Me quedo con las tres últimas preguntas que se formula nuestro Soñador Soñado de Ensueño en el 5x1 de esta semana:
¿Por que lloro si en el fondo estoy alegre?, ¿Por que todos los caminos se transitan y los de los sentimientos permanecen ocultos? Pero sobre todo... ¿Por que lo mas grande es lo mas pequeño?
Hemos de dejar de llorar y si lloramos que sea siempre de alegría, pues lo más pequeño es lo más grande y todos los caminos serán transitados, los de los sentimientos también. Lo nuestro es un constante descubrir las razones y un permanente "desfacer entuertos".
Y ya que hablamos de "desfacer entuertos" abordemos uno de los que en la actualidad nadie se atreve a acometer, el relativo a la participación ciudadana.
Nuestro Miguel Álvarez cita en mi bitácora una brillante descripción de Félix Ovejero Lucas (profesor de Ética y Economía de la Universidad de Barcelona) sobre este asunto y cómo es tratado desde el pensamiento liberal: "Lamentarse de la mala calidad de los votantes es como lamentarse de que en el fútbol traten al balón a patadas. Cuando el propio mecanismo democrático esta concebido para prescindir de la participación resultan pocos convincentes los gimoteos ante la falta de participación. Es lo previsto. En realidad, para el liberalismo, la apatía o la falta de participación son una solución mas que un reto. Los lamentos por el deterioro de la cultura cívica no resultan menos retóricos que las periódicas quejas acerca de la irrelevancia de las deliberaciones en el legislativo, la vaciedad indiferente de los programas, la conversión de los partidos en maquinarias electorales, la ausencia de debates de ideas, la proliferación de populismos y de mercadería política o las dificultades de financiación de los partidos. Escándalos de fariseo."
A mi me gusta este siglo XXI en el que los ciudadanos empiezan a imponen sus condiciones a los políticos, intentan deshacerse de la influencia de las maquinarias electorales y de la mercadería política; así como del liberalismo. Una vez que nos hayamos liberado de estos lastres habremos descubierto la esencia de la democracia pues debe de ser ley que un representante de la ciudadanía no puede hacer lo que considere conveniente y oportuno, sino lo que esta ciudadanía le mandata.
Este proceso es aún incipiente, para evidenciar ese estado embrionario no hay más que mirar los años de democracia que llevamos y aún el artículo 9.2 de nuestra Constitución sigue sin ser desarrollado: "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social."
Como le decía hoy a Guillermo en su bitácora: pienso que tras el sarampión actual que padece la participación, esta saldrá mucho más fortalecida, madura y exigente.
Pronto no será entendible el poder como ahora se ejerce. La interacción y las relaciones de simetría será lo que prime.
Ayer los medios de comunicación se hacían eco de una frase de Felipe González: "Yo dejé de escuchar cuando llevaba seis años de presidente del Gobierno."
A partir de que se deja de escuchar empieza la decadencia de un político. Además, la exigencia ciudadana de que los políticos y responsables institucionales escuchen se va extendiendo.
Antes sólo se exigía "al jefe" que escuchara y los demás de su equipo a obedecer y cumplir órdenes. Ahora tod@s tienen que escuchar e intercomunicarse con la ciudadanía. De no ser así los ciudadanos más conscientes y racionales nos desactivamos y pasa lo que el CIS nos cuenta, que se augura una pérdida de 37 puntos de confianza ciudadana.
Para abundar un poco más en lo dicho, comentar que creo que estamos en el tiempo de la exigencia de soluciones efectivas, en el tiempo de las evaluaciones sistemáticas, en el tiempo de la transparencia y de la claridad.
Esta puede ser la mejor etapa de las fuerzas progresistas si saben liderarla adecuadamente, para ello lo primero es desembarazarse de las prácticas, usos y costumbres fosilizados que aún se conservan y que son impropios de una ideología viva y dinámica como la que representamos.
Marx definía las crisis como etapas en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Pero que a nadie le quepa la menor duda de que lo viejo morirá y lo nuevo surgirá con todo el empuje que le es propio.
Eso sí, hay que seguir estando atento, pues dentro de 10 o 15 años el proceso volverá a repetirse y lo que ahora es novedoso se habrá quedado desfasado y deberá, inexorablemente, ser sustituido y cambiado por algo mucho más innovador que lo sucederá.
Nuestra función entonces, como ahora, es aportar nuestro granito de arena desbrozando el camino a lo nuevo, o lo que es lo mismo, trabajando infatigablemente por enterrar lo que ya no puede ser. Son dos tareas en una.
¿Por que lloro si en el fondo estoy alegre?, ¿Por que todos los caminos se transitan y los de los sentimientos permanecen ocultos? Pero sobre todo... ¿Por que lo mas grande es lo mas pequeño?
Hemos de dejar de llorar y si lloramos que sea siempre de alegría, pues lo más pequeño es lo más grande y todos los caminos serán transitados, los de los sentimientos también. Lo nuestro es un constante descubrir las razones y un permanente "desfacer entuertos".
Y ya que hablamos de "desfacer entuertos" abordemos uno de los que en la actualidad nadie se atreve a acometer, el relativo a la participación ciudadana.
Nuestro Miguel Álvarez cita en mi bitácora una brillante descripción de Félix Ovejero Lucas (profesor de Ética y Economía de la Universidad de Barcelona) sobre este asunto y cómo es tratado desde el pensamiento liberal: "Lamentarse de la mala calidad de los votantes es como lamentarse de que en el fútbol traten al balón a patadas. Cuando el propio mecanismo democrático esta concebido para prescindir de la participación resultan pocos convincentes los gimoteos ante la falta de participación. Es lo previsto. En realidad, para el liberalismo, la apatía o la falta de participación son una solución mas que un reto. Los lamentos por el deterioro de la cultura cívica no resultan menos retóricos que las periódicas quejas acerca de la irrelevancia de las deliberaciones en el legislativo, la vaciedad indiferente de los programas, la conversión de los partidos en maquinarias electorales, la ausencia de debates de ideas, la proliferación de populismos y de mercadería política o las dificultades de financiación de los partidos. Escándalos de fariseo."
A mi me gusta este siglo XXI en el que los ciudadanos empiezan a imponen sus condiciones a los políticos, intentan deshacerse de la influencia de las maquinarias electorales y de la mercadería política; así como del liberalismo. Una vez que nos hayamos liberado de estos lastres habremos descubierto la esencia de la democracia pues debe de ser ley que un representante de la ciudadanía no puede hacer lo que considere conveniente y oportuno, sino lo que esta ciudadanía le mandata.
Este proceso es aún incipiente, para evidenciar ese estado embrionario no hay más que mirar los años de democracia que llevamos y aún el artículo 9.2 de nuestra Constitución sigue sin ser desarrollado: "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social."
Como le decía hoy a Guillermo en su bitácora: pienso que tras el sarampión actual que padece la participación, esta saldrá mucho más fortalecida, madura y exigente.
Pronto no será entendible el poder como ahora se ejerce. La interacción y las relaciones de simetría será lo que prime.
Ayer los medios de comunicación se hacían eco de una frase de Felipe González: "Yo dejé de escuchar cuando llevaba seis años de presidente del Gobierno."
A partir de que se deja de escuchar empieza la decadencia de un político. Además, la exigencia ciudadana de que los políticos y responsables institucionales escuchen se va extendiendo.
Antes sólo se exigía "al jefe" que escuchara y los demás de su equipo a obedecer y cumplir órdenes. Ahora tod@s tienen que escuchar e intercomunicarse con la ciudadanía. De no ser así los ciudadanos más conscientes y racionales nos desactivamos y pasa lo que el CIS nos cuenta, que se augura una pérdida de 37 puntos de confianza ciudadana.
Para abundar un poco más en lo dicho, comentar que creo que estamos en el tiempo de la exigencia de soluciones efectivas, en el tiempo de las evaluaciones sistemáticas, en el tiempo de la transparencia y de la claridad.
Esta puede ser la mejor etapa de las fuerzas progresistas si saben liderarla adecuadamente, para ello lo primero es desembarazarse de las prácticas, usos y costumbres fosilizados que aún se conservan y que son impropios de una ideología viva y dinámica como la que representamos.
Marx definía las crisis como etapas en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Pero que a nadie le quepa la menor duda de que lo viejo morirá y lo nuevo surgirá con todo el empuje que le es propio.
Eso sí, hay que seguir estando atento, pues dentro de 10 o 15 años el proceso volverá a repetirse y lo que ahora es novedoso se habrá quedado desfasado y deberá, inexorablemente, ser sustituido y cambiado por algo mucho más innovador que lo sucederá.
Nuestra función entonces, como ahora, es aportar nuestro granito de arena desbrozando el camino a lo nuevo, o lo que es lo mismo, trabajando infatigablemente por enterrar lo que ya no puede ser. Son dos tareas en una.
El liberalismo lo concibo como un movimiento o filosofia de una libertad salvaje para muchos aspectos de la vida de los ciudadanos, en aras de ese mecanismo, como dices en tu entrada, se han forjado muchas decisiones a lo largo de la historia que han perjudicado siempre a los más débiles y desprotegidos.
ResponderEliminarSiempre los que tienen más libertad son los más poderosos sobre todo en el terreno económico como arma de control, son los verdaderos poderes fácticos y el dinero el primero en este liberalismo mal entendido. Así concebido este mecanismo, coharta la libertad de los ciudadanos/as que se ven condicionadaos y mermados sus derechos y su participación.
NUNCA ME GUSTÓ EL LIBERALISMO Y MENOS AHORA QUE NECESITAMOS MÁS PARTICIPACIÓN EN TODOS LOS ASPECTOS.
Un abrazo para todos y todas
"Pero que a nadie le quepa la menor duda de que lo viejo morirá y lo nuevo surgirá con todo el empuje que le es propio".MARX
ResponderEliminarEsto lo dice todo querido Javier.
Un beso
Ten en cuenta, Javier, que esa comunicación directa del político con la ciudadanía no es para nada vinculante, en el sentido de que el político, escuche lo que escuche, se lo cuente quien se lo cuente, nunca se desviará de las directrices que aceptó seguir cuando accedió al cargo.
ResponderEliminar¿Que esta participación de la ciudadanía, ávida de soluciones a sus problemas y de una paulatina salida del oscurantismo, le sirva de referente a la hora de tomar ciertas decisiones? Posiblemente, pero nunca, ante ningún problema o situación, adoptará un político una decisión personal al margen del cuaderno de bitácora marcado por su agrupación o comité.
La autocomplacencia ante los resultados electorales hace que la realidad se diluya entre abrazos y comodidades, relegando siempre a un muy segundo plano la verdad en la que se sustenta, como siempre, la razón de ser del político, no volviendo a recordar que existe hasta dentro de cuatro años.
Así lo pienso, así lo digo.
Si quereis que vuestros sueños se hagan realidad, ¡despertad!.
Salud y libertad a espuertas, con comuelgo.
Fue, creedme, un placer.
Estoy de acuerdo contigo, Conce. Por mucho que se empeñen, no podrán poner puertas al campo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Helena.
Javier, pondré mi granito de arena, uno detrás de otro afianzando, para no retroceder.
ResponderEliminarUn abrazo.
Helena.
Amigos de esta plaza.
ResponderEliminarVenimos debatiendo estas semanas, como mayor o menor entusiasmo, acerca del nuevo tiempo que empieza, que bien pudiera serlo de la participación e incluso de la “fiscalización desde la colaboración” al responsable público, mediante la exigencia que deberíamos generalizar acerca de la rendición de cuentas al administrado.
Ahora bien, ¿qué debemos exigirles? y ¿por qué se lo hemos de exigir?
No hemos concretado “qué” y “por qué”, cuando debatimos acerca del “cómo” mediante el formato de la “tormenta de ideas” (que tanto dificulta el que se llegue a conclusiones).
Por mi parte, sólo pido que los programas electorales reflejen el sentir de la órbita del partido que lo elabora y que refleje los objetivos y los compromisos con suficiente precisión. Fuera de los programas, igualmente, cuando se inicia un proyecto público, deben estar claras las motivaciones, los objetivos que se pretenden lograr, los tiempos, el procedimiento de evaluación y de rendición de cuentas.
Una vez llegado al poder el partido, estará claro qué hemos de exigir y quienes deben dar cuenta de los resultados.
En definitiva, pretender que nazca un nuevo tiempo de participación sin que el ciudadano tenga claro qué le puede exigir a sus responsables públicos y en qué momento, es dar palos de ciego, hacer declaraciones de intenciones y manifestar ese descontento generalizado que muchas veces ni siquiera se sabe concretar.
Mientras llega ese tiempo, haremos nuestras pequeñas aportaciones, con la única intención de ayudar a encontrar el rumbo que nos permita avanzar sin renunciar a altas cotas de democracia, sin olvidar nunca que el depositario de la soberanía es el pueblo, sin tratar a éste como “de menor de edad” a nuestra conveniencia.
Por último manifestar mi desprecio más absoluto por quienes insinúan que muchos ciudadanos no están capacitados para ejercer un voto responsable, pues quien puede trabajar de sol a sol, aunque sea cuidando ovejas, es muy probable que posea bastante más sentido común y capacidad para conocer la naturaleza humana –imprescindible para ejercer de votante responsable –que la criatura que le desprecia, en el mejor de los casos por ignorancia.
Saludos cordiales.
Las clases poderosas son enemigas del liberalismon y de la libertad económica.
ResponderEliminarEs necesario que se reconozca la libertad económica de los limpiabotas y de los vendedores ambulantes. La propiedad privada de los indígenas y de los chabolistas.
Sin libertad ni respeto a su propiedad privada los pobres, (que casi siempre son empresarios), no podrán prosperar.
La patronal, la oligarquía industrial de los países en desarrollo,la banca, los comerciantes instalados son enemigos de la libertad de mercado.
Tersites.
http://www.youtube.com/watch?v=dgcYiMfTgKc&feature=related
ResponderEliminarHola Encarna, hola Conce, hola Rasputín, hola Helena, hola Helios, hola Anónimo:
ResponderEliminar- Encarna, estamos de acuerdo, muy buena tu frase: "NUNCA ME GUSTÓ EL LIBERALISMO Y MENOS AHORA QUE NECESITAMOS MÁS PARTICIPACIÓN EN TODOS LOS ASPECTOS."
- Conce, otro buen aforismo que suscribo: "Pero que a nadie le quepa la menor duda de que lo viejo morirá y lo nuevo surgirá con todo el empuje que le es propio".
- Rasputín, defines muy bien lo que está pasando: "esa comunicación directa del político con la ciudadanía no es para nada vinculante, en el sentido de que el político, escuche lo que escuche, se lo cuente quien se lo cuente, nunca se desviará de las directrices que aceptó seguir cuando accedió al cargo."
- Helena, seguiremos poniendo nuestros granitos de arena; no pueden poner puertas al campo.
- Helios, lo dices con una gran claridad "sólo pido que los programas electorales reflejen el sentir de la órbita del partido que lo elabora y que refleje los objetivos y los compromisos con suficiente precisión. Fuera de los programas, igualmente, cuando se inicia un proyecto público, deben estar claras las motivaciones, los objetivos que se pretenden lograr, los tiempos, el procedimiento de evaluación y de rendición de cuentas."
- Anónimo, muy buen vídeo el que nos ofreces.
Recibid un muy fuerte abrazote amig@s.