con tu entrada. Te pego aquí mi respuesta para que te sea más cómodo leerla:
ResponderEliminarEl compañero en IloveIU Javier Caso publica hoy una entrada con la que discrepo profundamente bajo el título “Cuando los bienes básicos empiezan a comportarse como activos financieros”. En ella se hace referencia a un artículo de Luís Martínez sobre el cual indica Caso que en él se señala “la verdadera causa de la actual crisis económica”, y ésta causa sería la especulación con bienes básicos.
Dice que “los especuladores (…) hoy atacan bienes básicos en todo el mundo, como los alimentos, la energía y la vivienda”, y finaliza su post pidiendo “mano dura (…) desde las políticas del gobierno, con los especuladores (…) esos que hoy invierten sus capitales en el petróleo y lo encarecen abusivamente; esos que ayer invirtieron en bienes inmuebles y también pusieron sus precios por las nubes (…)”.
Estoy en desacuerdo con el núcleo central de su entrada por varios motivos que intentaré desarrollar brevemente:
1- Lo primero que merece señalarse, aunque no sea lo más importante, es que la especulación con bienes básicos es tan antigua como el propio “libre mercado”: un especulador es alguien que adquiere bienes a bajo precio cuando prevé un aumento de la demanda, esperando que esa demanda haga subir los precios, con lo que consigue vender por un precio superior al que compró obteniendo un beneficio. Hace muuuuchos siglos que existen personas que no buscan disfrutar del bien que compraban, sino beneficiarse de las fluctuaciones de su precio, y por supuesto que lo hacían con bienes básicos, como por ejemplo con el grano.
La diferencia entre los especuladores de hoy en día y los antiguos especuladores es que los especuladores actuales poseen más capital con el acaparar productos, y su incidencia es mucho más brutal.
En resumen: no ha surgido “hoy” un nuevo perfil de especuladores (como señala el texto), son los mismos de siempre pero la dinámica capitalista hace que su poder sea más determinante que nunca al acumular éstas personas más capital y poder así lograr con mucha facilidad que haya menos oferta y suban los precios (para luego desentenderse del negocio y dejar que exploten las “burbujas” estando ellos ya lejos del lugar del crimen).
2- La crisis no se produce por el fenómeno de la especulación: la crisis es una ley del ciclo económico capitalista. Es doctrina pacífica, pues la práctica lo viene demostrando una y otra y otra vez, que no puede existir capitalismo sin crisis periódicas. Entre otras razones las crisis vienen dadas por la disminución de la tasa de ganancia, esto sucede porque el aumento de la inversión llega a ser menor que el aumento de la ganancia, con lo que la proporción del valor agregado por el trabajo nuevo es menor.
Recomiendo la lectura del economista colombiano Héctor Mondragón por ser muy claro explicando éstas cosas tan complejas, él explica de una forma muy simple no sólo cómo se llega a la crisis sino también cómo finalmente sale “victorioso” el actual sistema productivo de cada crisis: “inutiliza grandes masas de capitales: la máquina sigue siendo máquina, pero deja de ser capital pues no sirve para producir ganancias, su dueño se arruina, los obreros son despedidos y sobre las ruinas resurge la acumulación de capital pues para los competidores victoriosos el aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la inversión.
A este proceso básico de la recuperación se agregan otros métodos, como el aumento de horas de trabajo de los obreros y la rebaja de salarios reales y prestaciones, aprovechando el desempleo; el aumento de la eficiencia de los trabajadores; el saqueo de otros pueblos (…); la conquista y la inversión en países o zonas atrasadas donde la tasa de ganancia es más alta; el cobro de intereses a las empresas del Estado o a otros Estados; o como quien dice, todas las ruindades que caracterizan al capitalismo”.
Cuando decía “entre otras razones” es porque admito que la especulación puede entrar en “otras razones”, pero no es la piedra sobre la que se asienta la crisis como señala el artículo.
3- Intuyo que cuando Javier Caso pide “mano dura” al Gobierno para frenar la actividad de los especuladores no está pidiendo la prohibición de cualquier forma de especulación con bienes básicos…aunque me alegraría de que sí estuviera pidiéndolo: ello significaría que Caso está de acuerdo con, por ejemplo, la incorporación de la vivienda como servicio público (pasando a ser la vivienda un prestación pública, universal y gratuita como lo es actualmente la sanidad), pues la única forma de evitar totalmente la especulación con la vivienda es impidiendo la obtención de lucro con ese bien de primera necesidad.
Si, como creo deducir, lo que quiere decir Javier Caso con el “mano dura” es que se frenen únicamente las formas más sangrantes de especulación pero que se permita la pequeña y mediana especulación con bienes básicos…estoy en desacuerdo. Especular con bienes básicos para obtener lucro es algo que no debería estar permitido en ninguna medida: para ello habría que cambiar el actual sistema productivo y establecer un modelo socialista.
¿Creo que es mejor que se especule poco a que se especule mucho? Obviamente: también considero que es mejor que a un cónyuge se le pegue poco a que se le pegue una paliza brutal…pero lo que realmente quiero es que a las parejas no se les pegue en absoluto. Espero que sirva la comparación con el maltrato para que se visualice claramente mi posición como comunista en lo que respecta a éste asunto.
Recibe un cordial saludo.
Hola Javier,
ResponderEliminarCreo que hace mucho que los estados tienen una capacidad muy limitada de impedir las grandes especulaciones y a los grandes especuladores, sea del tipo que sea, incluso sobre los bienes más básicos.
La razón es que la economía de los estados ha quedado para los servicios básicos a los ciudadanos. El resto dejó estar en manos de los estados para pasar a particulares. Aún quedan algunos estados que son la excepción, pero mejor no hablamos ahora de ellos.
Un abrazote
Kaneda creo que has estado muy claro y conciso. Os dejo con esta línea que le he oído a Noam Chomsky en alguna ocasión: "Capitalism is good for you, but not for me".
ResponderEliminarEn primer lugar Javier felicitarte por tu blog que me parece de lo más interesante y con temás estrellas para la reflexión.
ResponderEliminarRespecto a este post creo que Kaneda tiene bastante razón en su exposición; hoy día la liberalización de los mercados (como norma general) hace dificil frenar la especulación, además que la globalización hace que nos afecte aún más, y todavía más en España debido a su Balanza Comercial Negativa.
Un Ejemplo: como interviene el estado en que China y la India disminuyan su producción (cierran minas temporalmente) de acero, para que el precio se incremente, de forma que cuando llega al mercado español,para que te hagas una idéa ha aumentado de más del 20% en lo que lleva de año; no es más que especulación, y seguro que te suena que más o menos es lo que hace la Opep.
Es complicado, pero seguro que se pueden hacer politicas, pero colectivas y no una a una para acelerar este valle del ciclo económico (tal como dice Káneda) y poder poner la tendencia en positivo.
En mi opinión vamos a estar muy cerca de la recesión, pero también soy optimista y ver la crisis como una oportunidad.
Gracias por mantener esta bitácora tan interesante
A Paco Centeno:
ResponderEliminar"La razón es que la economía de los estados ha quedado para los servicios básicos a los ciudadanos"
Ni siquiera para eso, ya que los alimentos, la vivienda y el empleo son bienes básicos y domina el mercado muy por encima del Estado a la hora de administrar esos bienes.
Gracias amig@s Bitdrain, SCT, Kaneda, Paco Centeno, Zambrano Fuente y Alfombril:
ResponderEliminarMuy interesantes vuestras reflexiones. Mi opinión es similar a la de Zambrano Fuente que dice:
"Es complicado, pero seguro que se pueden hacer politicas, pero colectivas y no una a una para acelerar este valle del ciclo económico (tal como dice Káneda) y poder poner la tendencia en positivo".
Recibid todos un muy fuerte abrazo de vuestro amigo Javier Caso Iglesias