Aborda nuestro amigo Paco Martín en su columna del periódico digital Extremadura al Día un tema muy interesante, el relativo a las balanzas fiscales.
Mi punto de vista concuerda con el de Guillermo Fernández Vara en que Extremadura debe de elaborar su propia balanza fiscal, y además una balanza fiscal histórica.
Parece que de esta cuestión de las balanzas fiscales históricas el trasnochado y rancio nacionalismo que pulula por algunas conciencias no quiere ni oír hablar.
¿Por qué no se quiere saber nada de las aportaciones de Extremadura al conjunto de España desde la edad moderna en la que se constituye esta última? ¿Nadie quiere recordar ya las aportaciones de Extremadura en el siglo XV, o los padecimientos que sufrimos como pueblo y que destrozaron nuestra floreciente economía regional por sostener estoicamente la política española en el siglo XVI? ¿Nadie recuerda ya de donde salieron los recursos españoles, tanto económicos, materiales como humanos, para impulsar las reformas del siglo XVIII que, desgraciadamente, no nos incluyeron? Y, a partir de ese siglo XVIII pasando por el XIX hasta llegar al XX, durante el transcurso de la mayor parte de esta edad contemporánea, ¿No se nos ha seguido sacando hasta la médula para invertir esos capitales y talentos en esas zonas que ahora, y como pago solidario -permítaseme la ironía-, no aspiran a otra cosa que mirar exclusivamente para ellos desde el prisma trasnochado y rancio -me reitero- del nacionalismo.
En fin, no hay más ciego que aquél que no quiere ver.
Por otra parte creo que Extremadura no debe de perder más su tiempo, no debemos de dedicar ni un sólo minuto más a hablar de aquello que no nos impulse. Bien está hablar de las Balanzas Fiscales si ello nos anima a actuar más y mejor, bien está hablar de cualquier tema que nos propulse a centrarnos en lo nuestro que es poner en marcha en la región empresas, cientos, miles de empresas; Los parques empresariales, industriales, tecnológicos tienen que proliferar por la región como hongos. Tenemos que incrementar hasta, por lo menos, multiplicar por cinco el número de empresas radicadas en la región. Esta es la única respuesta que debemos de dar a quienes nos cuestionan, a quienes no quieren devolvernos lo entregado con amor y sufrimiento, mucho sufrimiento, en épocas pasadas. Parafraseando la sugerencia de ZP como respuesta, hemos de decir: a cada insulto una empresa; a cada descalificación, una industria; a cada ofensa, un parque tecnológico.
Este es el discurso que me gustaría oír, permanentemente, de boca de Guillermo; este es el discurso que su equipo de gobierno debería de mantener para que nadie confundiera gestión con aspiración. Gestión discreta, bien está; pero aspiraciones a la altura de esta Extremadura histórica. Extremadura histórica como salvaguarda de tanto nacionalista histérico como anda suelto.
Por último y en respuesta directa a Paco Martín, si el Desván del Duende no puede, pues que en la próxima ocasión de ese festival europeo de la canción, que vaya una extremeña de ensoñación, que vaya Soraya Arnelas a ganar eurovisión.
Mi punto de vista concuerda con el de Guillermo Fernández Vara en que Extremadura debe de elaborar su propia balanza fiscal, y además una balanza fiscal histórica.
Parece que de esta cuestión de las balanzas fiscales históricas el trasnochado y rancio nacionalismo que pulula por algunas conciencias no quiere ni oír hablar.
¿Por qué no se quiere saber nada de las aportaciones de Extremadura al conjunto de España desde la edad moderna en la que se constituye esta última? ¿Nadie quiere recordar ya las aportaciones de Extremadura en el siglo XV, o los padecimientos que sufrimos como pueblo y que destrozaron nuestra floreciente economía regional por sostener estoicamente la política española en el siglo XVI? ¿Nadie recuerda ya de donde salieron los recursos españoles, tanto económicos, materiales como humanos, para impulsar las reformas del siglo XVIII que, desgraciadamente, no nos incluyeron? Y, a partir de ese siglo XVIII pasando por el XIX hasta llegar al XX, durante el transcurso de la mayor parte de esta edad contemporánea, ¿No se nos ha seguido sacando hasta la médula para invertir esos capitales y talentos en esas zonas que ahora, y como pago solidario -permítaseme la ironía-, no aspiran a otra cosa que mirar exclusivamente para ellos desde el prisma trasnochado y rancio -me reitero- del nacionalismo.
En fin, no hay más ciego que aquél que no quiere ver.
Por otra parte creo que Extremadura no debe de perder más su tiempo, no debemos de dedicar ni un sólo minuto más a hablar de aquello que no nos impulse. Bien está hablar de las Balanzas Fiscales si ello nos anima a actuar más y mejor, bien está hablar de cualquier tema que nos propulse a centrarnos en lo nuestro que es poner en marcha en la región empresas, cientos, miles de empresas; Los parques empresariales, industriales, tecnológicos tienen que proliferar por la región como hongos. Tenemos que incrementar hasta, por lo menos, multiplicar por cinco el número de empresas radicadas en la región. Esta es la única respuesta que debemos de dar a quienes nos cuestionan, a quienes no quieren devolvernos lo entregado con amor y sufrimiento, mucho sufrimiento, en épocas pasadas. Parafraseando la sugerencia de ZP como respuesta, hemos de decir: a cada insulto una empresa; a cada descalificación, una industria; a cada ofensa, un parque tecnológico.
Este es el discurso que me gustaría oír, permanentemente, de boca de Guillermo; este es el discurso que su equipo de gobierno debería de mantener para que nadie confundiera gestión con aspiración. Gestión discreta, bien está; pero aspiraciones a la altura de esta Extremadura histórica. Extremadura histórica como salvaguarda de tanto nacionalista histérico como anda suelto.
Por último y en respuesta directa a Paco Martín, si el Desván del Duende no puede, pues que en la próxima ocasión de ese festival europeo de la canción, que vaya una extremeña de ensoñación, que vaya Soraya Arnelas a ganar eurovisión.
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