La actualidad informativa de este mes de agosto está de lo más agitada y calentita.
Recuerdo que hace años los meses de agosto eran bastante lánguidos a estos respectos, no era raro encontrar a los periodistas pasándose por las sedes de asociaciones y partidos políticos intentando, cual Barragán, localizar información que ofrecer a sus lectores.
Ahora no ocurre lo mismo, pues la tranquilidad de los meses estivales es sobresaltada por las pandillas de vándalos con sus atropelladas "gamberradas".
En Cáceres carreras de motos a toda velocidad por las calles de nuestras barriadas aprovechando la escasa vigilancia policial en las madrugadas.
En Plasencia quemas indiscriminadas de vehículos en plena vía pública, robos y rajados de ruedas, rotura de espejos retrovisores y cristales, etc...
Como reflexión llego a la siguiente: Si los cuerpos y fuerzas de seguridad son escasos e insuficientes para realizar sus funciones de protección de la población ante estos excesos agresivos, opten los responsables políticos e institucionales por regular, normativa y legislativamente, las patrullas de vigilancia ciudadana; pues no podemos estar dando saltos, como nos diría el clásico Aristóteles, de lo emocional a lo visceral, o sea, del dejar hacer al autoritarismo, sin pasar por la racionalidad cognitiva que las patrullas de vigilancia ciudadana, normalizadas legislativamente, puedan, a estos desalmados vándalos, aportar.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
Recuerdo que hace años los meses de agosto eran bastante lánguidos a estos respectos, no era raro encontrar a los periodistas pasándose por las sedes de asociaciones y partidos políticos intentando, cual Barragán, localizar información que ofrecer a sus lectores.
Ahora no ocurre lo mismo, pues la tranquilidad de los meses estivales es sobresaltada por las pandillas de vándalos con sus atropelladas "gamberradas".
En Cáceres carreras de motos a toda velocidad por las calles de nuestras barriadas aprovechando la escasa vigilancia policial en las madrugadas.
En Plasencia quemas indiscriminadas de vehículos en plena vía pública, robos y rajados de ruedas, rotura de espejos retrovisores y cristales, etc...
Como reflexión llego a la siguiente: Si los cuerpos y fuerzas de seguridad son escasos e insuficientes para realizar sus funciones de protección de la población ante estos excesos agresivos, opten los responsables políticos e institucionales por regular, normativa y legislativamente, las patrullas de vigilancia ciudadana; pues no podemos estar dando saltos, como nos diría el clásico Aristóteles, de lo emocional a lo visceral, o sea, del dejar hacer al autoritarismo, sin pasar por la racionalidad cognitiva que las patrullas de vigilancia ciudadana, normalizadas legislativamente, puedan, a estos desalmados vándalos, aportar.
Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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