jueves, 10 de octubre de 2013

La cultura democrática y el consenso por una cuestión de principios

Dado el perfil de la responsabilidad que tengo asumida en las organizaciones políticas, sociales y  sindicales en las que participo, una tarea primordial y básica que he de realizar es la de analizar  las formas de relación que las personas y, sobre todo, las organizaciones con las cuales colaboramos tienen y, obviamente, he de decir que existen formas de relación que me gustan y otras que no me gustan.

Toda forma de relación que se basa en la poliarquía me desagrada, pues no me gusta la utilización del mecanismo del voto para excluir, esto es lo que se conoce como vota-botacracia (http://goo.gl/3QKJ48) y ha sido una de las principales razones de la división de la izquierda.

Yo creo, por cuestión de principios, en el consenso y el acuerdo. Y, en caso de discrepancia, libertad  de voto y actuación. No queda otra si queremos no solo respetar a las minorías, sino integrarlas. Y es que ya lo decía claramente el filósofo José Ortega y Gasset: "toda verdad ignorada prepara, antes o  después, su venganza". Y como no me gusta la venganza ni la vendetta, pienso que el único giro de 180º en los principios que decimos defender las personas de izquierda sería abandonar la metodología del acuerdo y del consenso y abrazarse a la fagocitadora de la vota-botacracia.

Esta cultura democrática que propongo, digámoslo con palabras de Marx, solo brota cuando ya se da o,  por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. Esto es así o no  será. Reitero: "solo brota cuando ya se da". Si no se da no brota ni brotará nunca. O sea, o se tiene  cultura democrática o no se tiene.

Tengamos en cuenta que no es lo mismo una democracia que un gobierno de la mayoría. Los gobiernos de  la mayoría, y ejemplos a lo largo de la historia existen muchos, terminan trasformados en "la  dictadura de la mayoría" (dictaduras bolcheviques, del ruso Большевик, Bolshevik o Bolševik, "miembro  de la mayoría"), que puede ser peor que una dictadura abierta, porque se presenta con la careta de la  democracia. Pero arrasa los derechos de la minoría, y puede terminar usando la fuerza, el ostracismo o  la exclusión, para lograr sus propósitos. De lo que se trata es de buscar el consenso, no imponer el criterio de una parte. Además, toda fracción que se hace vasta termina convirtiéndose en facción  (camarilla) y lo vasto (extenso) transformándose en basto (burdo e inapropiado).

En esto establezco una única excepción que es, obviamente, la que confirma esta regla que hemos de  aplicar indefectiblemente en este momento histórico que nos toca vivir. Una cosa es aplicar los  criterios de un gobierno de la mayoría, conformado por representantes de una determinada clase social,  para legislar y ejecutar lo legislado en favor de esa clase social por parte de una institución. Esto  es lo que se hace por parte de cualquier gobierno. Lo hace la burguesía como ahora lo estamos viendo a  través de sus diferentes expresiones políticas y lo tendrán que hacer las clases populares.

Pero cuestión diferente es el tipo de relación que se han de establecer en el seno de las organizaciones que representan a una misma clase social. Aplicar entre nosotros el mecanismo del voto  para excluir lo considero contrario a los principios que decimos defender. Cada vez que utilizamos el  mecanismo del voto para excluir a los de nuestra misma clase social se evidencian nuestras  contradicciones y debilidades.

Yo creo que lo más sensato en nuestras relaciones, como representantes de una misma clase social que  somos, es que las personas u organizaciones que estén de acuerdo con una determinada cuestión, acción  o propuesta la desarrollen entre ellas y no vinculen al resto. Dando libertad para que cada organización o persona actúe en función de su propia conciencia, principios o convencimiento.

Si una organización de nuestra clase social adopta una decisión para consigo misma o en relación a la  misma clase social que ella representa, y esta decisión no ha sido tomada por consenso, esta  resolución se tendría que explicar públicamente y vincular solo a aquellas personas u organizaciones  que estén de acuerdo con ella.

Si usamos entre nosotros, miembros de una misma clase social, el mecanismo del voto para excluir, si  aplicamos en nuestras relaciones la poliarquía, esto es, la vota-botacracia (http://goo.gl/19ILCg), terminaremos consiguiendo lo logrado hasta ahora, esto es, la más absoluta de las miserias. Y seguiremos padeciendo este modelo de sistema de esclavitud asalariada. Como digo esta cuestión para mi  es de principio. Lo que en palabras Albert Einstein sería: "No esperes resultados distintos, si sigues  haciendo lo mismo". O sea, que si seguimos relacionándonos entre las personas y organizaciones de nuestra misma clase social de forma poliárquica conseguimos lo logrado hasta ahora, esto es, absolutamente nada; o lo que es lo mismo, perderlo todo como ahora nos ocurre consecuencia del austericidio y los recortes que nuestra debilidad organizativa, consecuencia de un modelo de relación fragmentador como la poliarquía, ha provocado.

Insisto, la poliarquía es el modelo de relación que la clase obrera ha usado hasta ahora para relacionarse consigo misma. Si no hemos logrado avanzar nada, más bien todo lo contrario, ¿por qué no cambiamos este modelo?

La metodología de relación que aplicamos a nuestros enemigos de clase social para fagocitarlos en lo político e institucional no puede ser buena para regular nuestras relaciones entre compañeros/as y organizaciones que representan a nuestra propia clase social.

Por todo ello, en la situación actual, lo que hemos de hacer es poner la estrategia en común, pues aún tenemos que afinar más sobre la importancia de una metodología inclusiva y muy democrática.

Soy de los convencidos de la necesidad de sumar con todas las fuerzas políticas en la línea de conformar un Frente Amplio no excluyente, pero hay fuerzas políticas que tienen una peculiar forma de relacionarse, en cuanto te descuidas te dan el abrazo del oso y terminan estrangulándote. Por eso insisto tanto en hacer pedagogía de nuestro modelo de relación, pues existen organizaciones políticas que todos conocemos que en cuanto llegue la hora decisiva de conformar candidaturas optarán por realizar desembarcos masivos de sus militantes a golpe de silbato en las asambleas del Frente Amplio que se organicen al objeto de controlarlas.

Esa ha sido su práctica de siempre y no observo voluntad de cambiarla, es por esta razón que incido tanto en el modelo de relación que tiene que ser horizontal y de igual a igual y, sobre todo, muy  democrático y adoptando las decisiones por consenso. Pues de ser por mayoría la hegemonía no la  tendría el sentido común o las propuestas más coherentes y razonables, sino que estaría puesta al  servicio de la organización con mayor número de afiliados o militantes listos para el desembarco.

Para que las organizaciones de menor tamaño nos hagamos valer hemos de tratar de conseguir que los acuerdos sean por amplios consensos y, si estos no se dan, que las decisiones que no se han tomado con  nuestro acuerdo que no nos obliguen; pues de sentirnos obligados estaríamos de nuevo sometidos al centralismo autoritario que de las formas poliárquicas de relación se desprenden.

Como he manifestado una y otra vez, estas formas poliárquicas de relación son buenas para imponer criterios a la burguesía, por ser una clase social diferente y antagónica a la nuestra, pero no sirve como modelo de relación entre personas y organizaciones pertenecientes a la misma clase social.

Creo que esta es nuestra primordial tarea en el momento presente, hacer mucha pedagogía en todos los  ámbitos y foros posibles sobre otro modelo de relaciones entre las personas y organizaciones  pertenecientes a nuestra misma clase social.

1 comentario:

  1. Teniendo presente la búsqueda del consenso éste no debe convertirse tampoco en "la dictadura del consenso".

    Ahora está de moda esquivar los temas de fondo, como el que apuntas en cuanto a la forma de relacionarse, porque son precisamente los que pueden generar disparidad de opiniones y sin entrar a fijar "las reglas de juego" se reivindica en ocasiones esa toma de acuerdos por consenso y otras de forma arbitraria se acude a una mayoría simple. Gobernando así una clara arbitrariedad.

    Para empezar tendríamos que definir lo que entendemos por "consenso", en mi opinión es primordial diferenciarlo de la unanimidad y seguidamente como bien dices tener muy presente que existen realidades compatibles, y explico esto de "compatibles" o al menos lo intento:

    Si partimos de la idea de que no estamos de acuerdo con la realidad existente, podemos unirnos para buscar y lograr cambios.

    Si no llegamos a un consenso sobre cómo lograrlos no habrá una acción conjunta pero en todo caso ha de ser compatible con la posibilidad de lograr un acuerdo por votación sin que esto suponga la obligación de que el resto asuma obligaciones derivadas de ese acuerdo y por supuesto no ha de ser el consenso ni pertenencia a una coordinadora lastre alguno para que un grupo se plantee avanzar de manera independiente en el sentido que crea más conveniente. De lo contrario el resultado será la falta de consenso en cuestiones fundamentales y derivado de ello la falta de intentos reales que puedan llevar a un cambio de la situación actual de la que partíamos, haciendo inútil la búsqueda de esa coordinación (o muy útil para algun@s, todo depende de cómo se mire).

    Ciertamente el peligro de desembarco de militantes cuando el consenso no es posible y se llega a la votación creo que se puede evitar usando el criterio que citas de vincular sólo a las organizaciones que estén de acuerdo con la decisión tomada.

    Si no te he entendido mal, Javier, creo que estamos de acuerdo.

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