Conozco la apuesta de Guillermo Fernández Vara por los cultivos bioenergéticos como alternativa solvente para la revitalización del sector agrícola extremeño.
En este ámbito concuerdo ampliamente con la posición que mantiene Mamen Lladró, Directora Gral. de Calantia Biotech, la cual sostiene que para subsanar la dependencia económica y paliar el deterioro medioambiental, los gobiernos y actores socioeconómicos deben de desarrollar un gran número de propuestas y de medidas legislativas encaminadas a potenciar la producción de biocombustibles renovables.
Aunque entiende que, pese a ello, ciertamente, existe la posibilidad de hacerlo mejor. La UE se ha pronunciado por la obligatoriedad de alcanzar una producción de biocombustibles renovables del 10% para el 2020. En pleno siglo XXI, con un elevado nivel de conocimiento científico, la necesidad se convierte en oportunidad, pudiéndose afirmar, sin riesgo de equivocarse, que se pueden dar soluciones creíbles a través de la investigación biotecnológica.
A mi me gustaría subrayar con Mamen Lladró que la posibilidad no conlleva por sí misma la solución, sino que hay que buscarla. Sin soluciones viables para los agricultores y productores de biocombustibles en términos de eficiencia y rentabilidad, la voluntad legisladora puede quedar seriamente hipotecada en el largo plazo. Si no se investiga para encontrar verdadero sentido económico a los cultivos y procesos bioenergéticos, los pasos dados difícilmente se afianzan.
Así como que en esta confluencia de fuerzas e intereses, la investigación científica tiene un papel insustituible. Teniendo, estas aplicaciones de la investigación claros efectos, entre los que se pueden destacar dos. Por un lado, los socioeconómicos, ligados a la mejora de la productividad de los cultivos con beneficios para los agricultores y productores industriales y a la mejora de competitividad del sistema productivo bioenergético en relación a los combustibles fósiles. Y, por otro, el medioambiental, con un balance neutro a nivel de incremento global de CO2.
¿no merece la pena, como se pregunta Mamen Lladró, dedicar esfuerzos a la investigación científica de cultivos bioenergéticos que colaboran a crear un progreso más sólido para todos?
Fdo.: Javier Caso Iglesias (Plasencia).
En este ámbito concuerdo ampliamente con la posición que mantiene Mamen Lladró, Directora Gral. de Calantia Biotech, la cual sostiene que para subsanar la dependencia económica y paliar el deterioro medioambiental, los gobiernos y actores socioeconómicos deben de desarrollar un gran número de propuestas y de medidas legislativas encaminadas a potenciar la producción de biocombustibles renovables.
Aunque entiende que, pese a ello, ciertamente, existe la posibilidad de hacerlo mejor. La UE se ha pronunciado por la obligatoriedad de alcanzar una producción de biocombustibles renovables del 10% para el 2020. En pleno siglo XXI, con un elevado nivel de conocimiento científico, la necesidad se convierte en oportunidad, pudiéndose afirmar, sin riesgo de equivocarse, que se pueden dar soluciones creíbles a través de la investigación biotecnológica.
A mi me gustaría subrayar con Mamen Lladró que la posibilidad no conlleva por sí misma la solución, sino que hay que buscarla. Sin soluciones viables para los agricultores y productores de biocombustibles en términos de eficiencia y rentabilidad, la voluntad legisladora puede quedar seriamente hipotecada en el largo plazo. Si no se investiga para encontrar verdadero sentido económico a los cultivos y procesos bioenergéticos, los pasos dados difícilmente se afianzan.
Así como que en esta confluencia de fuerzas e intereses, la investigación científica tiene un papel insustituible. Teniendo, estas aplicaciones de la investigación claros efectos, entre los que se pueden destacar dos. Por un lado, los socioeconómicos, ligados a la mejora de la productividad de los cultivos con beneficios para los agricultores y productores industriales y a la mejora de competitividad del sistema productivo bioenergético en relación a los combustibles fósiles. Y, por otro, el medioambiental, con un balance neutro a nivel de incremento global de CO2.
¿no merece la pena, como se pregunta Mamen Lladró, dedicar esfuerzos a la investigación científica de cultivos bioenergéticos que colaboran a crear un progreso más sólido para todos?
Fdo.: Javier Caso Iglesias (Plasencia).
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