sábado, 27 de septiembre de 2008

Interpretación Esenia frente a la de Nicea

Yo creyente en un Dios/dios creador y trascendente no soy. Si existiera le preguntaría ¿Y quién te ha creado a ti? Si Dios/dios es un ser autopoiético (del griego "poiésis", capacidad de producir; o sea, un ser que se produce a sí mismo), nosotr@s también lo somos, pues nos autoproducimos generación tras generación y de ahí también procedemos, aunque sea evolucionando de otros seres que llamamos "inferiores".

Del Evangelio de los Esenios lo que me gusta y resalto es esa definición de Dios/dios como Amor. O sea, podemos dejar de decir Dios/dios y en su lugar utilizar Amor. Entiendo que Jesús utilizó, aunque no lo supiera (para mi era un ser humano, otra cosa es lo que el Emperador Constantino obligara a afirmar a los obispos en el Concilio de Nicea), una buena estrategia -que sería aplaudida en el día de hoy por el evolucionismo cultural- elaborada al objeto de inducir a sus contemporáneos hacia unas buenas prácticas de conducta, higiene y alimentación. Cosa por otra parte habitual dentro de la comunidad esenia.

Por otro lado el Amor o el Altruismo -que dirían los sociobiólogos- es utilizado por las especies por su eficacia biológica. Para mi el ser humano no es bueno o malo por naturaleza, actúa como actúa para garantizar su subsistencia; pero pienso, a esa conclusión he llegado, que lo mejor para garantizar la subsistencia de tod@s es la cooperación, no el egoísmo competitivo. Jesús opinaba de la misma manera.

Interesante también cuando Jesús dice que es el mundo el que se convierte en el reino de los cielos si los "Hijos del Hombre" trabajan en él con un cierto tipo de comportamientos. El Evangelio de los Esenios, al igual que los libros apócrifos, lo que muestra es la terrenalidad de Jesús y de su mensaje; es por ello que a mi me parecen mucho más relevantes, interesantes y significativos que los textos podados que nos ofrece la Iglesia Católica.

Dejo a continuación dos referencias sobre los esenios, una es de Filón de Alejandría y la otra es de Flavio Josefo, localizadas en internet:

Filón de Alejandría (30 a. C. - 45 d. C.), inspirado en los esenios, ilustró la tesis de su Tratado para probar que todo hombre bueno es también libre. Señala de esta comunidad: Hay 4.000 esenios residiendo en muchas poblaciones de Judea. Evitan las ciudades y prefieren vivir en los pueblos. Tienen todos sus bienes en común y un administrador hace las compras y maneja el dinero. Cultivan la tierra y se dedican a oficios pacíficos, son granjeros, pastores, vaquerizos, agricultores, artesanos y artífices. No deben fabricar instrumentos de guerra ni ocuparse del comercio. Entre ellos no hay esclavos ni señores por estar convencidos que la fraternidad humana es la relación natural de los hombres. Poseen el don de la predicción del futuro, son extremadamente limpios y visten siempre de blanco. No dan importancia al tiempo ni lo usan como excusa para no trabajar. Vuelven gozosos de sus tareas, como quien regresa de un concurso atlético. Los esenios se han reunido a causa de su celo por la virtud y la pasión de su amor a la humanidad.

Flavio Josefo (37 d. C. - 101 d. C.) escribe: Constituyen de hecho una hermandad que tiene algo de común con los pitagóricos. Identifican el placer con el vicio, se ejercitan en la temperancia y la autodisciplina. Los esenios renuncian también a la riqueza, comen solo los alimentos necesarios. Usan las ropas y el calzado sin lujos. La mayor parte de ellos viven más de 100 años y leen los escritos de los antiguos. Su silencio da la impresión de un tremendo misterio. Sostienen que el cuerpo es cosa corruptible pero el alma es imperecedera. El espíritu emana del más puro éter, un hechizo natural lo arrastra hacia abajo y queda atrapado en la prisión del cuerpo; pero, una vez puesto en libertad por la muerte, se alegra y es llevado a lo alto. Triunfan sobre el dolor gracias a una voluntad resuelta. La guerra con los romanos probó sus almas de cuantas maneras era posible: Estirados en el potro, retorcidos, destrozados, quemados, sometidos a todos los instrumentos de tortura para blasfemar de su Legislador o comer alimentos prohibidos, no consienten en tales demandas y ni una sola vez adularon a sus perseguidores ni derramaron lágrimas. Sonriendo en la agonía y perdonando a los torturadores, exhalaron el alma con júbilo, pues confían que la recibirán nuevamente. Cualquier palabra de ellos tiene más fuerza que un juramento no causan daño a nadie ni por propia determinación ni bajo órdenes; en el caso de obtener autoridad jamás abusará de ella; será un amante de la verdad; mantendrá sus manos alejadas del robo y su alma pura de toda ganancia pecaminosa; no ocultará nada a los miembros de la comunidad y tampoco descubrirá ninguno de sus secretos a los extraños, aun cuando sea torturado hasta la muerte; transmitirá las reglas tal como las recibió y preservará con cuidado los libros grupales.

Por Javier Caso Iglesias. Plasencia (Cáceres)

No hay comentarios:

Publicar un comentario