
Ese es el objetivo que en más ocasiones los políticos pierden de vista, su función primordial. Desgraciadamente la olvidan pronto y optan por lo más fácil, hacer sincretismo con la administración, convirtiéndose en su cabeza de turco.
En infinidad de veces he trasladado a los responsables políticos e institucionales la necesidad de evaluar, de evaluar permanentemente si la administración cumple sus objetivos o no; y, además, hacer esta evaluación abierta a la ciudadanía, que la ciudadanía se exprese sin tapujos.
Una vez se ha evaluado y se han detectado los problemas se ha de actuar sin vacilaciones. Sea con el funcionario de la enseñanza, sea con el de justicia, el de sanidad, el de la administración, o sea con el alto cargo que también debe de ser evaluado, pues es el que marca la tendencia y se erige como referente.
La administración se debe de marcar objetivos, los responsables políticos e institucionales deben de marcar objetivos y reforzar y premiar a aquellos funcionarios que cumplen con ellos y penalizar a aquellos otros que no los alcancen o entorpezcan la consecución de los logros. Por ello lo de evaluar bien, teniendo mucho cuidado con los típicos "tirachaquetas" que en todos los niveles suelen proliferar y que con su actitud "peloteril" pretenden zafarse de todo tipo de evaluación objetiva.
Hay que evaluar, por tanto, de arriba a abajo y de abajo a arriba en función de objetivos. Ser flexibles en las metodologías, pero muy exigentes en el logro de los objetivos. Aquí podemos aplicar la máxima china: Nos debe de dar igual si el gato es blanco o negro, la cuestión es que cace ratones.
por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)
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