Quejarte constantemente podría tener un impacto negativo en tu salud mental, pues descargar tu frustración no sólo no te ayuda a sentirte mejor, sino que hace sentir mal a los otros y puede afectar tu salud física y mental.
¿Quién no se siente frustrado con el mundo en ocasiones? En vez de sonreír, la mayoría de nosotros lidiamos con nuestra frustración de la forma tradicional: quejándonos con todos los que estén dispuestos a escucharnos.
¿Crees que uno se siente bien al decir las cosas? Quizá no sea así, quejarte es una de las peores cosas que puedes hacer. Según el autor Steven Parton, quejarse puede incluso afectar negativamente a tu salud, lo cual ha sabido argumentar en base a tres puntos. En primer lugar, y atendiendo a las leyes de la neurociencia, los pensamientos negativos repetitivos (como ocurre de la misma forma con los positivos) fomentan la aparición de más pensamientos negativos, haciendo que nuestra actitud y personalidad se amolden y adquieran una tendencia hacia los pensamientos que tenemos con mayor frecuencia. Parton también nos aconseja ser cuidadosos con respecto a las consecuencias físicas, puesto que cada vez que expresamos negatividad, liberamos cortisol, que provoca problemas en el aprendizaje, interferencias en la memoria, complicaciones en el sistema inmune, aumento de la presión sanguínea, del colesterol y problemas del corazón, entre otras dificultades. Además, cuando observamos a alguien expresando sus sentimientos, cualesquiera que sean, nuestro cerebro trata de sentir esa misma emoción, en un esfuerzo natural de empatía, resultando en que rodearnos de personas negativas también puede ser destructivo.
Por otra parte, la idea de que liberar la frustración nos hace sentir mejor simplemente no es correcta, especialmente si no hay nada que puedas hacer sobre aquello que te frustra –después de todo, ¿en qué te beneficia quejarte de algo sobre lo que no puedes hacer nada?–. Tus quejas no acelerarán las cosas ni te harán sentir mejor. Y lo que es más, sólo conseguirán hacer sentir mal a los demás. Como dice el psicólogo Jeffrey Lohr:
"La gente no suele liberar un gas en los elevadores. Quejarte en voz alta es el equivalente emocional de dejar escapar una flatulencia en un espacio cerrado. Parece una buena idea, pero es un grave error".
Si el hecho de que un hombre con estudios en psicología compare la acción de quejarse con soltar un gas en un elevador no te convence de guardar tus quejas y seguir adelante, el autor Steven Parton presenta tres efectos concretos de las quejas. El primero es que tener pensamientos negativos hace que el cerebro se adapte a este comportamiento, haciendo que tener este tipo de pensamientos sea cada vez más fácil. Que lo digas en voz alta no cambia el hecho de que estás teniendo pensamientos negativos. El principio es simple: A lo largo de su cerebro existe un conjunto de sinapsis separadas por un espacio vacío llamado hendidura sináptica. Siempre que tengas un pensamiento, una sinapsis dispara una sustancia química a través de esta hendidura a otra sinapsis, construyendo así un puente por el que una señal eléctrica puede cruzar, y llevar la información relevante que usted está pensando. Cada vez que esta carga eléctrica se dispara, las sinapsis se acercan más con el fin de disminuir la distancia y facilitar el paso de la carga eléctrica que tiene que cruzar de una a otra sinapsis. Este es un ejemplo de cómo el cerebro está recableado sus propios circuitos, cambiandose físicamente a sí mismo, para que sea más fácil y más probable que las sinapsis apropiadas compartan el enlace químico y así, reducir la distancia y facilitar el paso de la carga eléctrica que cruza de una sinapsis a otra al objeto de facilitar la agilidad de nuestros pensamientos.
De forma similar, estar cerca de personas negativas afecta nuestro cerebro porque ver a otra persona expresar cierta emoción hace que el nuestro la experimente también. Es por eso que los artículos u opiniones negativas compartidas en las redes sociales se esparcen como un incendio forestal. Finalmente, lo que es más preocupante es que el estrés causado por estar enojado todo el tiempo es malo para la salud, al punto de que podría hasta matarte. El Cortisol, la hormona del estrés, debilita el sistema inmune e incrementa el riesgo de padecer enfermedades del corazón.
Pero, si expresar tus frustraciones es mala idea, ¿qué debes hacer? El autor Steven Parton escribe en Psych Pedia que es simple: siempre tenemos una opción, podemos elegir entre dejar que los pensamientos negativos y las quejas sin solución nos consuman o forzarnos a reflexionar, aprender la lección y seguir adelante buscando soluciones positivas y viendo las dificultades como posibilidades de desarrollo personal, profesional, ...
¿Quién no se siente frustrado con el mundo en ocasiones? En vez de sonreír, la mayoría de nosotros lidiamos con nuestra frustración de la forma tradicional: quejándonos con todos los que estén dispuestos a escucharnos.
¿Crees que uno se siente bien al decir las cosas? Quizá no sea así, quejarte es una de las peores cosas que puedes hacer. Según el autor Steven Parton, quejarse puede incluso afectar negativamente a tu salud, lo cual ha sabido argumentar en base a tres puntos. En primer lugar, y atendiendo a las leyes de la neurociencia, los pensamientos negativos repetitivos (como ocurre de la misma forma con los positivos) fomentan la aparición de más pensamientos negativos, haciendo que nuestra actitud y personalidad se amolden y adquieran una tendencia hacia los pensamientos que tenemos con mayor frecuencia. Parton también nos aconseja ser cuidadosos con respecto a las consecuencias físicas, puesto que cada vez que expresamos negatividad, liberamos cortisol, que provoca problemas en el aprendizaje, interferencias en la memoria, complicaciones en el sistema inmune, aumento de la presión sanguínea, del colesterol y problemas del corazón, entre otras dificultades. Además, cuando observamos a alguien expresando sus sentimientos, cualesquiera que sean, nuestro cerebro trata de sentir esa misma emoción, en un esfuerzo natural de empatía, resultando en que rodearnos de personas negativas también puede ser destructivo.
Por otra parte, la idea de que liberar la frustración nos hace sentir mejor simplemente no es correcta, especialmente si no hay nada que puedas hacer sobre aquello que te frustra –después de todo, ¿en qué te beneficia quejarte de algo sobre lo que no puedes hacer nada?–. Tus quejas no acelerarán las cosas ni te harán sentir mejor. Y lo que es más, sólo conseguirán hacer sentir mal a los demás. Como dice el psicólogo Jeffrey Lohr:
"La gente no suele liberar un gas en los elevadores. Quejarte en voz alta es el equivalente emocional de dejar escapar una flatulencia en un espacio cerrado. Parece una buena idea, pero es un grave error".
Si el hecho de que un hombre con estudios en psicología compare la acción de quejarse con soltar un gas en un elevador no te convence de guardar tus quejas y seguir adelante, el autor Steven Parton presenta tres efectos concretos de las quejas. El primero es que tener pensamientos negativos hace que el cerebro se adapte a este comportamiento, haciendo que tener este tipo de pensamientos sea cada vez más fácil. Que lo digas en voz alta no cambia el hecho de que estás teniendo pensamientos negativos. El principio es simple: A lo largo de su cerebro existe un conjunto de sinapsis separadas por un espacio vacío llamado hendidura sináptica. Siempre que tengas un pensamiento, una sinapsis dispara una sustancia química a través de esta hendidura a otra sinapsis, construyendo así un puente por el que una señal eléctrica puede cruzar, y llevar la información relevante que usted está pensando. Cada vez que esta carga eléctrica se dispara, las sinapsis se acercan más con el fin de disminuir la distancia y facilitar el paso de la carga eléctrica que tiene que cruzar de una a otra sinapsis. Este es un ejemplo de cómo el cerebro está recableado sus propios circuitos, cambiandose físicamente a sí mismo, para que sea más fácil y más probable que las sinapsis apropiadas compartan el enlace químico y así, reducir la distancia y facilitar el paso de la carga eléctrica que cruza de una sinapsis a otra al objeto de facilitar la agilidad de nuestros pensamientos.
De forma similar, estar cerca de personas negativas afecta nuestro cerebro porque ver a otra persona expresar cierta emoción hace que el nuestro la experimente también. Es por eso que los artículos u opiniones negativas compartidas en las redes sociales se esparcen como un incendio forestal. Finalmente, lo que es más preocupante es que el estrés causado por estar enojado todo el tiempo es malo para la salud, al punto de que podría hasta matarte. El Cortisol, la hormona del estrés, debilita el sistema inmune e incrementa el riesgo de padecer enfermedades del corazón.
Pero, si expresar tus frustraciones es mala idea, ¿qué debes hacer? El autor Steven Parton escribe en Psych Pedia que es simple: siempre tenemos una opción, podemos elegir entre dejar que los pensamientos negativos y las quejas sin solución nos consuman o forzarnos a reflexionar, aprender la lección y seguir adelante buscando soluciones positivas y viendo las dificultades como posibilidades de desarrollo personal, profesional, ...
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