jueves, 6 de diciembre de 2007

El efecto pigmalión frente al fracaso escolar

El efecto pigmalión puede transformarse en un adecuado y económico recurso metodológico contra el fracaso escolar, si así nos lo proponemos.

Pigmalión, rey cretense, a fuerza de confianza y persistencia en sus ideas y sueños las terminó haciendo realidad.

El Dr. Robert Rosenthal, investigador de la Universidad de Harvard, lo define diciendo que las expectativas de los padres con sus hijos, de los profesores con sus alumnos y los mandos con sus subordinados, tienden a cumplirse. Lo que expresado en términos psicológicos sería: La actitud que uno toma en relación con una variables, refuerza, en el mismo sentido, la ocurrencia de esa variable.

Para ilustrar la tesis de Rosenthal, nada mejor que mostrar los logros alcanzados con uno de sus experimentos sobre el poder de las expectativas: En un centro educativo realizó un test de inteligencia a varias clases. Sin corregirlo, Rosenthal selecciona al azar un 20% de alumnos de cada clase, diciendo a los profesores que ese 20% era superior, considerablemente, a la media y que obtendrían las mayores calificaciones. Al final del curso habían mejorado, respecto a sus compañeros, en cuatro puntos su coeficiente intelectual.

Ello es debido, simplemente, a que cuando se espera más de una persona se produce un clima emocional mayor con esa persona, se le ofrece mayor información y se le dan más oportunidades.

El efecto pigmalión es, como defienden algunos autores, un proceso asimilable al de la profecía autocumplida; mediante el cual las creencias y expectativas de un grupo respecto de alguien afectan su conducta a tal punto que se provoca, en el comportamiento y en las creencias de esa persona, una confirmación de dichas expectativas. Lo que comienza como una mera imitación, termina por convertirse en nuestro propio modo de ser.

Esto quiere decir que las personas adquieren un rol, como sostienen los expertos, a partir de los demás, y acaban creyéndolo propio. Se puede decir, como ellos afirman, que somos lo que los demás esperan que seamos.

Fdo.: Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

4 comentarios:

  1. En gran medida somos como los demás nos ven. Es decir, si las personas que me rodean y me quieren, cuyas opiniones más influencia tienen sobre mí, piensan que soy inteligente, me tratarán como si lo fuese... y así, yo acabaré sacando de mí toda la inteligencia que llevo dentro. Si piensan que soy bueno... seré bueno; si piensan que soy divertido... seré divertido...

    Y también: si todo el mundo me recuerda que soy torpe, que no hago nada bien, acabaré por hacerlo peor. Inconscientemente podemos llegar al extremo de no querer contradecir la imagen que los demás vuelcan sobre nosotros, aunque esta sea mala: si ellos dicen que soy torpe, seré torpe, se lo demostraré.

    Con los niños, cuya personalidad está en plena construcción, y por lo tanto es más frágil e inestable, estos mecanismos tienen una gran importancia.

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  2. PISA 2006 constata que la riqueza de los países no garantiza mejores resultados educativos.

    Entre los alumnos con padres de mayor o menor formación académica hay una diferencia de 85 puntos en el informe.

    El Informe PISA 2006 constata que la riqueza de los países no garantiza ni es determinante para lograr mejores resultados educativos, sobre todo cuando se sobrepasa un determinado nivel del PIB por habitante. En primer lugar, según aumenta el PIB per capita, también lo hacen los resultados cosechados por los escolares que participan en el estudio educativo. Cuando se parte de los niveles más modestos de renta, un aumento de ésta se corresponde con mejores resultados pero, a partir de un determinado nivel de riqueza, la mejora de los resultados parece depender en mayor medida de otros factores.

    Por ejemplo, en los resultados sobre conocimientos científicos -principal área de la prueba internacional de Educación-, países como Estados Unidos (puesto 29, con 489 puntos) o Noruega (puesto 33 y 487 puntos) presentan los mayores PIB per capita, pero están lejos de los mejores resultados en esta materia y próximos a los de países de Europa del Este -Rusia (puesto 35 y 479 puntos) y Polonia (puesto 23 y 498 puntos)-, con la cuarta parte del PIB por habitante. Todos ellos, al igual que España (puesto 31 con 488 puntos), octava potencia mundial del mundo, están por debajo del promedio de la OCDE (500 puntos).

    En el caso español el comportamiento es similar al internacional, ya que también aumenta el rendimiento con el PIB per capita. Es indudable que un país (o una CCAA) más rico se sitúa en buenas condiciones para obtener buenos resultados educativos, pero la correlación de éstos y la riqueza pone de manifiesto que «los mejores resultados no derivan precisamente de una mayor riqueza», según el informe español de PISA.

    Así, en nuestro caso, España y Andalucía se sitúan en una posible recta de regresión, pero las CCAA de Castilla y León, La Rioja, Aragón, Cantabria, Cantabria, Asturias y Galicia, con un PIB per capita similar o inferior al español tienen mejores resultados, similares a los de Reino Unido, Alemania o Países Bajos, Estados con un nivel superior de riqueza.

    Profesión de los padres

    La conclusión obtenida de estos datos es que, a partir de ciertos niveles de riqueza, la influencia de los contextos sociales y culturales, los sistemas educativos, las políticas aplicadas y las actitudes sociales e individuales sobre la educación cobran progresivamente mayor importancia.

    Éste sería el caso del denominado índice de estatus socioeconómico y cultural (ESEC) en materia de Ciencias, de donde se desprende claramente que los alumnos con padres universitarios obtienen mayor puntuación que los vástagos de progenitores que no finalizaron los estudios obligatorios.

    Entre los alumnos españoles cuyas familias tienen menor formación y los hijos de los universitarios hay una diferencia en PISA 2006 de 85 puntos. En el primer caso, los hijos obtienen una puntuación media de 439 puntos, 49 puntos por debajo de la media española; en el segundo, alcanzan una puntuación media de 524 puntos, 36 puntos por encima de la media de España.

    Además, entre los alumnos españoles cuyas familias tienen menor cualificación profesional o que son trabajadores manuales ('cuello azul') y los hijos de las que alcanzan mayor cualificación ('cuello blanco') hay una diferencia de 59 puntos en España y de 73 en el promedio OCDE.

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  3. ¿Por qué no aparecemos en el Informe PISA?

    Secretariado Regional STE-Ex

    Consideramos que no hay peor síntoma de la situación de un enfermo que la propia ocultación de los efectos de su enfermedad, y eso es lo que está haciendo la Consejería de Educación con la enseñanza en Extremadura. Los resultados que se reflejan en el informe PISA a nivel estatal son malos, así que miedo nos da lo que podría aparecer sobre los resultados de nuestra región. Renunciar a ser evaluados por un organismo independiente de nivel y prestigio internacional es una mala política para un gobierno que cree que tanto hace por nuestro sistema educativo. No queremos codearnos con Finlandia, Canadá o Corea, pese a que según nuestros políticos somos pioneros en innovación pedagógica. Somos tan autosufucientes que para qué aprender de los mejores. Es más, seguro que querríamos mostrar las supuestas excelencias de nuestras aulas, darles lecciones a los demás, como continuamente se hace desde la Consejería.

    Sin embargo, vemos cómo los sistemas educativos que salen mejor parados no han hecho la costosísima inversión en equipos informáticos que iban a colocarnos a la vanguardia del mundo mundial, mientras que sí que poseen un profesorado mucho mejor preparado, valorado y con unas condiciones laborales envidiables. Pero seguimos sin enterarnos, los ordenadores de nuestras aulas se han convertido en el "nuevo traje del emperador" que deja al aire todas nuestras vergüenzas educativas, mientras que es el profesorado el que día a día debe sacar a flote una educación que hace aguas por todos lados, aguantando su falta de prestigio, la falta de apoyo de la administración, o unas condiciones laborales paupérrimas. Desde STE-Ex animamos al profesorado extremeño a comprender que sólo desde la reivindicación de sus condiciones laborales se pueden sentar unas bases adecuadas para poder construir una educación para el futuro.

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  4. El mundo educativo pide medidas urgentes contra el desastre de PISA

    Los resultados del Informe PISA han sacudido las estructuras del sistema educativo y han suscitado un profundo debate sobre el futuro de la escuela.
    La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, se mantenía ayer firme en su planteamiento de que España necesita «dos generaciones» para que las cosas comiencen a cambiar. En declaraciones a la cadena SER, dijo que «el rendimiento de los estudiantes se pone en relación con el nivel de estudios de los padres», aunque «esto -advirtió- no es echar culpas, es simplemente un dato que el informe contempla». Más adelante, Cabrera insistió en que los resultados españoles están en «la media de los países de la OCDE, que son los países más desarrollados».
    Sin embargo, las palabras de Cabrera no han encontrado eco y son muchas las voces que se alzan en demanda de medidas para reconducir la situación, «porque ya existe -dicen- una secuencia temporal suficiente de PISA como para constatar el rumbo que toman los acontecimientos». Tampoco se advierte una plena coincidencia con el recurso del presidente Zapatero al pasado.
    Métodos inadecuados
    El decano de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona (UB), Joan Mateo, coincide con el presidente del Gobierno en que la situación de la educación en España no es óptima, pero no la atribuye directamente a un «déficit o retraso histórico» sino a que «se ha utilizado durante muchos años un modelo metodológico obsoleto, diferente al de los países que salen mejor parados en el informe».
    José Luis Gaviria, catedrático de la Facultad de Educación de la Complutense y profesor asociado de La Fundación Europea Sociedad y Educación, entiende que PISA refleja que «estamos instalados en la mediocridad y hay muy pocos alumnos en el nivel de excelencia» y esto es muy negativo porque otros países de nuestras características han comenzado a salir del túnel. Gaviria no coincide con el presidente del Gobierno, porque considera que la escuela «debe ser un instrumento de promoción social».
    Para José Moya, profesor de Métodos de Investigación en la Universidad de Las Palmas, la valoración de los resultados «no es buena en ninguno de los sentidos, ya que existe una serie temporal larga y se esperaba una inversión de la tendencia». Por tanto, «se advierte una quiebra de la serie hacia abajo». Moya llama la atención sobre las diferencias entre la valoración de la mayoría de las autonomías y la del conjunto de España y señala que las soluciones al problema las ofrece el propio informe al analizar los indicadores utilizados.
    El presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Bachillerato (Ancaba), Julián Martín, propone «volver a trabajar y que los alumnos tengan estímulos y objetivos altos, porque si son bajos, las deficiencias serán cada vez mayores». Opina que todas las medidas que ha tomado El Ministerio van en dirección «contraria».
    Más recursos
    Nicolás Fernández Guisado, presidente del sindicato ANPE, pide para mejorar la situación un «pacto de Estado para la educación, aumentar el gasto público hasta al menos un 6% y promover medidas de apoyo al profesorado». CC.OO. reclama también más recursos y USO, «menos política y más medidas educativas». FETE-UGT y STEs relativizan PISA y creen que el sistema funciona, pero reclaman más medios.

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