miércoles, 29 de octubre de 2008

Resonancia, afinidad y percepción de la realidad (I)

Mantiene el psicólogo Thorwald Dethlefsen, del Instituto de Psicología Experimental de Munich, que todos conocemos a partir de la física el concepto de resonancia (en latín: resonare – resonar). Un diapasón entra en resonancia solamente con un tono que corresponde a su propia frecuencia. Si este no es el caso, el tono ni existe para el diapasón, porque no lo puede percibir.

Un receptor de radio sintonizado en onda media, sólo captará onda media en base a su resonancia. No puede reconocer las ondas corta y larga, por eso no forman parte de su "visión del mundo".

De la misma manera, el hombre necesita dentro de sí, una correspondencia para cada percepción. Esa correspondencia debe poder "vibrar" a la par, y entonces, a través de esa resonancia se torna posible la percepción. Goethe lo formula así: "si el ojo no fuera de naturaleza solar, nunca podría ver el sol, si no tuviéramos dentro de nosotros la propia fuerza de Dios, ¿cómo podría encantarnos lo Divino?". Esta formulación de Goethe abandona ya el nivel puramente físico de la capacidad de resonancia, transfiriendo la Ley de la Resonancia en forma de analogía, sobre el campo que aquí nos interesa.

Cada persona puede percibir solamente aquellos dominios de la realidad, para los que posee una capacidad de resonancia. Esto no solamente es válido para la percepción meramente sensorial, sino para la comprensión total de la realidad. Como todo lo que se encuentra fuera de la propia capacidad de resonancia no puede ser percibido, tampoco existe para la persona en cuestión. Por esto, cada persona cree conocer la totalidad de la realidad y piensa que no existe nada más fuera de esta.

Cuando alguien lee un libro, cree que lo comprende completamente, por más que de lo leído sólo pueda absorber aquello que se encuentra al unísono con su actual nivel de conciencia. La mejor manera de comprobar que esto es así es volver a leer un libro después de unos años. La conciencia se ha ampliado en estos años, razón por la cual ahora se comprende el libro "aun mejor".

Todas las relaciones descritas le son mas o menos familiares y comprensibles a cualquiera y por esto solamente han de servir para aclarar el principio que ahora queremos aplicar también al destino en general. "Solamente es posible encontrarse con aquellas ideas, personas y situaciones para las que poseemos una resonancia propia", o como lo llamaremos de ahora en adelante: una afinidad.

Sin la afinidad correspondiente nunca se puede producir una manifestación. Si alguien llega a encontrarse envuelto en una pelea no es nunca debido a una casualidad, sino que se produce solamente por razones de afinidad con una vivencia de ese tipo; incluso la culpa por la eventuales consecuencias de dicha pelea, también la carga de aquel que supone haber sido involucrado en ella de manera totalmente inocente.

Pero sin la afinidad correspondiente le hubiera sido imposible verse involucrado. Si alguien es atropellado en la calle por un automóvil, ni la culpa puramente funcional y legal del otro cambia en algo el hecho de que el accidentado estaba maduro para esa vivencia, sino, este acontecimiento no se hubiera podido manifestar en su campo de experiencia.

6 comentarios:

  1. O dicho más sencillamente, las casualidades no existen. Jung ya habla de ello en su proceso de individuación y al referirse al inconsciente colectivo.Los clásicos decían aquello del "simile similem..." la atracción de los iguales. Si es que ¡lo que formulasen los clásicos...! ¡y a fuerza de raciocinio exclusivamente! En mi modesta opinión nos sobra televisión e información, pensamos demasiado poco.
    Se Bueno y...

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  2. Hola amigo Malo Malísimo:

    Citas y citas bien a Carl Jung. Como este decía: "Hasta que no vuelva al subconsciente consciente, éste dirigirá su vida, y usted le llamará destino".

    Elevar nuestro nivel de conciencia, dicho sea con otras palabras: La verdad os hará libres.

    El mejor ejercicio para lograr este fin es el que tu propones: pensar más.

    Recibe un fuerte abrazote amigo.

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  3. Buena entrada amigo Javier, necesitaba un poquito de concentración para asimilar, para entender el contenido.

    Ahora entiendo nuestra afinidad Javier, me gusta esta entrada, aunque pienso que hay personas que pasarán los días, los años y no conseguirán llegar a entenderme nunca, o no conseguirán entender este mundo y sus gentes.

    Porque creo que no todos andamos en la misma afinidad, no tenemos o recibimos la misma resonancia, o si resibimos la misma pero como bien explicas la asimilan o estan en diferente onda.

    Un abrazote y voy a dar una vuelta, si me dejan a la otra entrada darwiniana, haber que tal va el debate.

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  4. Te pisiste a ello, a leer sobre la Resonancia y has hecho un magnifico post, como muchos. Pero la resonancia tiene una parte interesante: lo oculto, lo invisible para nosotros, como los átomos, las partículas subatómicas y otras estructuras, cuando se les excitan por irradiación, resuenan emitiendo energía vibracional, y entonces las descubrimos, por esa energía que emiten y lo hacen cuando son excitadas adecuadamente.
    La resonancia nos ayuda a conocer las estructuras de proteínas, por ejemplo, o a conocer las partículas del origen del universo.
    Saludos

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  5. Hola amigo Paco:

    Gracias por tu aportación. La resonancia es un asunto interesante, resonancia o afinidad.

    Afinidad es lo que nos une a esta nueva generación que va a crear novedosas pautas de comportamiento más eficaces y democráticas. Somos de una generación de la que se espera mucho y la que va a dar mucho.

    Recibe un abrazote amigo.

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  6. Tenías razón cuando dijiste que estaban relacionadas mi entrada con otra que tenías ya preparada.

    El tener pensamientos y opiniones en común hace que unas personas seamos más afines a unas/os que a otras/os, porque vemos el mundo de la misma manera y por ello ahora sé qué hay personas que nunca entenderé porque tenemos visiones distintas de cómo tenemos que actuar y relacionarnos con los demás.

    Una vez más gracias por tu aportación a mi humilde inteligencia.

    Un beso Nieves.

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