miércoles, 10 de enero de 2007

Eliminando utopías y fantasmagorías. Una visión desde lo políticamente incorrecto

Es curioso que cuando uno se pone a pensar por su propia cabeza al objeto, como nos recomendaría el viejo Marx, de alcanzar el fin de ser seres humanos autoconscientes, y además cuando esto se hace de la mano de nuestro estimado Galileo, esto es, compartiendo con él su pensamiento de que no se puede enseñar nada a nadie, simplemente se puede ayudar a los demás para que hagan y consigan las cosas por sí mismos; surjan, desde las catacumbas en las que en la actualidad residen los representantes de la llamada izquierda transformadora, voces calificándonos, a los que practicamos ese paradójico pensamiento conocido como dialéctica, cosas como heterodoxo, reformista, liquidacionista y aventajado candidato a servir y a formar parte del PSOE.

El problema de estos catacumbianos de la testimonialidad y de la marginalidad, es que no saben distinguir a las personas por su naturaleza. Haberlos, obviamente, los hay y los ha habido y los habrá que abandonan las filas de la llamada izquierda transformadora para pasarse al PSOE, y esto ocurre porque la actual izquierda transformadora no es algo real, sino que es algo que asienta sus bases sobre utopías y fantasmagorías, por eso a mi me gusta definirla como la izquierda autotitulada de transformadora, y es lógico que esta atraiga a su seno a ilusos que cuando a la primera de cambio se desilusionan corren presurosos a inscribirse en el PSOE, pues no se los ha enseñado, en su paso por esta autotitulada izquierda transformadora, a pensar por sí mismos, y menos aún a actuar por sí mismos y con criterios propios. El gregarismo servil y complaciente está indeleblemente gravado en su esencia.

Esta evidencia, natural del comportamiento izquierdista cuando se frustra de correr presurosos al PSOE, no se da en aquellos que piensan en dialéctico, pues, aunque son conscientes y así lo manifiestan, que de la actual izquierda autotitulada como de transformadora no se saca lana ni para una pelota, entienden que no es en el PSOE en donde se encuentra la alternativa; sino en la iniciación de un necesario proceso constituyente de esa izquierda transformadora, obviamente desde un pensamiento marxista que se atreva a decir como Marx aquello de "todo lo que se es que yo no soy marxista"; o sea, teniendo la valentía de alejarnos de la vulgarización que la llamada izquierda transformadora ha realizado de Marx, algo que viene lastrando nuestros comportamientos organizativos desde los lejanos tiempos de Stalin, para acercarnos y asumir como propio el pensamiento dialéctico que era el auténticamente característico de Marx y Engels.

Una izquierda transformadora que sin complejos, y como Marx, se erija en vanguardia impulsora del desarrollo de las fuerzas productivas al tiempo que en infatigable erradicadora de cualquier contradicción que afecte a las relaciones sociales y de producción, en el sentido eliminar de ellas cualquier distorsión que pueda ralentizar, minimizar o frenar el desarrollo inherente de nuestras capacidades creadoras y productivas o sea aversivo con respecto a ellas.

Una izquierda transformadora que crea, como así lo creía Marx y por ello lo quedó nítidamente constatado en sus escritos, que no hay contradicción que no disuelva el desarrollo de las fuerzas productivas.

Una izquierda transformadora que entienda todo desde esa perspectiva que Marx tan adecuadamente supo teóricamente exponer, y que muestra el comportamiento evidente de la naturaleza material que a todo le es propia, y que se resume en las fases de ineludible necesidad por las que forzosamente hemos de pasar en nuestro desarrollo, aquellas sobre las que Leucipo de Mileto (allá por el año 430 a. C.) dijera que, como todo en esta vida, "nada ocurre por azar, sino necesariamente y por alguna razón".

Dándose esta certidumbre incluso en aquellas situaciones de las que Alfred Adler comentara que tanto "pueden ser así, como también todo lo contrario".

Por último, señalar que sería bueno que si han de practicar, aquellos que osan calificar y descalificar desde las catacumbas a los demás, lo hicieran desde una adecuada perspectiva teórica, al objeto de poder así distinguir con claridad las diferencias entre un oportunista y un dialéctico, pues no son lo mismo. Lo comento por no dilapidar inútilmente esfuerzos, aunque por las evidencias parece ser que esto es lo propio de los catacumbianos de la izquierda autotitulada de transformadora. Como dato y pista os diré que un dialéctico suele ser siempre y en cualquier situación, como podéis comprobar por la presente, políticamente incorrecto, lo dicta la experiencia propia.
Javier Caso Iglesias. Plasencia
http://www.extremaduraaldia.com/cartas-al-director/eliminando-utopias-y-fantasmagorias.-una-vision-desde-lo-politicamente-incorrecto/30857.html