Por Javier Caso Iglesias | Analista Político
El término izquierda política, como el de derecha política, tiene su origen histórico en la Asamblea Nacional Francesa. Los diputados que representaban a la alta burguesía (haute bourgeoisie) se colocaban, para deliberar, a la derecha del presidente de la Asamblea y los diputados que representaban a la pequeña burguesía (petite bourgeoisie) se situaron a la izquierda del presidente, y de allí proviene la posterior división entre grupos o partidos de derecha y de izquierda.
Fueron grupos que se gestaron en la época de la Revolución Francesa y que en ambos casos pertencían a la burguesía.
A lo largo del siglo XIX, a medida que asegura su predominio social y accede al poder político, la burguesía pasa de ser una clase revolucionaria, enfrentada a los estamentos privilegiados de la aristocracia, a ser una clase conservadora, enfrentada a su nuevo enemigo de clase: el proletariado. La estrategia lampedusiana (hay que cambiarlo todo para que todo siga igual) evidenció la proximidad de intereses entre la burguesía y la aristocracia, así como la antagónica posición de estas frente a las clases trabajadoras.
Por tanto, por origen histórico, nosotros no somos ni del lado derecho ni del lado izquierdo de este sistema político burgués; nosotros, las clases trabajadoras, somos los de abajo y vamos a por los de arriba. Hemos de dar las gracias al movimiento del 15M por haber aclarado esta confusión terminológica intencionada que trabajaba en contra de nuestra emancipación.
El término izquierda política, como el de derecha política, tiene su origen histórico en la Asamblea Nacional Francesa. Los diputados que representaban a la alta burguesía (haute bourgeoisie) se colocaban, para deliberar, a la derecha del presidente de la Asamblea y los diputados que representaban a la pequeña burguesía (petite bourgeoisie) se situaron a la izquierda del presidente, y de allí proviene la posterior división entre grupos o partidos de derecha y de izquierda.
Fueron grupos que se gestaron en la época de la Revolución Francesa y que en ambos casos pertencían a la burguesía.
A lo largo del siglo XIX, a medida que asegura su predominio social y accede al poder político, la burguesía pasa de ser una clase revolucionaria, enfrentada a los estamentos privilegiados de la aristocracia, a ser una clase conservadora, enfrentada a su nuevo enemigo de clase: el proletariado. La estrategia lampedusiana (hay que cambiarlo todo para que todo siga igual) evidenció la proximidad de intereses entre la burguesía y la aristocracia, así como la antagónica posición de estas frente a las clases trabajadoras.
Por tanto, por origen histórico, nosotros no somos ni del lado derecho ni del lado izquierdo de este sistema político burgués; nosotros, las clases trabajadoras, somos los de abajo y vamos a por los de arriba. Hemos de dar las gracias al movimiento del 15M por haber aclarado esta confusión terminológica intencionada que trabajaba en contra de nuestra emancipación.
Va a ser difícil construir un parlamento con abajo-arriba. Así que habrá que construir otra cosa.
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