miércoles, 4 de junio de 2008

Son tiempos de ser incluyentes, pero también altamente exigentes; y el no serlo pasará factura

Me comenta un amigo que se encuentra triste que va intuyendo que el cambio que deseamos se va a quedar sólo en Guille.

Continúa diciendo este amigo que "es una intuición, ya lo sé. Pero pocas personas de su talla vamos a encontrar y me da que va a ser todo más de lo mismo. Las prebendas que hay en política pesan demasiado para que la gente se despegue y a los demás sólo nos llaman para pegar carteles o ir a las mesas".

Hace unos días elaboraba un artículo en mi blog en el que recogía una opinión similar de otra compañera.

A pesar de que la apariencia se pueda ver así y que ciertas renovaciones políticas se pudieran o pretendieran plantear como un simple maquillaje cosmético, un quítate tu para ponerme yo, un mero reparto de cargos, una simple modificación de quienes ocupan los sillones sin modificar las políticas que se vienen realizando en relación al ciudadano; la realidad actual transcurre por otros derroteros que tienen, incluso, mucha capacidad para derrotar.

Ya no nos valen a los ciudadanos las renovaciones de la nada, pues como diría don José, la vida es prisa y necesita con urgencia saber a qué atenerse y es preciso, por ello, hacer de esta urgencia el método de la verdad. Ya no nos vale el progresismo que coloca a la verdad en un vago mañana. Rechazamos ese opio entontecedor de la humanidad, ese existir a cargo de la posterioridad.

Repito, ya no nos valen a los ciudadanos las renovaciones -y los renovadores- de la nada; la realidad actual transcurre por otros derroteros que tienen, incluso, mucha capacidad para derrotar.

Si algún partido político no entiende en que etapa estamos, si algún partido político no entiende que de lo que se trata es de hacer partidos que se parezcan lo más posible a España; de hacer organizaciones políticas que sean instrumentos al servicio al ciudadano. Si esto no lo entendiera algún partido político o algún renovador, los resultados no se harán de esperar. Pongo ejemplo para que se comprenda mejor: Si en Badajoz las fuerzas progresistas no acomodan su discurso y su práctica a las demandas de los ciudadanos, no sería extraño que se obtuviera un 5x4 y luego un 6x4. Como bien razona Guillermo, los votos son prestados. Los ciudadanos tienen cada día más capacidad para derrotar. Lo mismo es aplicable a Cáceres o a Plasencia. Si no espabilan, se los espabila.

Hacer bien las cosas no es tan difícil. En la Asamblea, tanto el Grupo Socialista como el Popular han calificado como “muy positivo” el acuerdo alcanzado entre los grupos políticos del Parlamento autonómico, gracias al cual se ha cerrado un documento de consenso que alberga las claves de la que será la futura Ley de Educación en la región. Esta es una buena muestra de ese ser incluyentes pero altamente exigentes.

Guillermo sabe lo que hay que hacer, pero ha de asumir definitivamente su papel de director de la orquesta. Tiene que poner al PSOE a hacer los deberes. Tiene que poner a la Asamblea de Extremadura a hacer los deberes encomendados por la ciudadanía. Y debe además explicarnos, a los ciudadanos -a través de los medios de comunicación- periódica y reiteradamente a donde vamos, cuanto hemos avanzado en el camino, cuanto nos queda por recorrer, cuales son los elementos de evaluación con los que se cuenta, cual es la eficacia práctica de los mismos; así como qué protagonismo al ciudadano se le otorga. Guillermo debe desplegar sus dotes de juglar, igual que Ibarra desplegó sus dotes de trovador. Pues estas dotes son didácticas, son pedagógicas, favorecen nuestro crecimiento cognitivo, nuestro crecimiento y producción intelectual como colectividad.

Utilizo bien los términos de juglar y de trovador. El momento actual requiere juglares, el momento político de Guillermo requiere que sea nuestro juglar; pues ha de interpretar la partitura que la ciudadanía quiere oír, pues es la partitura que esa misma ciudadanía ha compuesto. Esa partitura que se parece lo más posible a España, pues es obra de los ciudadanos extremeños/españoles. Los tiempos de Ibarra eran tiempos de trovadores, tiempos en los que había que pensar por los demás, componer las obras que los demás no sabían componer. Ahora son tiempos de ser incluyentes, pero altamente exigentes; y el no serlo pasará factura. A renovadores incluidos.

Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

3 comentarios:

  1. Hola Javier,
    Lamentablemente, en política, se vienen haciendo primero los reales decretos, las leyes y las órdenes, para ir definiendo un modelo de sociedad, un modelo de economía y un modelo de participación, al que luego los ciudadanos nos acoplamos, nos amoldamos, nos plegamos. Es decir, se hace política desde los políticos hacia los ciudadanos.

    Entiendo la renovación, entiendo las nuevas formas, como primero conocer qué quiere y necesita el ciudadano, para después ejercer la acción política. Es decir, hacer política de la ciudadanía al político, para que el político nos la devuelva plasmada y lista para ejecutar. Eso es, a mi entender, lo que esperamos todos y lo que Guillermo Fernández Vara pretende. Sin duda, para hacerlo tendrá que tomar las riendas de un partido acostumbrado a otras formas y tendrá que crear los cauces para que los ciudadanos participemos.

    Un abrazo y magnifico tu comentario.

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  2. Comparto contigo el contenido de este artículo, e intuyo que Guillermo aún no tiene la libertad para hacer determinadas cosas, no porque no tenga la autoridad, sino porque hay tanto que pulir que se necesita de tiempo. Sin duda, el congreso de julio habrá de ser un punto de inflexión y el inicio de la senda que conducirá -estoy seguro- a esa nueva dimensión de la política a la que te refieres.

    Un abrazo Javier y nos vemos el 21 para seguir hablando de esto.

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  3. Gracias Paco y gracias Felipe.

    Comparto vuestras apreciaciones.

    En el post que hoy he escrito os cito, pues vuestras palabras son una verdadera referencia que hay que tomar en cuenta en esta tierra nuestra Extremadura. Señaláis certeramente hacia donde hay que caminar para no equivocarnos de camino.

    Recibid los dos un muy fuerte abrazo de vuestro amigo Javier Caso Iglesias.

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