sábado, 28 de febrero de 2009

Exigencia inexcusable de evaluación permanente de nuestro sistema educativo

A nivel de enseñanza la casi totalidad de países "desarrollados" no tienen que afrontar hoy en día problemas de expansión cuantitativa sino cualitativa.

Se trata de un fenómeno extraordinariamente complejo que en primera instancia demanda que el sistema, en sus múltiples niveles, sea sencillamente eficaz. Esta exigencia requiere inexcusablemente que los elementos sustantivos del sistema sean evaluables, es decir, se sometan a interpretación cuantificable.

Exigencia que en el plano práctico se ha venido centrando en las últimas décadas en el profesorado y en la evaluación formativa. Esta es una variable que tiende a incrementarse en todos los países desarrollados y que es propiciada por la creciente preocupación por la calidad y sustentada por el principio que la calidad de la enseñanza tiene que ver más con la calidad del profesorado que con su cantidad.

Debe tenerse presente que la cada vez más creciente atención por las pruebas externas de evaluación, tienen, más que un carácter selectivo o promocional, una finalidad de diagnóstico del sistema y una óptima información sobre la marcha de los objetivos.

Un dato también significativo son las pruebas de evaluación formativa cuyo objeto no es tanto seleccionar o clasificar a los alumnos como diagnosticar la situación en orden a una mejor orientación pedagógica y didáctica.

4 comentarios:

  1. Amiga Ana:

    Próximamente elaboraré un post sobre Argentina. Tus palabras me dan un argumento perfecto para hacerlo así.

    Recibe un muy fuerte abrazote amiga.

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  2. Estimado Javier!.

    Gracias por visitar e instalarte en mi sitio.
    Espero hayas encontrado en los artículos cosas de tu interés.

    Si mal no interpreto lo que expresas, es que los países que denominas Desarrollados (y que yo llamaría Dominantes) se han propuesto evaluar la calidad y capacidad del prestador de los contenidos pedagógicos y tus técnicas didácticas por las vías indirectas de la evaluación del alumnado.

    Ello ya fue propuesto en mi país, Argentina (que poco tiene de Desarrollado, por ello mi corrección), desde las esferas de los que en el gobierno ejercen la función de control de la calidad educativa.

    No me parece descabellado que se evalúe la capacidad de cualquier profesional para desempeñar su función en el contexto de una sociedad, sobre todo si desde una función pública se trata. Siempre y cuando, creo yo, que esto no sea motivo de exclusión de la persona, si no de re-formación o re-capacitación.

    Sin embargo esta idea fue rechazada por la mayoría de los gremios docentes que representan al sector público de los trabajadores de la educación, y los que desde el ámbito privado de la educación se avinieron a la propuesta (por lo que “de oídas” sé por docentes conocidos), “hecha la ley, hecha la trampa”. Instruían a sus alumnos, punto por punto, respecto a los contenidos que les iban a ser evaluados, consiguiendo con ello, claro esta, un alto rendimiento de conocimientos incorporados por los jóvenes, logrando, a su vez, una falsa imagen de excelsitud de la capacidad docente en ese ámbito (el privado).

    Mi preocupación en la educación formal de nuestros jóvenes, más allá de la idoneidad de quien tiene la función de formarlo intelectualmente, es si se va a continuar con los contenidos formativos desde la perspectiva de la conocida Filosofía Positivista de la historia del desarrollo de la humanidad, la división geo-política del planeta, las luchas por la independencia de los países, la función de la Democracia como sistema de gobierno, y varios contenidos más, característicos de las llamadas Ciencias Humanas, o (exceptuando las conocidas como Ciencias Duras, léase: Matemática, Física, Química, etc.) podría incorporarse, a mi parecer, una perspectiva más realista de esos procesos que brinda el llamado Materialismo Histórico.
    Una inquietud y deseo, que claro esta, por el que puedo abogar, pero que no está en mis manos cambiar, porque no esta en mis manos el PODER para hacerlo, por ahora!!!.

    Un abrazo.
    Rik

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  3. Hola amigo Ricardo:

    He procedido a entrecomillar lo de países "desarrollados". Pues es un término muy subjetivo y da lugar a equívocos como bien apuntas.

    Suscribo tus palabras "No me parece descabellado que se evalúe la capacidad de cualquier profesional para desempeñar su función en el contexto de una sociedad, sobre todo si desde una función pública se trata. Siempre y cuando, creo yo, que esto no sea motivo de exclusión de la persona, si no de re-formación o re-capacitación".

    Las resistencias son muchas, así como las posibles fórmulas para para intentar evitar ser evaluado objetivamente; pero ahí tenemos que poner la imaginación. El docente también ha de ser evaluado por sus alumn@s y l@s padres y madres de est@s alumn@s. Incluso proceder con métodos de observación y observación participada.

    Recibe un muy fuerte abrazote amigo.

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  4. Hola, es verdad Ricardo, acá, hecha la ley hecha la trampa, tanto los gremios, como quienes deben controlarlos, están jugando a las escondidas, y no solo con las evaluaciones... lamentablemente la situación en la educación es grave.
    Es muy interesante lo que planteas Javier, lo que propones sería una especie de evaluación recíproca entre los miembros de la "comunidad educativa" para hallar esa sinergia necesaria que posibilite la fluidez en el aprendizaje y una ambiente organizado que fomente la tarea del educador y de los alumnos. Creo que es en la comunidad educativa en donde con mas dramatismo se exponen los efectos de la desorganización y la confusión. No?
    Un abrazo

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