En respuesta a las preguntas que me formula mi buen amigo Herminio.
El partido, como dogma de fe, tuvo su momento histórico y este no lo es, un desarrollo determinado de las fuerzas productivas requiere un instrumento concreto para liquidar las relaciones sociales y de producción que las limiten; pues las relaciones capitalistas de producción traban el desarrollo de las fuerzas productivas. Nosotros hemos de liquidar ese modo de producción como representantes que somos de las nuevas fuerzas de producción y de intercambio cuyo desarrollo está limitado por las relaciones sociales existentes. Las crisis económicas son indicio de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción.
En el siglo XX esa herramienta era el partido, pero en la actualidad no lo es. Ahora incluso ha quedado obsoleto el partido-red, hay que optar por la sociedad-red como instrumento organizativo de nuevo cuño; sociedad-red que funciona con otras variables diferentes y menos aversivas que las organizaciones propias del siglo XX que guiaban a semianalfabetos. La disciplina es inversamente proporcional al grado de conciencia, la historia así lo evidencia. A más ignorancia más necesidad de disciplina. Cuando el nivel de autoconciencia se eleva la disciplina no es necesaria, pues las contingencias se hacen visibles y reconocibles por todos gracias a los avances que la ciencia reporta.
El partido no es más que otra superestructura, otra herramienta, otro instrumento, otra relación social más que liquidar por otro modelo organizativo más efectivo cuando el desarrollo de las fuerzas productivas lo pongan en cuestión; pues las ideas y formas organizativas que utilizan las personas son simplemente un resumen del efecto de las condiciones materiales sobre esas personas. Lo nuestro, como diría Marx, no es implantar un estado o ideal al que haya que sujetarse la realidad, lo nuestro es impulsar un movimiento real que anule y supere constantemente cualquier estado de cosas existentes.
Y cuando hablo de estado de cosas existentes a liquidar y superar me refiero a superestructuras, me refiero a relaciones sociales y de producción, me refiero a partidos y culturas que no tienen existencia más allá de los individuos que las mantienen con sus prácticas; me refiero a propósitos, ideologías, motivaciones, objetivos, intenciones, metas..., todo ello son meros resúmenes del efecto que el control de las condiciones ambientales, bajo las cuales vivimos, ejercen sobre las personas; pues las razones de todo propósito, ideología, motivación, objetivo, intención, meta, partido, cultura..., se encuentran en las consecuencias.
Entendamos pues que todo partido, como toda cultura, no es más que otra superestructura, otra herramienta, otro instrumento, otra relación social más que liquidar por otro modelo organizativo más efectivo cuando el desarrollo de las fuerzas productivas lo pongan en cuestión.
Como decía recientemente, el socialismo científico se define como la recuperación de los poderes productivos de que se ha desposeído al ser humano. Marx hace una distinción clara entre comunismo filosófico y socialismo científico. El primero únicamente contraponía unas frases a otras sin combatir el mundo existente en la realidad. Esta diferencia se funda en el esquema general de un desarrollo histórico que sitúa al socialismo científico, como organización, no en el mundo de las ideas, sino como producto determinado de las condiciones sociales. Esta interpretación de la historia es radicalmente distinta de la filosofía idealista porque procede "de la tierra al cielo" y no al contrario.
Actuar de otra manera es aferrarse a reificaciones y fetichismos mitologizantes.
Sobre el poema que nos ofrece mi buen amigo Herminio, y que propone su interpretación, creo que ya está bien de tirarnos al abismo para terminar siendo simple salitre. Nuestra función histórica es otra que la del simple testimonialismo. Para ello hay que planificar y distribuir funciones y tareas en relación a capacidades.
Creo que con estas palabras respondo a las preguntas que me formula mi buen amigo Herminio, en las tres reflexiones anteriores que he escrito y publicado en diferentes medios también respondía a las mismas con ejemplos concretos de los hechos diferenciales entre esas organizaciones que se dedican a fantasmagorías y las que abordan el cambio de la realidad.
Por Javier Caso Iglesias, Portavoz de Iniciativa Socialista de Extremadura, miembro de Convergencia por Extremadura (CEx) y socio de la Fundación Equo.
El partido, como dogma de fe, tuvo su momento histórico y este no lo es, un desarrollo determinado de las fuerzas productivas requiere un instrumento concreto para liquidar las relaciones sociales y de producción que las limiten; pues las relaciones capitalistas de producción traban el desarrollo de las fuerzas productivas. Nosotros hemos de liquidar ese modo de producción como representantes que somos de las nuevas fuerzas de producción y de intercambio cuyo desarrollo está limitado por las relaciones sociales existentes. Las crisis económicas son indicio de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción.
En el siglo XX esa herramienta era el partido, pero en la actualidad no lo es. Ahora incluso ha quedado obsoleto el partido-red, hay que optar por la sociedad-red como instrumento organizativo de nuevo cuño; sociedad-red que funciona con otras variables diferentes y menos aversivas que las organizaciones propias del siglo XX que guiaban a semianalfabetos. La disciplina es inversamente proporcional al grado de conciencia, la historia así lo evidencia. A más ignorancia más necesidad de disciplina. Cuando el nivel de autoconciencia se eleva la disciplina no es necesaria, pues las contingencias se hacen visibles y reconocibles por todos gracias a los avances que la ciencia reporta.
El partido no es más que otra superestructura, otra herramienta, otro instrumento, otra relación social más que liquidar por otro modelo organizativo más efectivo cuando el desarrollo de las fuerzas productivas lo pongan en cuestión; pues las ideas y formas organizativas que utilizan las personas son simplemente un resumen del efecto de las condiciones materiales sobre esas personas. Lo nuestro, como diría Marx, no es implantar un estado o ideal al que haya que sujetarse la realidad, lo nuestro es impulsar un movimiento real que anule y supere constantemente cualquier estado de cosas existentes.
Y cuando hablo de estado de cosas existentes a liquidar y superar me refiero a superestructuras, me refiero a relaciones sociales y de producción, me refiero a partidos y culturas que no tienen existencia más allá de los individuos que las mantienen con sus prácticas; me refiero a propósitos, ideologías, motivaciones, objetivos, intenciones, metas..., todo ello son meros resúmenes del efecto que el control de las condiciones ambientales, bajo las cuales vivimos, ejercen sobre las personas; pues las razones de todo propósito, ideología, motivación, objetivo, intención, meta, partido, cultura..., se encuentran en las consecuencias.
Entendamos pues que todo partido, como toda cultura, no es más que otra superestructura, otra herramienta, otro instrumento, otra relación social más que liquidar por otro modelo organizativo más efectivo cuando el desarrollo de las fuerzas productivas lo pongan en cuestión.
Como decía recientemente, el socialismo científico se define como la recuperación de los poderes productivos de que se ha desposeído al ser humano. Marx hace una distinción clara entre comunismo filosófico y socialismo científico. El primero únicamente contraponía unas frases a otras sin combatir el mundo existente en la realidad. Esta diferencia se funda en el esquema general de un desarrollo histórico que sitúa al socialismo científico, como organización, no en el mundo de las ideas, sino como producto determinado de las condiciones sociales. Esta interpretación de la historia es radicalmente distinta de la filosofía idealista porque procede "de la tierra al cielo" y no al contrario.
Actuar de otra manera es aferrarse a reificaciones y fetichismos mitologizantes.
Sobre el poema que nos ofrece mi buen amigo Herminio, y que propone su interpretación, creo que ya está bien de tirarnos al abismo para terminar siendo simple salitre. Nuestra función histórica es otra que la del simple testimonialismo. Para ello hay que planificar y distribuir funciones y tareas en relación a capacidades.
Creo que con estas palabras respondo a las preguntas que me formula mi buen amigo Herminio, en las tres reflexiones anteriores que he escrito y publicado en diferentes medios también respondía a las mismas con ejemplos concretos de los hechos diferenciales entre esas organizaciones que se dedican a fantasmagorías y las que abordan el cambio de la realidad.
Por Javier Caso Iglesias, Portavoz de Iniciativa Socialista de Extremadura, miembro de Convergencia por Extremadura (CEx) y socio de la Fundación Equo.
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