A diario realizo el trayecto que discurre desde mi casa hasta el Conservatorio de Música de Plasencia al objeto de acercar a mis hijas al mismo.
Puedo garantizarles que a pesar de no ser un piloto de vehículos todoterreno, durante ese trayecto obligatoriamente me he de considerar como tal, dado el estado lamentable del asfaltado de la ciudad y los múltiples obstáculos que se deben de afrontar; entre otros el de las alcantarillas y sumideros que, o bien están hundidos en el asfalto de las calles varios centímetros, estilo poceta, o sobresalientes, también varios centímetros de este.
Pongamos ejemplos ilustrativos de lo que digo: En la rotonda de acceso a la Avenida de Extremadura, la que está frente al colegio Pérez Comendador, me encuentro la primera poceta; en la calle San Julián, al final de la vía, frente a los Crespo, otra poceta que cuando llueva, seguro, podremos calificarla de lago artificial, pues cuenta con una profundidad nada desdeñable; en la calle Bajada de San Lázaro, a mitad de esta, otro enorme bache; luego pasas por la Puerta de Coria, en obra permanente desde ni se sabe cuanto tiempo; de vuelta del Conservatorio pasas por la Ronda Higuerillas, otra obra que dura y dura, como las Pilas Duracel, hay algunos que dicen que más que la obra del Escorial. A continuación subes por la Travesía de la Carretera de Salamanca, donde las alcantarillas emergen del suelo, aunque no creo que tanto como las ubicadas en la Avenida de Portugal, en el tramo que circunvala al Carrefour y que desemboca en el Puente de Adolfo Suárez.
En fin, seguro que odio eterno me gano del Equipo de Gobierno Municipal de Plasencia por relatar el estado en que se encuentran las calles placentinas; y esto a pesar de hacer esta descripción desde la más rigurosa objetividad, sin ánimo alguno de ofender y sin atisbo de acritud.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
Puedo garantizarles que a pesar de no ser un piloto de vehículos todoterreno, durante ese trayecto obligatoriamente me he de considerar como tal, dado el estado lamentable del asfaltado de la ciudad y los múltiples obstáculos que se deben de afrontar; entre otros el de las alcantarillas y sumideros que, o bien están hundidos en el asfalto de las calles varios centímetros, estilo poceta, o sobresalientes, también varios centímetros de este.
Pongamos ejemplos ilustrativos de lo que digo: En la rotonda de acceso a la Avenida de Extremadura, la que está frente al colegio Pérez Comendador, me encuentro la primera poceta; en la calle San Julián, al final de la vía, frente a los Crespo, otra poceta que cuando llueva, seguro, podremos calificarla de lago artificial, pues cuenta con una profundidad nada desdeñable; en la calle Bajada de San Lázaro, a mitad de esta, otro enorme bache; luego pasas por la Puerta de Coria, en obra permanente desde ni se sabe cuanto tiempo; de vuelta del Conservatorio pasas por la Ronda Higuerillas, otra obra que dura y dura, como las Pilas Duracel, hay algunos que dicen que más que la obra del Escorial. A continuación subes por la Travesía de la Carretera de Salamanca, donde las alcantarillas emergen del suelo, aunque no creo que tanto como las ubicadas en la Avenida de Portugal, en el tramo que circunvala al Carrefour y que desemboca en el Puente de Adolfo Suárez.
En fin, seguro que odio eterno me gano del Equipo de Gobierno Municipal de Plasencia por relatar el estado en que se encuentran las calles placentinas; y esto a pesar de hacer esta descripción desde la más rigurosa objetividad, sin ánimo alguno de ofender y sin atisbo de acritud.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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