viernes, 8 de febrero de 2008

Los datos desmienten a Rajoy

Se empecina el eterno candidato a presidente del gobierno del Partido Popular, esto es, Mariano Rajoy (o Marianico el corto como lo apoda Llamazares) en que la economía va mal, si embargo todos los datos y valoraciones que, tanto desde el ámbito nacional como desde el internacional, se hacen por parte de acreditados especialistas y expertos vienen a confirmar todo lo contrario.

Ángela Merkel, la canciller alemana, elogió profusamente la economía española tras la cumbre restringida de Londres, sus palabras literales fueron "Ya nos gustaría a nosotros tener el crecimiento y el superávit de España".

En el terreno patrio, ha sido Emilio Botín el que alaba sin complejos los "factores que representan las fortalezas de la economía española", entre los que destaca: la solvencia del sector financiero; el margen de maniobra que da el superávit presupuestario; la diversificación geográfica y de negocio realizada por las empresas; unos recursos propios del sector privado que rondan el 13%; y una tasa de esfuerzo familiar para la compra de vivienda inferior a la que se registraba en los años 90.

Así que amigo Mariano, empiece Usted a buscar otro empleo diferente al de político, con el que no está teniendo Usted mucha suerte ni en sus pronósticos ni en sus compañeros y compañeras de viaje. Deje el partido en manos de Gallardón y monte una gestoría de agoreros atrabiliarios del desastre, seguro que Doña Espe, Lamela, Dimas Cuevas, Zaplana y Acebes (entre otros) formarían parte de su clientela.

Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

1 comentario:

  1. Estimado Javier Caso:

    Quiero decirte que sí existe una crisis económica en ciernes que ya la están descontando los mercados. La crisis está ahí y por eso hay que decirle al ciudadano cómo va a poder pagar su hipoteca y cómo van a poder pagar los empresarios sus intereses.

    Me recuerda a la crisis anterior que es, primero no pasa nada, segundo no corráis que es peor, y tercero yo no he sido. Así fue la crisis anterior, parece que llevamos el mismo camino. Aquí no pasaba nada, las devaluaciones no suponían ningún lío, luego decían no corráis que es peor que estáis alarmando a la gente, en fin, ya nos conocemos todos.

    La crisis no perjudica a los especuladores porque el dinero es del ahorrador, es de todo el mundo, es de jubilados, es de pensionistas, es de gente que no ha gastado un euro o un dólar para poder invertirlo. En este sentido, a España viene el 2 por ciento de las carteras mundiales y hay que darles confianza.

    Os recuerdo que los incendios se apagan en invierno, no en verano y las crisis se apagan 2 o 3 años antes de que aparezcan. En el año 2002 hubo una crisis que yo la viví y apenas la notamos porque estábamos preparados. Las claves que pueden devolver la normalidad a los mercados son generar confianza, bajar los impuestos, que la gente sea dueña de su futuro, trabajando, gastando, no tenerlos cobrando el desempleo sino levantando España.

    La Bolsa es el mástil de un barco, lo primero que se mueve y lo primero que avisa de lo que va a pasar y los mercados anticipan la evolución de la economía.

    Las reformas más importantes para aliviar la crisis son: reducción de impuestos y del gasto público, liberalización del mercado de factores productivos, evitar los déficits públicos, no implementar ninguna clase de controles de precios o de tipos de cambio y acabar con la política monetaria expansiva (bajadas de tipos de interés e inyecciones indiscriminadas de liquidez) de los bancos centrales.

    Pero los socialistas retornan al gasto elevado, los impuestos asfixiantes y el intervencionismo desatado. Sólo la necesidad de aguantar cuatro años "como sea" para tapar con el despilfarro de la herencia recibida la desvertebración de España hace que camuflasen sus políticas socialistas en lo económico.

    Pueden engañar a todo el mundo durante un tiempo. Pueden engañar a algunos todo el tiempo. Pero no pueden engañar a todo el mundo todo el tiempo


    En cuanto a Gallardón si observáis una cola kilométrica de ciudadanos y ciudadanas arrojándose al vacío desde el puente más céntrico de su localidad, no se asusten: son votantes y votantas habituales del PSOE e IU destrozados tras la decisión del PP de no incluir a Gallardón en las listas del Congreso. Unos cuatro millones de votantes del PSOE, tirando por lo bajo, que habían decidido pasarse al PP el próximo 9 de marzo si el alcalde de Madrid hubiera figurado en sus listas, ahora no tendrán más remedio que votar a Z, aunque sea con la nariz tapada.

    Puede resultar extraño el tremendo enfado del PSOE e IU con la decisión de Rajoy: a fin de cuentas, se trata de retener una enorme bolsa de votos que podrían haber volado; pero es que la gente normal no ha entendido la extraordinaria vocación democrática de Pepiño Blanco.

    En efecto, el secretario de Organización del PSOE –así como las otras dos personas que dirigen el socialismo español: Gabilondo (el que aseguraba que había suicidas con 3 capas de calzoncillos en los trenes del 11M) y Cebrián( el que fuera director de la TV franquista)– es un partidario tan firme de la alternancia política, que prefiere perder las elecciones y ceder el poder al rival con tal de fortalecer el sistema democrático. De ahí que la presencia de Gallardón en un lugar preeminente de las listas populares, garantía de una segura victoria del rival, le tuviera entusiasmado. Porque una victoria del Partido Popular sólo es admisible para los detentadores de la moral democrática si se garantiza la presencia en sus listas de políticos de incuestionable vocación progresista. A estos efectos, Gallardón era un aval suficiente de que España seguiría progresando adecuadamente incluso bajo un Gobierno nominalmente dirigido por Mariano Rajoy.

    Muchos añoran a Gallardón pues un cabreo de cojones porque en el PP no le hacen caso, lo que representa un ataque frontal a las obligaciones de todo partido político con aspiraciones de gobierno. ¿Y El País? ¿Qué le pasa al periódico de Cebrián? Pues tres cuartos de lo mismo.

    Los editoriales de El País establecen las instrucciones de cada día, que siguen con devoción los políticos del PSOE y Ruiz Gallardón. A veces la consigna del día en curso puede parecer contradictoria con la difundida la jornada anterior (de hecho, suele ocurrir), pero cuando los políticos de progreso se limitan a seguir estrictamente el dictado prisaico esas pequeñas minucias pasan inadvertidas para la opinión pública, es decir, para los lectores de El País, la única opinión relevante a efectos demoscópicos.

    Expaña iría de maravilla si los dirigentes del PP abandonaran la funesta manía de pensar por ellos mismos y dejaran la dirección de sus asuntos en manos de quienes pueden gestionarlos con criterio y solvencia. Pero nada, que no hay manera.

    Gallardón era la última esperanza de que el Partido Popular entrara definitivamente en la vía del progreso político, social y económico. Eclipsada su estrella, el PP tendrá que luchar por la victoria con el único apoyo de los que realmente creen en su proyecto político. O sea, una legión de fatxas que siguen empeñados en que Expaña se está rompiendo por culpa de las cesiones de Z a sus socios del nacionalismo periférico. Una marabunta de carpetovetónicos que sostiene la inmoralidad de establecer negociaciones políticas con grupos terroristas. Una caterva de nostálgicos del franquismo, en definitiva, que exigen que todos los expañoles tengamos los mismos derechos constitucionales con independencia de nuestro lugar de origen.

    Para colmo, el sustituto de Gallardón es un señor que opina que donde mejor está el dinero es en el bolsillo del contribuyente, con lo que tira con bala contra la tesis nuclear de la socialdemocracia española, con el alcalde de Madrid a la cabeza, según la cual la pasta debe estar en manos de quienes pueden redistribuirla hacia los sectores más necesitados, como los artistas de la SGAE y del cine español, que no tienen dónde caerse muertos, las criaturas.

    Yo es que oí esa frase del señor Pizarro y comenzé a derramar lágrimas como melones. El Partido Popular va a perder los cuatro millones de seguidores del PSOE que iban a votar por Gallardón, pero los cuatro pelagatos que depositen su confianza en Rajoy se lo van a pasar teta el día de las elecciones. No creo hayan metido nunca el voto en la urna con una satisfacción como la que van a experimentar el próximo 9 de marzo. Suicidas, sí, pero orgullosos y más contentos que unas pascuas.



    Un saludo y gracias por facilitarme el derecho a la libertad de expresión.

    "Puede que no esté de acuerdo con su opinión, pero lucharé para que nadie le impida expresarla"
    Hilarioideas@hotmail.com
    MOVIMIENTO LIBERAL

    ResponderEliminar