martes, 5 de julio de 2016

Tirando de Hemeroteca, 3ª entrega: Una alquimia del siglo XX: el amianto transmutado en sangre. La maldición de Macbeth

3ª entrega de esta sección que hemos denominado "Tirando de Hemeroteca" y en la cual venimos publicando los artículos más relevantes de Paco Puche. Son textos de hace poco tiempo que rescatamos y ponemos de nuevo en actualidad por el hecho de esclarecer cuestiones plenamente vigentes, así como por el renovado interés que el tema está suscitando. En esta ocasión el texto que esta sección os recomienda es el siguiente:

Una alquimia del siglo XX: el amianto transmutado en sangre. La maldición de Macbeth
Paco Puche, 27/9/2015. Texto publicado en sinpermiso.info

El amianto o asbesto se vendía, durante casi todo el siglo XX, como un mineral milagroso: ignífugo, incorruptible, aislante, indestructible, ligero y muy barato: ¡eterno!

Fue en 1900 cuando se desvelaron sus extraordinarias propiedades industriales y empresariales con el descubrimiento de su compatibilidad con el cemento, que dio lugar al fibrocemento, su principal aplicación.

También, pronto, unos pocos industriales se percataron de la "mina de oro" que tenían en sus manos. Tan temprano como en 1929 constituyeron un conglomerado denominado Sociedad Internacional de Amianto y Cemento (SAIAC). No era un lobby, ni un holding era un cártel, es decir un acuerdo entre empresas de varios países, que eran las que tenían la única patente que el inventor del fibrocemento concedía por país. La SAIAC reunía a empresas de Austria, Inglaterra, España, Francia, Bélgica, Italia y Suiza. Entre los objetivos de este cártel se encontraban la creación de fábricas en países neutrales, la compra coordinada de amianto y la puesta en común de conocimientos técnicos, investigaciones y patentes; pero sobre todo el reparto de los mercados y la fijación de los precios. Posteriormente, permitiría mantener eficazmente la conspiración de silencio sobre su letalidad. Desde Suiza, que era donde se había radicado la sede del cártel, sería posible controlar a escala mundial la industria del amianto cemento. En 1985 cambió su nombre por el de Amiantus, sin dejar por ello de estar en manos de los magnates suizos del amianto.

Pero fue también muy pronto, en 1899,  cuando empezó a desvelarse el carácter enfermizo del mineral asbestosis), y en 1950 su condición cancerígena. Que el mineral milagroso no era de todo comer lo prueba el hecho de que ya en 1936 en Alemania se reconocía como enfermedad profesional, en 1943 en Italia, en 1945 en Francia y en 1953 en Suiza. En 1955 queda bien establecida la relación amianto y cáncer de pulmón y en 1960 la de este mineral y el mesotelioma, el cáncer de pleura específico del amianto. Alertas y conocimientos muy tempranos para decisiones tan tardías como la llegada de las prohibiciones, que empiezan en 1983 en Islandia y se prolongarían en España hasta el 2002 y hasta el 2005 en la UE con carácter universal.

De aquellos polvos, estos lodos

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