Como afirma Carlos Pereyra en Los Cuadernos Políticos, los pasajes del Manifiesto Comunista en los que aparece la noción partido no se refieren a instituciones orgánicas como las que ahora conocemos, sino a meras corrientes ideológico-políticas sin perfil preciso. La formulación no se refiere, como pudiera parecer, a una organización política específica, sino al conjunto de formas orgánicas y acciones a través de las cuales el proletariado interviene en ese momento histórico.
De modo explícito o implícito esta noción de clase-partido o partido-clase es una de las nociones operatorias fundamentales de Marx en sus grandes análisis de la revolución de 1848, generalmente bajo las expresiones de “partido del proletariado”, “partido de la burguesía”, “partido de la pequeña burguesía”, etcétera. Expresiones que no significan para Marx, obvio es decirlo, que a cada clase corresponda un solo partido (“partido” en el sentido más corriente del término), sino que la clase, el conjunto de sus organizaciones, partidos, individuos, actúa como “partido” frente a las otras clases.
Lo cierto es que para Marx el partido no es algo externo a la clase sino la clase misma organizada políticamente. En La miseria de la filosofía Marx sintetiza de la siguiente manera el proceso de formación del partido de los trabajadores: las condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha [...] esta masa se une, se constituye como clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política.
La más compleja estructura de clases de las sociedades capitalistas obliga a ver el partido no como la vanguardia o sector políticamente activo de la clase, sino como el lugar de articulación de una variada serie de movimientos y fuerzas sociales.
Más que expresión política de una clase, el partido es la única forma orgánica susceptible de funcionar como lugar de síntesis de una pluralidad de movimientos sociales. Su papel en la construcción de una nueva hegemonía lo obliga, en todo caso, a ser expresión de diversas clases, o sea, de las que forman el bloque social dominado.
El papel dirigente del partido no puede implicar exclusividad en la tarea de codificar el saber generado en la lucha social. Son numerosos los organismos a través de los cuales se realiza esa labor de codificación. De lo que se trata, precisamente, es de ampliar el número de quienes participan en la elaboración política y en la toma de decisiones. La función dirigente estriba en articular, no en suprimir o absorber la pluralidad social capaz de tener significación política. La renuencia jacobina a tal ampliación y el desconocimiento de la pluralidad social conducen a la burocratización de la dirección.
Si la función dirigente del partido conlleva la negación de la autonomía de los movimientos sociales, éstos acabarán no aceptando tal dirección, riesgo del cual no escapa un partido en el poder o fuera del mismo. La cuestión tiene dos aspectos: por un lado, supone admitir la diversidad de organismos que en la sociedad producen política; por otro lado, implica admitir la democracia interna como rasgo ineliminable del partido. En carta escrita a Sorge (1890), Engels indicaba que la absoluta libertad interna de debate resulta una necesidad [...] [el partido] no puede existir sin que todos los matices de la opinión que lo integran se hagan sentir plenamente.
De modo explícito o implícito esta noción de clase-partido o partido-clase es una de las nociones operatorias fundamentales de Marx en sus grandes análisis de la revolución de 1848, generalmente bajo las expresiones de “partido del proletariado”, “partido de la burguesía”, “partido de la pequeña burguesía”, etcétera. Expresiones que no significan para Marx, obvio es decirlo, que a cada clase corresponda un solo partido (“partido” en el sentido más corriente del término), sino que la clase, el conjunto de sus organizaciones, partidos, individuos, actúa como “partido” frente a las otras clases.
Lo cierto es que para Marx el partido no es algo externo a la clase sino la clase misma organizada políticamente. En La miseria de la filosofía Marx sintetiza de la siguiente manera el proceso de formación del partido de los trabajadores: las condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha [...] esta masa se une, se constituye como clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política.
La más compleja estructura de clases de las sociedades capitalistas obliga a ver el partido no como la vanguardia o sector políticamente activo de la clase, sino como el lugar de articulación de una variada serie de movimientos y fuerzas sociales.
Más que expresión política de una clase, el partido es la única forma orgánica susceptible de funcionar como lugar de síntesis de una pluralidad de movimientos sociales. Su papel en la construcción de una nueva hegemonía lo obliga, en todo caso, a ser expresión de diversas clases, o sea, de las que forman el bloque social dominado.
El papel dirigente del partido no puede implicar exclusividad en la tarea de codificar el saber generado en la lucha social. Son numerosos los organismos a través de los cuales se realiza esa labor de codificación. De lo que se trata, precisamente, es de ampliar el número de quienes participan en la elaboración política y en la toma de decisiones. La función dirigente estriba en articular, no en suprimir o absorber la pluralidad social capaz de tener significación política. La renuencia jacobina a tal ampliación y el desconocimiento de la pluralidad social conducen a la burocratización de la dirección.
Si la función dirigente del partido conlleva la negación de la autonomía de los movimientos sociales, éstos acabarán no aceptando tal dirección, riesgo del cual no escapa un partido en el poder o fuera del mismo. La cuestión tiene dos aspectos: por un lado, supone admitir la diversidad de organismos que en la sociedad producen política; por otro lado, implica admitir la democracia interna como rasgo ineliminable del partido. En carta escrita a Sorge (1890), Engels indicaba que la absoluta libertad interna de debate resulta una necesidad [...] [el partido] no puede existir sin que todos los matices de la opinión que lo integran se hagan sentir plenamente.
Como bien dice nuestro amigo Enrique, mantenemos dos puntos de vista distintos pero confluyentes. Una cosa es el partido-clase y otra diferente el partido-organización. Una concepción es complementaria de la otra. Yo apuesto más, es más acorde con mi perfil, por el partido-clase. Como decía ayer el partido-clase trata de articular organizaciones y acciones. Dentro de esas organizaciones que el partido-clase trata de coordinar pueden existir varios partidos-organización. La estructuración de partidos-organización es una tarea que prefiero delegar en aquellas personas que sobre estos menesteres tengan más habilidad y conocimiento. A mi esa función de poner en pie partidos-organización me resulta altamente tediosa, incluso creo que sería innecesaria; pero dada la realidad de los múltiples creyentes en los partidos-organización, los partidarios de los partido-clase hemos de ser condescendientes y posibilitar la tarea a pesar de saber de antemano que es algo efímera. Un partido-clase dura mientras existan las diferencias de clase, los partido-organización solo sirven, si es que sirven, para momentos históricos muy específicos; tras esos momentos históricos se transforman en lastre, en una parte obsoleta más de la superestructura que hay que eliminar. En resumen, mi criterio es entender el partido como clase, como el conjunto de sus organizaciones, partidos, individuos, que deben de actuar como “partido” frente a las otras clases.
ResponderEliminarComo se dice en el texto al que realizo este comentario, la función dirigente estriba en articular, no en suprimir o absorber la pluralidad social capaz de tener significación política. La renuencia jacobina a tal ampliación y el desconocimiento de la pluralidad social conducen a la burocratización de la dirección.
Medidas urgentes.-
ResponderEliminar1. SMI de 1000 euros netos al mes. Es exactamente el 72% de la media de los 6 países de la UE que lo tiene más alto. Luxemburgo (1610 euros), Irlanda (1462 euros), Holanda (1357 euros), Bélgica (1336 euros), Francia (1321 euros), Gran Bretaña (1148 euros).
2. Ninguna pensión por debajo del SMI.
3. Extensión de la prestación por desempleo.
4. Reforma Fiscal: progresividad, persecución del fraude fiscal y la economía sumergida.
5. Banca Pública como corolario de la nacionalización de la privada y las cajas de ahorro.
6. Poner en marcha desde España mecanismos que grave, dificulten o impidan la imposición de fondos en los paraísos fiscales.
7. Nacionalización de los sectores estratégicos de la economía.
8. Inmediato desarrollo de los artículos comprendidos entre el 128 y el 131 (ambos inclusive) del Título VII de la Constitución vigente.
9. Control y democratización de los canales de distribución y comercialización del sector primario de la economía a fin de evitar situaciones de oligopolio o monopolio que inciden negativamente sobre los precios pagados a los productores y sobre los precios pagados por los consumidores.
10. Invalidar y dejar sin efecto los procedimientos judiciales contra las personas que de manera fehaciente puedan demostrar la imposibilidad de pagar la hipoteca y además carezca de segunda residencia. No se propone otra cosa que el cumplimiento del artículo 47 de la citada Constitución Española.
Amigo Dialéctico, los que sentimos atracción por los análisis académicos, rigurosos hasta donde sea preciso incluso a sabiendas de que exigirá mayor esfuerzo seguir activamente el proceso, hemos de ser cuidadosos y no caer en el error de perdernos en la estructura teórica de los mismos o simplemente de dejar que entorpezcan la búsqueda de soluciones a los problemas planteados, con la máxima participación de los implicados en ella.
ResponderEliminarCreo que hoy, las personas de izquierdas tenemos abiertos algunos frentes que es inaplazable combatir y tal vez uno de ellos sea debatir acerca del tipo de estado que queremos construir, e incluso el tipo de estado que no estamos dispuestos a dejarnos arrebatar.
Cuando lo novedoso para ahorrar, parece que es dejar de dedicar los fondos necesarios para el buen funcionamiento de los servicios, nosotros tenemos que consensuar qué sistema sanitario mínimo deseamos, educativo, judicial, de infraestructuras, etc. y valorar técnicamente cuánto cuestan con la gestión más eficaz –lejos de la actual, evidentemente- y no renunciar ni permitir que se reduzcan esos estándares de calidad y de alcance de los servicios bajo ningún concepto.
¿Qué estado queremos los ciudadanos de izquierdas? ¿dotado de qué servicios? ¿con qué tipo de gestión? ¿cuánto cuesta? ¿de donde se han de obtener los fondos?
Una vez definido, tendremos luchar por materializarlo.
Debates concretos y precisos amigo Dialéctico, eso es lo que creo que están reclamando cada vez las gentes socialistas de este país. Debates que no se les facilitan desde las estructuras tradicionales, caducas y endogámicas y que henos de encontrar el camino para facilitarlos.
Saludos.
Bien, la teoría, el debate, lo que quiera pero mientras tanto mucha gente lo pasa mal, demasiado mal y no son los que estan en el 15M (que son niños de papa la mayoría y lo digo por los que conozco en Jerez).
ResponderEliminarLos movimientos sociales han servido ultimammente para dar "empleo transitorio" a muchos jovenes pero ni se ha creado conciencia, ni partido, ni nada de nada. ¡Dónde estan los movimientos de clase???, han dejado de existir porque se dedicaban a escribir proyectos policopiados y a coger subvenciones pero ni clase, ni na de naaaaaaaa.
Sigo leyéndole. saludos.
Gracias amig@s Helios y Belijerez por vuestros comentarios. Estoy de acuerdo con lo que decís, es obvio que los debates no se facilitan desde las estructuras tradicionales, caducas y endogámicas y los movimientos sociales han servido sólo para recibir subvenciones y colocar a amigos.
ResponderEliminarRecibid un abrazote amig@s.