La valentía en destapar una realidad que acontece en un número importante de empresas de la región la ha tenido Miguel Bernal, Secretario General de la UGT-Extremadura; el cual, ante los medios de comunicación y antes del comienzo de una jornada sobre violencia de género en el ámbito laboral, ha cifrado en más de 30.000 el número de trabajadoras extremeñas que se sienten agredidas en el centro de trabajo.
A este escalofriante dato ha añadido otros no menos relevantes, en concreto ha dicho que más de 17.000 trabajadoras han sido requeridas con coacciones para mantener una relación sexual por parte de una persona en situación de predominancia en el seno de la empresa; así como que más de 14.000 asalariadas han sido "chantajeadas y amenazadas directamente" con la perdida del puesto de trabajo, con la no renovación, el no ascenso o la no promoción profesional dentro del centro de trabajo por haberse negado a requerimientos de tipo sexual.
Estoy con Miguel Bernal que este es un gravísimo problema que tiene unas consecuencias tremendas para la mujer trabajadora que lo sufre, tanto en plano cognitivo como en el emocional. Así como que hay que poner en marcha, sin dilación, una serie de normas que eliminen radicalmente este tipo de problemas en el lugar de trabajo; definiendo los mecanismos de sanción y de intervención ante este tipo de situaciones.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
A este escalofriante dato ha añadido otros no menos relevantes, en concreto ha dicho que más de 17.000 trabajadoras han sido requeridas con coacciones para mantener una relación sexual por parte de una persona en situación de predominancia en el seno de la empresa; así como que más de 14.000 asalariadas han sido "chantajeadas y amenazadas directamente" con la perdida del puesto de trabajo, con la no renovación, el no ascenso o la no promoción profesional dentro del centro de trabajo por haberse negado a requerimientos de tipo sexual.
Estoy con Miguel Bernal que este es un gravísimo problema que tiene unas consecuencias tremendas para la mujer trabajadora que lo sufre, tanto en plano cognitivo como en el emocional. Así como que hay que poner en marcha, sin dilación, una serie de normas que eliminen radicalmente este tipo de problemas en el lugar de trabajo; definiendo los mecanismos de sanción y de intervención ante este tipo de situaciones.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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