miércoles, 31 de agosto de 2016

2ª versión del BORRADOR del Manifiesto del Círculo Sectorial de Cultura Democrática de Podemos Extremadura

Siguiendo el principio básico que nos caracteriza de todo público, publicado y publicitado, el moderador del grupo de inscritos denominado Foro de Opinión de Podemos Extremadura (*) comunica que ya está listo el borrador del Manifiesto del Círculo Sectorial de Cultura Democrática de Podemos Extremadura. A ver que os parece y que sugerencias de mejora consideráis que se le pueden hacer. Venga a leérselo, a opinar y a hacer llegar vuestras aportaciones al correo-e del grupo (c.s.cultura.democratica@gmail.com). Quien quiera enmendarlo ha de aportar texto concreto alternativo, parcial o total, al objeto de poderlo votar el día de la asamblea. Si os queréis implicar en el grupo de trabajo creado para trabajar sobre el texto no tenéis más que solicitarlo en el e-mail indicado:

2ª versión del BORRADOR del Manifiesto del Círculo Sectorial de Cultura Democrática de Podemos Extremadura


El problema de la participación ciudadana no es tanto definirla como ponerla en práctica. De todas formas cualquier persona puede entender que la participación ciudadana se refiere a una serie de ideas y de actividades que favorecen un mayor empoderamiento de los ciudadanos en los asuntos que les afectan. Es el concepto político por excelencia de cualquier democracia. Sin participación abierta no hay democracia. Por lo tanto la democracia participativa es un concepto redundante, si bien ayuda a reforzar la idea de la participación en unos sistemas democráticos que muchas veces limitan y canalizan la participación en unos procesos muy concretos y que pueden desvirtuar el sentido del "gobierno del pueblo".

Decir que la participación si a algo se contrapone es a la exclusión política, no a la representación. La dicotomía está aquí entre democracia participativa o de inclusión frente a la democracia de exclusión o exclusionísta.

Principio básico fundamental de la democracia es el de la participación política, el cual exige que el régimen democrático sea uno de inclusión política, donde el ciudadano sea parte de su comunidad política, y pueda  contribuir a la toma de las decisiones que le conciernen.

Participar en realidad es estar incluido, por lo que la dicotomía de la participación política se establece con la exclusión política que, además, termina conllevando la de orden social y económico, y con ello la marginalización del ser humano.

Lamentablemente sin embargo, en la doctrina política democrática, con demasiada frecuencia se confunden los conceptos, y cuando se habla de democracia participativa se la reduce, por ejemplo, a las iniciativas legislativas, consultas populares, cabildos abiertos y refrendos. Sin embargo, la democracia participativa es mucho más que eso.

Participar, en efecto, en el lenguaje común, es ser parte de…; es pertenecer a…, es incorporarse, contribuir, estar asociado o comprometerse a…; es tener un rol en…, es tomar parte activa en…, estar envuelto o tener una mano en…; es en fin, asociarse con…, es compartir o tener algo que ver con… Por ello, la participación política no es otra cosa que ser parte de una comunidad política, en la cual el individuo tiene un rol específico de carácter activo conforme al cual contribuye a la toma de decisiones, y que no se puede agotar, por ejemplo, en el sólo ejercicio del derecho al sufragio (que sin duda es una forma mínima de participación); o en ser miembro de sociedades intermedias, aún las de carácter político como los particos políticos; o en votar en refrendos (que también es otra forma mínima de participación).

Participación política democrática, por tanto, es estar incluido en el proceso político y ser parte activa del mismo, sin mediatizaciones; es en fin, poder tener acceso a la toma de decisiones públicas. Y ello, en ninguna sociedad democrática se ha logrado permanentemente con refrendos o cabildos abiertos. Estos son formas de participación, pero de carácter mínimo. Tampoco se logra con manifestaciones así sean multitudinarias. Eso no es participación política; eso es manifestación política, que es otra cosa. Pero lo que es cierto es que no se la puede confundir con participación política.

La democracia participativa, o si se quiere, para que la democracia sea inclusiva o de inclusión, tiene que permitir al ciudadano poder ser parte efectivamente de su comunidad política; tiene que permitirle desarrollar conciencia plena y real de su efectiva pertenencia.

Dicho esto añadir algo que nunca debemos olvidar, esto es, que la poliarquía o policracia se asienta sobre la praxis política de la vota-botacracia, esto es, utilizar el mecanismo del voto para botar (excluir). Esta, como es obvio, es una mala praxis. Tengamos en cuenta que no es lo mismo una democracia que un gobierno de la mayoría. Los gobiernos de la mayoría, y ejemplos a lo largo de la historia existen muchos, terminan trasformados en "la dictadura de la mayoría" (dictaduras bolcheviques, del ruso Большевик, Bolshevik o Bolševik, "miembro de la mayoría"), que puede ser peor que una dictadura abierta, porque se presenta con la careta de la democracia. Pero arrasa los derechos de la minoría, y puede terminar usando la fuerza, el ostracismo o la exclusión, para lograr sus propósitos. De lo que se trata es de buscar el consenso, no imponer el criterio de una parte. Además, toda fracción que se hace vasta termina convirtiéndose en facción (camarilla) y lo vasto (extenso) transformándose en basto (burdo e inapropiado).

Como se expresa en la Guía Práctica para la Implementación de la Participación Ciudadana, la promoción de la participación ciudadana no solo se concibe como un derecho, sino como un elemento básico de transformación social. Su impulso no solo mejora el diseño e implementación de las políticas públicas, sino que también ejerce una función social de fomento del capital social de los pueblos y ciudades, transformando así sus agentes y sus relaciones: mejorando el modo de ejercer el gobierno y la ciudadanía. En tal caso, la participación ciudadana no solo debe ser respetada desde el punto de vista del derecho a participar, sino que debe ser promocionada para facilitar su ejercicio.

Para conseguir desarrollarla es necesario liderar el proceso desde la acción local y para ello, se hace imprescindible contar con habilidades y/o capacidades específicas que nos ayudarán en la práctica de la gobernanza participativa. Las habilidades para el liderazgo en gobernanza no deben entenderse tanto como destrezas y/o capacidades personales fruto de una personalidad y formación, sino como habilidades y capacidades colectivas.

La visión de futuro o la capacidad de imaginar escenarios es fundamental para lograr una articulación de intereses. Buscar el mayor acuerdo posible y necesario significa muy a menudo articular los intereses y retos en escenarios de futuro a construir colectivamente, o bien imaginar proyectos factibles en el que todos puedan ganar de manera equitativa.

La Gestión de las expectativas ciudadanas, es una habilidad muy importante. Existe una formulación que si bien no es exacta es preciso tener siempre en cuenta de manera referencial: satisfacción ciudadana es igual o similar, a la percepción ciudadana de las realizaciones menos las expectativas que se ha forjado la ciudadanía. Es decir, cuantos mayores son las expectativas en relación a la percepción, menor será la satisfacción o mayor será la frustración. La ciudadanía, para que avance, necesita de expectativas razonables y creíbles, de lo contrario no avanza.

En el diseño de la gestión de las expectativas ciudadanas y participativas hemos de tener en cuenta los siguientes aspectos:

1.- La iniciativa para la gestión del cambio, gestionar las expectativas bien significa disponer de la iniciativa para iniciar y proseguir el cambio.
Es evidente que no solo basta visionar, sino iniciar los procesos de cambio, para que a partir de la situación actual pase a la situación o escenario de futuro considerado posible y deseable. Para ello, es preciso dotarse de una estrategia y ponerla en marcha. Es decir, debe identificar las fuerzas de transformación y definir objetivos compartidos de manera clara y factible, así como, iniciar de manera ejemplar y visual la gestión del cambio.

2.- El diseño de procesos participativos, y el alcance de acuerdos, es una capacidad necesaria para gestionar el cambio correspondiente.
La participación debe asegurar el conocimiento permanente de los retos y necesidades de los diferentes sectores ciudadanos, y para lograr el soporte ciudadano si la estrategia y los proyectos adaptados asumen dichos retos y necesidades. Los procesos de cambio no siguen patrones fijos, el mismo avance introduce cambios en la situación de partida, lo que significa que la estrategia o proyecto identificado aparece con mayor claridad y riqueza de matices que sin duda exigen, en no pocas ocasiones, la reprogramación permanente. Los cambios en el entorno natural o económico y social y político, en el que nos moveremos es otro factor que exige la reprogramación no solo de contenidos estratégicos, sino de los espacios organizativos en los que se canaliza la cooperación pública y privada, y la participación ciudadana.

3.- La comunicación y motivación ciudadana, para conseguir desplegar con mayor plenitud la capacidad de acción de la colectividad.
Comunicar unos objetivos sentidos por la población al responder a sus necesidades, que a su vez son posibles y necesarios, sin duda convence. Pero la razón no basta para la acción. Es preciso además, una concurrencia de sentimientos hacia una misma dirección. Por ello, la posibilidad de conmover es inseparable de la de convencer. Una sin la otra no logran implicar a su ciudadanía en su conjunto.

4.- La construcción de alianzas, es condición necesaria para la gobernanza.
El identificar las interdependencias entre los actores es condición necesaria, pero lo realmente crítico es pasar de este reconocimiento a la construcción de alianzas, es decir, a la generación de compromisos de acción.

En resumen, la democracia participativa es inclusiva y se basa en el más amplio consenso, no en la imposición del criterio de una parte sobre otra. Y nada mejor para favorecer la democracia y la participación que limitar los mandatos, por ello proponemos que todo cargo político e institucional de Podemos lo será por un período máximo de cuatro años. No se podrá ocupar al mismo tiempo cargo interno e institucional. Entre un período o mandato y otro transcurrirán, al menos, cuatro años. No pudiéndose volver a presentar para ocupar cargo político interno o institucional si hay personas incritas en Podemos que no han ejercido u ocupado cargo político o institucional.

(*) Nota: Existe acuerdo del grupo de inscritos denominado Foro de Opinión de Podemos Extremadura de transformarse en Círculo Sectorial de Cultura Democrática, para lo cual se seguirán los trámites pertinentes y oportunos a efectos de validarlo como así se establece en la Guía/FAQ de Validación, en su anexo y en el Protocolo de validación de Círculos (https://participa.podemos.info/es/circulos/validacion).

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Si quieres contactar con el Foro de Opinión de Podemos Extremadura
(Círculo Sectorial de Cultura Democrática)
escríbenos un e-mail:
c.s.cultura.democratica@gmail.com
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