Cuando alguien critica demuestra su incapacidad de incidir sobre el criticado o su falta de interés por influir en esa otra persona.
Se hace más difícil, cuando alguien critica, que sus ideas se tomen en consideración, pues la crítica genera una actitud evidente de rechazo en el criticado.
Es más probable que se tengan en cuenta nuestras ideas si las exponemos siguiendo esa vieja máxima de tratar a los demás como a nosotros nos gustaría ser tratados, o sea, empáticamente.
En las críticas, dado que toda observación es autorreferencial, se dice más del observador (aquél que realiza la crítica) que del observado (aquél que recibe la crítica). Es por esta evidencia que se tiene por sabido que la crítica muestra al criticador sus faltas propias inconfesadas.
Nada nos autocaracteriza mejor que aquello que decimos y la forma como lo decimos. Si de nosotros, en nuestras críticas, emana ira, rencor, resentimiento, a parte de encontrarnos mal con nosotros mismos y hacer que otros se encuentren mal con nosotros, nos presenta como personas que no ofrecen nada mejor que lo que ya está aportando el criticado; además se percibiría el ansia de poder del criticador en el único ámbito que en definitiva a estos perfiles psicológicos de personas les interesa, el conocido popularmente como el "quítate tu para ponerme yo", pues, en el resto de ámbitos la crítica los inutiliza haciéndolos impotentes.
La crítica se suele utilizar cuando no existe alternativa, cuando alguien no es capaz de construir una realidad mejor que la que cuestiona.
Hemos de partir, como nos diría Kelly, entendiendo que las personas organizamos perceptualmente nuestro entorno basándonos en constructos personales, en dimensiones o categorías descriptivas. La vida, por tanto, se nos manifiesta a través de nuestros constructos personales que además, si se muestran ineficaces para abordar la realidad, existe la posibilidad de escoger construcciones alternativas a la hora de tratar con el mundo. Hay que entender, por tanto, la crítica como una construcción ineficaz, por ser generadora de hostilidad y ansiedad, que un individuo concreto o un grupo hace de su experiencia.
Si algo no nos gusta optemos, primero por sugerir y si esto no da resultado asumamos la responsabilidad que nuestra función nos exige y procedamos, con toda la naturalidad del mundo, a cambiarlo desde donde únicamente esto es posible: la alternativa creadora.
Resumiendo y reiterando, decir que la crítica es inconsistente siempre, muestra y proyecta impotencia en quien la realiza, así como incapacidad, en aquellos que la practican, sobre sus destrezas en la organización de cualquier tipo de alternativa.
Autor: Javier Caso Iglesias.
Se hace más difícil, cuando alguien critica, que sus ideas se tomen en consideración, pues la crítica genera una actitud evidente de rechazo en el criticado.
Es más probable que se tengan en cuenta nuestras ideas si las exponemos siguiendo esa vieja máxima de tratar a los demás como a nosotros nos gustaría ser tratados, o sea, empáticamente.
En las críticas, dado que toda observación es autorreferencial, se dice más del observador (aquél que realiza la crítica) que del observado (aquél que recibe la crítica). Es por esta evidencia que se tiene por sabido que la crítica muestra al criticador sus faltas propias inconfesadas.
Nada nos autocaracteriza mejor que aquello que decimos y la forma como lo decimos. Si de nosotros, en nuestras críticas, emana ira, rencor, resentimiento, a parte de encontrarnos mal con nosotros mismos y hacer que otros se encuentren mal con nosotros, nos presenta como personas que no ofrecen nada mejor que lo que ya está aportando el criticado; además se percibiría el ansia de poder del criticador en el único ámbito que en definitiva a estos perfiles psicológicos de personas les interesa, el conocido popularmente como el "quítate tu para ponerme yo", pues, en el resto de ámbitos la crítica los inutiliza haciéndolos impotentes.
La crítica se suele utilizar cuando no existe alternativa, cuando alguien no es capaz de construir una realidad mejor que la que cuestiona.
Hemos de partir, como nos diría Kelly, entendiendo que las personas organizamos perceptualmente nuestro entorno basándonos en constructos personales, en dimensiones o categorías descriptivas. La vida, por tanto, se nos manifiesta a través de nuestros constructos personales que además, si se muestran ineficaces para abordar la realidad, existe la posibilidad de escoger construcciones alternativas a la hora de tratar con el mundo. Hay que entender, por tanto, la crítica como una construcción ineficaz, por ser generadora de hostilidad y ansiedad, que un individuo concreto o un grupo hace de su experiencia.
Si algo no nos gusta optemos, primero por sugerir y si esto no da resultado asumamos la responsabilidad que nuestra función nos exige y procedamos, con toda la naturalidad del mundo, a cambiarlo desde donde únicamente esto es posible: la alternativa creadora.
Resumiendo y reiterando, decir que la crítica es inconsistente siempre, muestra y proyecta impotencia en quien la realiza, así como incapacidad, en aquellos que la practican, sobre sus destrezas en la organización de cualquier tipo de alternativa.
Autor: Javier Caso Iglesias.