Diálogo sobre "las izquierdas". Reflexionado sobre los conceptos básicos de la izquierda que propone Manuel Sosa Aparicio

Manuel Sosa Aparicio es una persona a la que aprecio y valoro mucho, me gustan los análisis que hace de la realidad, su claridad; así como ese acercamiento que observo en él a las nuevas tecnologías de la información y comunicación. No obstante en este último ámbito, y como le ocurre a una buena parte de la izquierda, aún le/nos queda mucho trecho por andar. Aún no hemos sabido extraer todo el potencial que acarrean las nuevas tecnologías de la información y comunicación para ayudarnos a cambiar de paradigma. Los medios y las formas que, afortunadamente, favorecen las nuevas tecnologías de la información y comunicación aún no las hemos terminado de hacer propias.

Voy a poner, como ejemplo, unas palabras que me dirige Manuel Sosa Aparicio; son las siguientes "Javier, la pretendida unidad de izquierdas de la que hablas, aunque loable como intención, no creo que pueda construirse con los medios y las formas que usas. Creo que algo que debe definir a las personas de izquierdas debe ser la ética política y sobre todo el respeto riguroso a las diversas organizaciones que abarcan ese espacio político. Ética y Respeto: dos conceptos básicos."

Por mi parte me pregunto ¿en qué se está vulnerando, con los medios y las formas que uso, la ética política o el respeto a las diversas organizaciones que abarcan ese espacio político?

Soy de los que defiendo el hacer cosas no sólo para la gente, sino con la gente. Que dicho utilizando un lema de Iniciativa Socialista sería algo así: "Nada por ti, sin ti".

En la actualidad hay una cultura, la que utilizan los mercados financieros especulativos, altamente opaca; una cultura realizada a espaldas de la ciudadanía. El ámbito político ha adoptado como propia esa cultura disimulada, encubierta, enmascarada o políticamente correcta como se la llama ahora. Esa cultura ha calado, ha impregnado incluso a la izquierda, a toda la izquierda; hasta ahora, en el ámbito de la izquierda, esa cultura estaba circunscrita al stalinismo o neostalinismo; pero ha roto ese muro de contención y parece querer imponerse en todas las expresiones progresistas.

Una de mis luchas fundamentales es la de subvertir esa realidad, en la actualidad ningún partido, ni los pretendidamente más de izquierdas y progresistas, aguantan un concepto amplio de democracia en su seno; y mucho menos la recomendación de Carlos Marx de "someter absolutamente todo a una crítica implacable". En la actualidad todo son democracias restringidas, a lo sumo, a la asamblea semestral o anual. Más allá de ahí el silencio. Para mi esta realidad no sólo es vulneradora de nuestra Constitución que, con todo lo burguesa que es, ampara más derechos que ningún estatuto de organización partidaria en lo relativo a la libertad de expresión; sino transgresora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión).

Y esta cultura diezmadora y dañina para con la libertad de expresión nos está llevando a demonizar medios y formas cuyos objetivos son los relativos a hacer partícipes al mayor número posible de personas de nuestras ideas y reflexiones, al tiempo que nos permiten recibir de ellas todos aquellos pensamientos que buenamente nos quieran hacer llegar.

Claro es que respetando la cultura imperante en la izquierda sería mucho más fácil configurar un proceso de alianzas -entre las diversas fuerzas que representan a estas izquierdas- si este no se hiciera con luz y taquígrafos. Es indudable que este sería exitoso si lo hiciéramos a puerta cerrada bajo siete candados y sólo dando cuenta del mismo cuando todo estuviera concluido, cuando todo hubiera sido atado y bien atado. Pero con esto seguimos perpetuando una cultura que nos es ajena y que nos lleva constantemente hacia la marginalidad y, para aseverar esto, a las pruebas me remito.

Nosotros nos tenemos que asentar en una cultura de la participación, en la que la información fluya a raudales; en la que se anime a todos a hablar alto y claro y a hacerlo allí dónde consideren conveniente y oportuno. Hablar en todos lados sin recelos y sin prejuicios. Abramos todas las puertas y todas las ventanas para que entre el aire fresco. Ventilemos todos los rincones de la izquierda para que el olor rancio de lo cerrado se vaya. Despertemos todas las conciencias que las consignas han adormecido y enmohecido. Enseñemos a pensar a cada cual con su propia cabeza sin temer las consecuencias de ello, pues siempre serán mejor, mucho mejor que lo que tenemos.

Incluso aceptemos con naturalidad y sin enfado lo que los nuevos medios y tecnologías de la información y comunicación traen aparejados. Esos medios y formas que a mi se me dice que uso de forma que vulneran antiguas éticas políticas y que sin embargo otros esgrimen con maestría para alzarse como columna vertebral de movimientos y avisar de su veto a que figuren "determinados nombres". Esos mismos hábiles maestros de la antigua ética política que cuando se lanza, a través de los nuevos medios de la información y comunicación, una idea que surge de la ciudadanía para su debate abierto en red, se la tacha de descabellada y se la apostilla diciendo de ella que "no tiene ni pies ni cabeza, como nos tiene acostumbrados Javier".

A pesar de esa vieja ética política, a pesar de las desconfianzas en las que esa vieja ética política se asienta y genera; por mi parte seguiré llamando a sumar, a sumar sin exclusiones, a sumar sin aferramientos a siglas, a sumar sin imposiciones; a sumar en libertad.

No trato de dominar con mis ideas, simplemente pretendo que se me deje opinar en libertad; que se me permita ejercer mi derecho inalienable a la libertad de expresión. Libertad de expresión que utilizaré exclusivamente para "promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social." (Artículo 9.2 de la Constitución Española).

Y una idea que surge de ello es la siguiente: Si tanto nos quejamos de cuanto nos perjudica la Ley D'Hondt si vamos separados, pues agrupémonos y sumemos juntos. La cosa es sencilla: Nos dotamos de un programa de mínimos, elaboramos una candidatura y, ante cualquier cuestión fuera de ese programa, nos reunimos e intentamos llegar a una posición común, de no ser así apliquemos la constitución; cada cual vota en función a lo que le dicte su propia conciencia, pues no olvidemos que la propiedad de escaño lo es en favor del representante elegido. Siempre es mejor convencer que vencer imponiendo.

Quiero terminar esta aportación a ese diálogo sobre "las izquierdas" agradeciendo a Manuel Sosa Aparicio la posibilidad que sus palabras me brindan para exponer mis puntos de vista sobre el concepto más básico sobre el que se ha de sustentar una opción de izquierdas: La libertad. Pues sin libertad la ética y el respeto serán una simple máscara encubridora del verdadero perfil, un instrumento más al servicio de esa cultura falsa por fingida de lo políticamente correcto.

-o-o- Espacio destinado a la difusión de mensajes de utilidad social -o-o-