domingo, 18 de mayo de 2008

Entender un proceso que queda completado por el hecho de ser entendido

Nuestro soñador de la Plaza de la Cordialidad descubrió la sabiduría en la historia. Encontró en las personas pasadas su forma de pensar, de caminar, de comer, sus conversaciones, sus aspectos cotidianos.

Este otro soñador que os escribe, este dialéctico de la pasión, también encuentra en la historia, en las personas que pensaron y pasaron por la historia, por la vida, por el pensar, por el caminar, por el comer, por el conversar, por la cotidianidad, todo aquello que busca; todo aquello que buscamos. Pues buscar es muchas veces hacer obra de vida, es poner y sobreponer y sotoponer como así nos da ejemplo con su misma vida nuestro don Miguel de Unamuno.

La semana pasada hacía obra de vida con la vida y el pensamiento de Tomás de Aquino. Hoy quiero hacerlo con la de mi admirado Wilhelm Hegel.

Cuentan y dicen los eruditos, pues ya sabéis que yo no se nada, que la Fenomenología de Hegel es un apasionante relato del modo en que los espíritus finitos progresan hasta un punto desde el cual pueden ver que el mundo con que se enfrentan no es ajeno ni hostil a ellos, sino parte de ellos mismos.

Un curioso aspecto de la empresa de la Fenomenología de Hegel, en palabras de Peter Singer, es que se propone entender un proceso que queda completado por el hecho de ser entendido. La meta de toda historia consiste en que el espíritu llegue a entenderse a sí mismo como la única realidad última.

Ingeniosas las averiguaciones del profesor de la Universidad de Princeton, Peter Singer, que nos lleva con su razonamiento y fluidas palabras a apreciar por qué pudo creer Hegel en la posibilidad de una forma de sociedad que trascendiese todos los conflictos entre el individuo y la colectividad, y que fuese verdaderamente libre sin ser al mismo tiempo anárquica en ningún sentido; convicción que hizo posible que las ideas de Hegel condujeran a sus sucesores a creer, con decisión y firmeza, que la historia tendía hacia un destino final en el cual habría completa armonía entre los intereses del individuo y los intereses colectivos de la comunidad.

Immanuel Kant, con otras palabras nos vino a decir lo mismo, pero esto lo quedo para otra semana. En esta me vale con que reflexionemos y lleguemos a entender que la meta de toda historia consiste en que el espíritu llegue a entenderse a sí mismo como la única realidad última. O sea, que no nos queda otra que ser seres humanos autoconscientes; Seres humanos autopoiéticos, seres vivos en continua producción de si mismos.

Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

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