En Plasencia todo el mundo está a ver qué pasa

Se puede decir más alto, pero no más claro. El periodista placentino Antonio Sánchez Ocaña lo expresa de una forma diáfana y nítida en la columna de su diario publicada en el día de hoy (A VER QUÉ PASA).

Todo el mundo en los bares y cafeterías de la ciudad se dedica a criticar y a cuestionar todo aquello que se hace en política, se habla de lo mal que están las cosas y de lo poco que desde el ámbito institucional se realiza. Se habla de los elevados sueldos de los políticos y responsables institucionales, de sus prebendas, de su falta de transparencia, de sus imputaciones; de su deriva, de sus prácticas que nos llevarán al endeudamiento por años, etc...

Pero luego, a la hora de la verdad, cuando se convoca a esa ciudadanía para organizarse y plantear una alternativa, todo el mundo se queda en casa a lo calentito.

Ya es hora de decir que la crítica no hace variar ninguna situación, la casta político institucional que rige los destinos municipales se ha hecho insensible a las críticas y los reproches. Saben que no pasarán de ahí, que todo se quedará en una simple murmuración de tasca; saben que todo quedará en un huero y vacío cotilleo sin más funcionalidad práctica que el mero desahogo de la expresión de la impotencia.

Parece que a lo máximo que se aspira es a que lo mío salga en la prensa, pero a partir de ahí el silencio. Ahora se usa a la prensa también para justificarse. Diversos grupos de ciudadanos con inquietudes o con problemas exponen sus cuitas en público a través de los medios de comunicación, pero luego, una vez realizada esta acción, otra vez a casita a lo calentito. Incluso los grupos políticos se han acostumbrado a esto, a sólo mirar por lo suyo, a exponerlo en los medios y luego a tumbarse a la bartola creyendo que las cosas se terminarán arreglando solas.

Todo ha quedado relegado a verborrea y cháchara insustancial. Aquí muchos se apuntan para salir en la prensa como los máximos abanderados de las reivindicaciones, pero pocos se ponen a organizar esa crítica de una forma positiva para que una alternativa salga a delante. Aquí, en Plasencia, todos se oponen a las escaleras mecánicas, pero pocos se organizan para plantar cara al proyecto; Aquí, en Plasencia, todos se oponen a que el Parking en las Huertas de la Isla sea de pago, pero pocos se organizan y coordinan sus esfuerzos para que esa decisión sea modificada; Aquí, en Plasencia, muchos grupos políticos dicen sentirse perjudicados por la Ley D'Hondt, pero ninguno luego quiere sumar con otros para presentar una candidatura unitaria. Aquí, en Plasencia, muchos piensan que no existe transparencia en la forma de hacer las cosas, pero pocos suman sus voces para denunciar las prácticas, usos y costumbres por las que se caracteriza la casta político institucional que rige los destinos municipales.

¡¡¡YA ESTÁ BIEN, REACCIONEMOS!!!

Como solía decir el de Nazaret: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos, y tú, que estás vivo, ¡sígueme!" (Lc), "Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos" (Mc).

Por mi parte lo reitero, necesito colaboradores, personas con conciencia social para hacer una Plasencia diferente. Como decía el pasado día 2 de noviembre, en el artículo titulado "Sólo para intrépidos/as", que es mi deseo cambiar Plasencia, pero esta tarea no se puede acometer en solitario ni en pequeño grupo; necesito un equipo que me acompañe. Un equipo de personas, con el grado de implicación que cada cual se fije; pero un equipo de personas que busquen la verdad.

La tarea de este equipo es buscar, entre la ciudadanía, a personas que sepan, a personas con capacidad y ganas, personas honradas, personas que antepongan los intereses generales de la ciudadanía a los suyos propios particulares.

Es hora ya de que las organizaciones políticas descubramos que hay mucha vida fuera de las instituciones, que dejemos de estar obsesionados y narcotizados con estar en las instituciones. Es hora ya de que animemos a que los ciudadanos se autorepresenten a sí mismos, que los llamemos a participar y a implicarse. Es hora ya que desde las organizaciones políticas contribuyamos a sacar a los ciudadanos de la abulia y de la pasividad. Hay que sacarlos ya de la crítica tabernera, hacerlos recobrar la confianza en sí mismos y su dignidad. como solía decir Don Carlos: "la ciudadanía necesita de su dignidad más todavía que de su pan". Es hora ya de decir, alto y claro, nada por ti sin ti. Es hora ya de acompañar a los ciudadanos y no vanguardizarlos.

Nuestro deber, nuestra función de articular y vertebrar a la sociedad; no reemplazarla y anularla como ahora acontece. Ahora la sociedad civil está agonizante y moribunda, sin capacidad de reacción ante la que se nos viene encima.

Son muchos los ciudadanos y ciudadanas placentinos con capacidad, mérito y humildad para hacerlo mejor, mucho mejor, que la casta político institucional que rige los destinos municipales en la actualidad. Seamos coherentes desde los partidos y apliquemos, desde ya, ese lema que dice: "me quito yo para que se pongan los ciudadanos". Dejemos a los ciudadanos con capacidad la tarea institucional y recuperemos nosotros, como partidos políticos, la calle para que nos de un poco el aire a ver si se nos aclaran las ideas. Recuperemos la calle para vertebrar y articular a la ciudadanía, para contribuir a que recupere su espíritu crítico y organizativo.

No tiene que haber miedo alguno en dejar que los ciudadanos representen a la ciudadanía, ellos mismos nos aportan la solución para garantizar la confianza perdida en lo institucional. Son ellos los que nos proponen firmar ante notario el programa electoral y el compromiso de dimitir si no lo cumplen.

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