Hemos olvidado entender que el capitalismo no es un producto de los capitalistas, sino al revés.
Javier Caso Iglesias (Ateneo Valeriano Orobón Fernández) [19.04.2006 08:47] - 565 lecturas - 9 comentarios
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Desde IU hasta el Movimiento Antiglobalización son multitud los grupos, colectivos, siglas y personas las que nos situamos a la izquierda del PSOE. Entidades e individuos todos ellos que nos caracterizamos por no haber sido capaces de aglutinarnos en un proyecto de síntesis, aunque fuera de mínimos.
Es evidente que si esta realidad aglutinadora se produjese, el impacto en el ámbito de la articulación social sería notable, como notable sería también nuestra representación institucional, algunas previsiones la sitúan, de partida, entorno a los 40 diputados en el parlamento nacional.
Cuales son las dificultades con que se encuentra, para cuajar, ese proyecto.
Desde mi punto de vista la dificultad fundamental, aparte de los sectarismos identitarios, es la relativa a la orientación del proyecto político, pues, en la actualidad la mayoría de los grupos, organizaciones y personas que nos situamos a la izquierda del PSOE nadamos -más bien habría que decir naufragamos- en las aguas del idealismo ideológico. Para nuestra desgracia hemos olvidado las elementales leyes de la dialéctica.
Hemos olvidado que los diversos momentos, tanto culturales como sociales por los que ha pasado la vida del ser humano están determinados por factores productivos.
Hemos olvidado que el desarrollo de estos factores productivos dicta, impone, el modelo de relaciones sociales, políticas, jurídicas, laborales, de producción (superestructura) que le son más favorables, en cada momento histórico determinado, para su desarrollo.
Hemos olvidado comprender, como nos diría el viejo Marx, que el capitalismo no es fruto de ninguna injusticia humana, ni de un azar histórico, sino que es una fase dada como de ineludible necesidad por el proceso histórico de la sociedad que transcurre impuesto por las exigencias del incesante e imparable desarrollo de las capacidades creadoras de sus fuerzas productivas.
Hemos olvidado entender que el capitalismo no es un producto de los capitalistas, sino al revés. Los capitalistas son un producto de una fase de desarrollo histórico de las fuerzas productivas de la sociedad.
Hemos olvidado que el modo de producción de la vida material determina en general el proceso social, político e intelectual de la vida. Es decir, las ideas, creencias, etc... son una superestructura edificada sobre la base real de la sociedad que es el trabajo, o sea, el modo de producción de la vida material, o lo que es lo mismo, el desarrollo incesante de las fuerzas productivas; y cuya evolución sigue rigurosamente su curso.
Y hemos olvidado que, en base a todo ello, cualquier proceso de transformación social está justificado en orden de acelerar la síntesis final, esto es, el desarrollo armónico, integral, decidido y constructivo de todas las potencialidades y capacidades creadoras de las fuerzas productivas, tanto sociales como individuales; cosa esta que el capitalismo no puede conseguir (como tampoco lo consiguió el comunismo burocrático), pues su interés por lo particular, por el provecho individual, lo hacen una alternativa con manifiestas tendencias irracionales y desviada del bien general.
Es entonces debido a la tendencia de la llamada izquierda transformadora por enlentecer, por ralentizar este proceso de crecimiento inherente del modo de producción de la vida material por lo que estamos donde estamos, esto es:
1) Sin un proyecto político en el que podamos convivir toda esa izquierda a la izquierda del PSOE
2) Y sin ser una alternativa real a un modo de producción y de desarrollo de las fuerzas productivas irracional (por no estar guiado desde la racionalidad de las leyes dialécticas que le son propias), pues nuestras propuestas son, hoy por hoy, aún más irracionales que las que el propio capitalismo impone y que son, estas últimas, las elegidas y refrendadas por la ciudadanía por serles las más favorables, en este momento histórico determinado, para su desarrollo.
El que las izquierda autotitulada transformadora ignore las leyes inherentes al desarrollo no nos hará libres, sino perpetuamente esclavos alienados tanto por la realidad como por nuestras propias ficciones.
En nosotros está, por tanto, cumplir nuestra función histórica: Convertirnos en una garantía real de desarrollo integral y armónico de todas las potencialidades y capacidades creadoras del ser humano, tanto individuales como sociales.
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